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Fue a última hora de la tarde del domingo, en torno a las ocho. Una llamada de un vecino al Centro Inteligente de Mando, Comunicación y Control (Cimacc, la sala del 091 de la Policía Nacional de Torrelavega) alertaba de varias detonaciones que se habían escuchado en el barrio de La Inmobiliaria, en el aparcamiento junto a la calle Pintor Varela. Cuando las dotaciones llegaron al lugar de los hechos, instantes después del aviso, se encontraron a un hombre de entre treinta y cuarenta años con un disparo en una pierna. A última hora de la noche, el operativo policial seguía trabajando para tratar de localizar al autor de los disparos. Todo, entre la evidente conmoción del vecindario.
El fin de semana terminó de forma ajetreada en el barrio de La Inmobiliaria. Las primeras hipótesis que se manejaban en la zona apuntaban a que los disparos, que fueron tres, se produjeron desde un piso, desde una ventana, y en dirección hacia la calle. Al lugar se trasladaron los efectivos de la Policía Nacional, también agentes de la Policía Local y personal sanitario, que se encargó del traslado del herido de bala hasta el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander. En principio, según confirmaron a este periódico fuentes de la investigación, la herida en la pierna no parecía de gravedad (más allá de tratarse de un disparo).
El vecindario se manejaba pasadas las diez de la noche entre el revuelo por la presencia de numerosos efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado desde hace rato y el nerviosismo por lo que acababa de ocurrir. Tiros, un herido, ambulancias, agentes... En ese escenario, los investigadores trataban de dar con el autor de los disparos, aunque pasado un rato, a eso de las once de la noche, aún no había personas detenidas.
El sonido de los disparos de este domingo no es nuevo en Torrelavega. A mediados del pasado diciembre, las autoridades se felicitaban tras la operación de la Guardia Civil que logró desarticular a un grupo criminal y a los presunto autores de varios altercados con balas de por medio.
Porque fueron varios episodios. En junio, a finales, el mediodía de un sábado estuvo salpicado de disparos en el Barrio Covadonga. Al parecer, tiraron desde un vehículo y las balas impactaron contra un edificio y un par de coches. No hubo heridos, pero sí un importante revuelo y, sobre todo, mucha preocupación. Y fue en aumento. En noviembre, un tiroteo doble. Primero en Barreda y luego en Campuzano y una joven herida alcanzada por una bala. Por el medio, entre un suceso y otro, además, una operación antidroga que protagonizó la Guardia Civil.
Se habló entonces de enfrentamientos entre «familias conocidas» para los agentes que trabajan en la capital del Besaya. Con las detenciones de diciembre el asunto parecía zanjado, pero las balas han vuelto a sonar en la ciudad y las alarmas vuelven a encenderse.
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