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Basta un simple paseo para comprobar que el barrio de La Inmobiliaria, uno de los más populosos de Torrelavega, tiene importantes problemas de ocupación ilegal de viviendas, inseguridad y falta de mantenimiento de algunos servicios públicos, entre otras carencias. De eso se ... quejan la mayor parte de los residentes, pertenecientes a una veintena de nacionalidades, que acusan al Ayuntamiento de no atender sus reivindicaciones y dejar que el distrito se deteriore de forma paulatina.
El presidente de la Asociación de Vecinos Río Indiana, Gonzalo Llamosas, nos muestra en primer lugar el estado de abandono del portal número 9 de la calle Marqueses de Valdecilla y Pelayo, el más afectado por la presencia de okupas. Los vecinos del entorno protestan desde hace varios años por sufrir 'daños colaterales': broncas, ruidos, fugas de agua, basura, ventanas arrancadas... Todo ello a escasos metros del colegio público del barrio (José María Pereda).
No obstante, Llamosas espera que el problema se resuelva en breve: «Creo que un señor ha comprado el edificio para arreglarlo y ha dado un plazo de 15 días a los okupas para que se marchen». La oposición en el Ayuntamiento también ha protestado por este asunto. El último partido que ha reclamado una solución al problema ha sido Torrelavega Sí. Su concejala, Blanca Rosa Gómez Morante, dice que el Consistorio debe asumir responsabilidades y que, si bien el inmueble es propiedad del denominado 'banco malo' (la Sareb), urge que «se dé respuesta a los muchos problemas que provoca en el vecindario».
Cerca de allí, otro vecino, Miguel, se queja de la presencia de un enorme socavón en el centro de la plazoleta de la calle Juan de Herrera. «Le he mandado dos cartas al Ayuntamiento, pero me contestan que esto es privado y que no pueden hacer nada», lamenta. No obstante, Gómez Morante también reclama una solución en este caso: «Son 159 viviendas construidas a mediados del siglo pasado y la urbanización interior se encuentra muy deteriorada y precisa reparación».
También evidencia falta de mantenimiento el Parque del Centenario, situado entre el Bulevar Ronda y el barrio. Llama especialmente la atención el estado de abandono de la bolera. Al lado vive Cecilia, muy enfadada con la situación: «Me compré el piso porque me encantan los bolos y esto me consume la sangre». «Pasan los años -explica- y aquí se juega a todo menos a los bolos. Entran los niños con las bicicletas, sus padres con los perritos para que hagan caca, crece la maleza y cada vez hay más baches. Así se tira el dinero de nuestros impuestos».
Dos jubilados, Leandro y Manuel, dicen que a los del Ayuntamiento les tiene que «dar vergüenza» lo que está ocurriendo con la bolera, pero a pocos metros el parque infantil también requiere de atención. Una madre, María José Iglesias, explica por qué: «Yo ya no llevo a mi hijo porque es un peligro. Hay vallas rotas, la estructura de madera que sujeta los columpios amenaza con soltarse... La falta de mantenimiento es total, los niños se pueden hacer heridas con tornillos, astillas...». Al igual que otros vecinos, María José denuncia este tipo de problemas a través de las redes sociales.
Cecilia vuelve a reclamar nuestra presencia porque tiene otra queja: la falta de limpieza. «Aquí tenemos ratas como gatos -señala-. Las tenemos por delante del edificio y por detrás, y entran en las casas. Mi marido mató cinco a una vecina en un primer piso. Estaban comiendo dentro de un armario». Cecilia levanta la rejilla de un imbornal para que veamos cómo «está todo atascado y lleno de mierda». Pero sus problemas con la suciedad no acaban ahí. Su cabreo sigue creciendo y la acompañamos a ver lo que lo que ocurre en un callejón situado a la altura del número 5 de la calle Casimiro Saiz.
La primera sensación cuando se entra en el pasadizo es que se ha producido un salto en el tiempo hacia atrás. «Bienvenido al tercer mundo. Aquí las ratas son todavía más grandes», dice el presidente de la asociación vecinal. El firme es de tierra y está lleno de baches, huele mal, la basura se acumula en los rincones y hay algunos coches aparcados junto a las puertas de viejos almacenes y garajes. «Tengo miedo a que se me caiga una pieza cuando estoy tendiendo la ropa. Me da pánico tener que bajar al callejón», afirma Cecilia. «Esto también lo venimos denunciando en el Ayuntamiento, pero nos dicen que es privado», señala Llamosas.
En voz baja, con cierto temor, un señor mayor, Carlos, afirma que la falta de seguridad es otro de los grandes problemas del barrio. «Todo el mundo sabe que aquí hay robos y se trafica con drogas», denuncia. El presidente de la asociación se defiende: «Eso pasa, pero cada vez menos. La Policía patrulla mucho en coche y lo que estamos pidiendo es que lo haga también a pie».
Para concluir, Llamosas hace hincapié en la necesidad de acabar con la presencia de excrementos de perro tirados en la vía pública y reclama que se urbanice «el tramo que falta» en la calle Hermilio Alcalde del Río. También demanda la construcción del aparcamiento en altura en la finca de La Carmencita, proyecto que el Ayuntamiento anunció hace varios años y que aún no ha ejecutado.
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