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Ha muerto a los 83 años de edad el empresario Luis Gracia Espada, creador y presidente del Grupo de Empresas Tenysol, que además de en Santander y Torrelavega, y de ser un referente en la fabricación de pinturas a nivel nacional, tiene extensiones en Cantabria ... y delegaciones en las principales ciudades de Asturias y Navarra. Gracia nació en Santander pero como empresario se forjó en Torrelavega –donde sigue teniendo su sede social– desde donde partió, en el año 1962, con una sencilla industria dedicada a la fabricación de pintura al temple que ha terminado siendo un grupo industrial puntero en su sector. En 1964 adquirió otra pequeña fábrica en Santander al tiempo que comenzaba a abrir tiendas de venta al público en la región.
El primer gran paso fue la apertura en La Albericia, en los años setenta, de un importante centro logístico de almacenamiento y distribución, llegando a la apertura de una gran fábrica ubicada en Los Tanagos, Val de San Vicente, un centro de producción totalmente tecnificado desde el que surte a empresas nacionales e internacionales. En 2005 incorporó al grupo la centenaria firma Ferroluz. «Sin prisa pero sin pausa», explicaba el empresario en una entrevista publicada por este periódico, medio con quien siempre tuvo una unión especial, No en balde, cuando se abrió la delegación de El Diario Montañés en Torrelavega y aún no disponía de sede propia, cedió sus instalaciones para facilitar el trabajo de los periodistas. De hecho, está en posesión del Búho de Oro, símbolo de este periódico, que le fue entregado en 1991.
Casado con Mercedes Velo es ahora su hijo Luis el CEO de las empresas que fundara su padre, mientras que su hija Laura, farmacéutica, es funcionaria del Gobierno de Cantabria. En el año 1982, con su empresa ya en franco crecimiento, fue elegido presidente de la Cámara de Comercio de Torrelavega, sustituyendo a Juan José Cacho, puesto que ocupó hasta 1991, suponiendo su gestión el principal revulsivo en el crecimiento y modernización de la centenaria institución en el pasado siglo, ampliando sus instalaciones y creando un servicio de asesoría y comercio exterior que llevó a decenas de empresas cántabras a exportar a países de Iberoámerica, donde Gracia Espada tenía buenos y amplios contactos comerciales.
Precisamente siendo presidente de la Cámara de Comercio trabajó arduamente para mejorar las posibilidades docentes de los jóvenes, ya que puso todos los medios físicos e influencias necesarias para que se creara en Torrelavega el que entonces era Seminario de Estudios Sociales, posteriormente convertido en escuela universitaria. Tuvo, como en muchas otras ocasiones, como 'cómplice' al entonces alcalde de Torrelavega –de quién fuera apreciado amigo–, José Gutiérrez Portilla. Cuando Gracia llegó a la presidencia de la Cámara se celebraba en el Mercado Nacional de Ganados la Feria del Mueble que él pasó a presidir, y que, gracias a su gestión personal y directa, terminó teniendo sede permanente en el recinto La Lechera, donde creó el Consorcio de Ferias de Cantabria y donde, bajo su auspicio y durante muchos años, se celebraron ferias tan importantes como Expo Láctea, Tecnivino, Automoción, Hábitat… codeándose con los mejores en la actividad ferial del Norte.
Igualmente propició la presencia de empresas de Torrelavega en eventos internacionales. En 1993, las cámaras de comercio de España le concedieron su máximo reconocimiento: la medalla de oro.
Tentado en ocasiones para ocupar cargos de relevancia, sólo aceptó presidir la Comisión de Control de la entonces Caja de Ahorros bajo la presidencia de Francisco Revilla. Ordenado, trabajador, inteligente, capaz y extremadamente honesto, dedicó todo sus saber y entender a ayudar a los empresarios desde este puesto de responsabilidad.
En el ámbito personal, Luis Gracia fue un amante de la cultura en sus múltiples manifestaciones. Autodidacta, fue un extraordinario coleccionista de pintura, especialmente de artistas nacidos en Cantabria. Como bibliófilo es notable su colección de libros de ediciones especiales y primeras ediciones, que gustaba de contemplar y releer en el amplio tiempo en que traspasó las responsabilidades de la empresa a su hijo. Melómano, dotado de gran voz, siempre estaba acompañado por música clásica, arias de ópera –especialmente Nabucco–, zarzuela, y siempre, con un libro entre las manos, especialmente de historia.
Fue igualmente santanderino, torrelaveguense y barquereño. En Santander había venido al mundo, en Torrelavega nació como empresario y vivió 25 años –siempre presumía de que los impuestos de sus empresas se pagaban en esta ciudad–, y en San Vicente de la Barquera posee una preciosa finca y pasó algunos de los mejores veranos de su vida.
Viajero impenitente visitó los cinco continentes, pero especialmente fue amante de los países iberoamericanos, a donde acudía frecuentemente, siendo extraordinario conocedor de su historia y donde, hasta hace relativamente poco, practicaba dos de sus aficiones, la pesca y el buceo, porque Luis Gracia fue un gran deportista. Aficionado a la buena mesa y a las largas conversaciones fue buen amigo de sus amigos, fiel hasta el paroxismo, y siempre gozó del respeto de cuántos tuvieron que tratar con él. El resumen de su biografía lo hizo él mismo en una entrevista en El Diario: «He intento a atravesar la vida con sinceridad y honestidad, sin dejar a nadie tirado en la cuneta».
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