Fallece un camionero de Torrelavega en un choque con otros dos vehículos en Álava

La humareda desprendida por el camión tras el impacto, visible desde la distancia, y los restos de carrocería dispersos por la calzada, en el punto kilométrico 381 de la autovía, revelaban la magnitud del choque y hacían temer lo peor. La Ertzaintza, el personal sanitario, Protección Civil, las dotaciones de Bomberos o el helicóptero de Osakidetza, que se desplazaron hasta la zona, nada pudieron hacer por salvar la vida de Cagigas. Confirmado el final, todo lo que se pudo hacer es atender al resto de víctimas, sofocar el fuego lo más rápido posible y tratar de restaurar el tráfico en la carretera. Fueron horas de trabajo. El accidente obligó a interrumpir la circulación en el acto, lo que ocasionó retenciones de más de siete kilómetros. No fue hasta las 22.00 horas cuando el flujo de vehículos se pudo reabrir –un carril por sentido–.

La pérdida de Cagigas ha dejado un vacío en el municipio de Torrelavega y la comarca del Besaya. Tanto en Ganzo, su localidad natal, como en Torres -donde actualmente residía con su mujer- hasta en la empresa Transportes Químicos Felices, en la que trabajaba desde hace unos quince años. «Magnífico profesional», dedicaban ayer desde la compañía polanquina, dolida tras la pérdida de un compañero que llevaba «toda la vida» en el sector del transporte.

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Pero Arturo Cagigas 'Turi' era mucho más que un «currante del camión», como corroboran con cariño sus allegados. Era, sobre todo, un «hombre familiar», estrechamente ligado a los suyos, con los que había construido un fuerte núcleo afectivo a lo largo de su vida. Su mujer, su hija y, más recientemente, su nieta vertebraban ese centro, un modo de vida que enriquecía con partidos de fútbol y, sobre todo, paseos en bicicleta, una de sus grandes aficiones. «Salía con su yerno, con sus amigos... Era un tipo familiar, un hombre de su mujer, su hija y de su nieta», apunta su círculo más cercano.

El suceso del miércoles en la A-1 recuerda a otros hechos recientes ocurridos en las carreteras de Cantabria y con camioneros involucrados:el primero el 30 de marzo, cuando el conductor de un vehículo pesado se empotró contra un muro en la A-67 y fue socorrido de las llamas de la cabina por un conductor, Mariano Cabral, que circulaba detrás de él;el más reciente, el 26 de abril, se remonta al vuelco de otro camión en la A-8 y que terminó con la liberación del conductor, atrapado en la cabina. Antes que estos dos episodios, el 3 de marzo y esta vez y con un final tráfico en San Andrés del Rabanedo (León), un transportista cántabro de unos 60 años de edad perdió la vida después de precipitarse desde lo alto de la cuba de su camión cisterna.