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El Boletín Oficial del Estado publica hoy la declaración de La Lechera como Bien de Interés Cultural, con categoría de museo. Pero para el Ayuntamiento de Torrelavega las noticias no son demasiado buenas. El Gobierno acepta solo a medias las alegaciones del Consistorio. Las ... piscinas cubiertas se quedan fuera del entorno de protección, pero no la zona donde ahora hay un aparcamiento ni la nave número 10, donde el Ayuntamiento quería construir un conservatorio y unas piscinas al aire libre.
El Ejecutivo regional no ve descabellado excluir del entorno las instalaciones deportivas, «relativamente modernas», como se señala en el boletín, situadas en un extremo. Se entiende que no compromete la imagen de La Lechera. Sin embargo, el espacio libre «debe seguir formando parte del entorno de protección, para asegurar la plena percepción y comprensión del bien, puesto que su alteración afectaría severamente» la contemplación de la antigua fábrica.
El 'no' del Gobierno se basa en los informes emitidos por la Comisión Técnica de Patrimonio Científico, de las Instituciones Consultivas y del Servicio de Patrimonio Cultural, que se refieren a La Lechera como «un conjunto».
El BOE señala que las distintas industrias que ocuparon este espacio «fueron realizando modificaciones y adaptando los espacios a sus necesidades» y todos esos edificios son hoy en día «apreciados» por los vecinos de la capital del Besaya como «integrantes del complejo, cuyos valores industriales y no arquitectónicos se resaltan en esta declaración».
Fue el pasado 22 de octubre cuando el Gobierno dio el visto bueno a la declaración de La Lechera como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de monumento. «Una buena noticia para seguir trabajando en la rehabilitación prevista en colaboración con el Consistorio torrelaveguense», dijo en su momento el vicepresidente Pablo Zuloaga.
El objetivo es que el edificio industrial sirva como sede permanente de la Colección Norte del Gobierno de Cantabria y se convierta también en un centro de talento y creación.
Construida en 1899, esta fábrica es un referente de los edificios industriales que se construían en el norte de España durante el siglo XIX. En sus orígenes fue una fábrica de azúcar 'Azucarera Montañesa' y posteriormente se adaptó a la producción de leche condensada 'El Niño'. Estuvo en servicio hasta 1970.
El edificio más destacado de la fábrica es la nave situada en el extremo Sureste, que abre su acceso sobre el testero o piñón lateral del edificio y que sirvió como entrada para la carga y descarga de carros y camiones a la fábrica.
Destaca además, la gran chimenea de fábrica de ladrillo, uno de los elementos más singulares que perduran del proceso de industrialización del siglo XIX y principios del XX. La chimenea era parte esencial de la imagen de estas primeras industrias, que habían de expulsar los humos de la combustión a suficiente altura para garantizar las condiciones higiénicas y no perjudicar por toxicidad o malos olores a las poblaciones cercanas.
La chimenea de ladrillo de La Lechera es la más alta de este tipo de construcciones industriales de la época que ha sobrevivido en la región.
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