La inestabilidad del suelo obliga a inyectar 300 toneladas de hormigón en el Palacio municipal

Han pasado cerca de cinco meses desde que la máquina pilotadora llegó al bulevar y empezaron las tareas más importantes de la consolidación, pero bastaron unas semanas para que la adjudicataria –Rotedama–, primero, y la Consejería y el Ayuntamiento, después, se dieran cuenta de que algo no estaba bien: el suelo sobre el que Joaquín Rucoba levantó el vestíbulo para Luciano Demetrio Herrero entre 1890 y 1906 está completamente lleno de agua. Es un estanque de lodo. Y hay que endurecerlo como sea para que la estructura no se venga abajo en cualquier momento.

Ampliar

En los últimos dos meses, el departamento de Gochicoa ha logrado corroborar que las inyecciones de cemento sí funcionan para reforzar el subsuelo y evitar el derrumbe. Para hacerse una idea de cómo trabajan desde entonces los operarios, la solución se basa en la introducción de unos tubos que, a través de unos orificios y mediante fuerza a presión, logran cubrir la superficie con un manto de lechada de hormigón –agua y cemento–. Según ha declarado el jefe de Obras Públicas, esta alternativa permite trabajar de manera muy exacta, «calculando» cada inyección.

Corroboradas las bondades de este sistema, la Consejería y el Ayuntamiento han visitado esta mañana el edificio de Rucoba para dar a conocer el 'minuto y resultado' de las labores. Javier López Estrada ha sido, junto al número dos del equipo de gobierno (PRC-PSOE), José Manuel Cruz Viadero, uno de los responsables municipales que se ha acercado al Bulevar de Demetrio Herrero y ha garantizado la estabilidad del Palacio. «Está perfectamente asegurada», ha declarado, antes de dar por buenos los plazos marcados por Gochicoa: «Para nosotros –febrero o marzo de 2023– es una fecha admisible».

Para entonces, el edificio de Rucoba volverá a ser capaz de cobijar las rutinas que amparó durante 75 años, desde su inauguración oficial como Ayuntamiento de Torrelavega el 24 de enero de 1926 –seis meses después de que la Corporación municipal lo comprara por 275.000 pesetas–. Los primeros síntomas graves de envejecimiento llegaron después de esos tres cuartos de siglo, en 2001, si bien la última sesión convocada en su salón de plenos se celebró el 2 de noviembre de 2017. Este es, de hecho, uno de los espacios más afectados.

El desalojo del Palacio había empezado y, con él, la dispersión de todos los servicios municipales. El primer departamento que se largó de ahí y dio la espalda a los ruidos y vibraciones que hoy marcan la rutina de otros funcionarios fue el de Urbanismo, en 2004; los dos últimos, Recaudación y oficinas de los grupos políticos, ultiman su traslado a la calle Berta Perogordo. La diáspora no convence a ACPT, que intuye una intención de «ocultar» a la oposición por parte de la coalición. Si lo quieren, se pueden quedar donde están. Aunque desde fuera no lo parece, sus oficinas se hallan en un inmueble colindante al de Rucoba.