Investidura antes del vermú
Tranquilidad ·
El acto para alzar a López Estrada en Torrelavega dejó una sesión plácida y sin más sorpresas que las que llegaban de otros municipios de Cantabria a través de los móvilesSecciones
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El acto para alzar a López Estrada en Torrelavega dejó una sesión plácida y sin más sorpresas que las que llegaban de otros municipios de Cantabria a través de los móvilesSería injusto decir que la sesión para investir a Javier López Estrada como alcalde de Torrelavega fue un mero paseo si sus señorías, aún con el pacto cerrado y la mayoría garantizada, hubieran demostrado cierta inquietud o hubieran esperado hasta el último momento para soltar ... alguna broma, pero no fue así. La investidura estaba hecha. Lo estaba y, sobre todo, lo pareció. Salvando el taconeo del propio candidato –más pudoroso– hasta el último momento, la formalidad de quienes estrenaban representación o los rostros más bien serios en un PP relegado a la oposición tras ganar las municipales, los representantes que alzaron a López Estrada como regidor demostraron de todo menos tensión. Hubo risas, canturreos, bromas sobre el sentido del voto y hasta comentarios sobre las sorpresas en otros consistorios. «¡Ha habido traición!», llegó a mascullar alguno durante la cita, marcada por la tranquilidad y un ambiente familiar que se desató por completo durante el aperitivo, el vermú y la cañas de después.
Ese plan ya sobrevolaba los deseos de sus señorías antes de los juramentos y las papeletas: «Unas aceitunas vendrían...». Faltaban pocos minutos para el mediodía y en el salón de Plenos del edificio municipal de Baldomero Iglesias ya estaban todos los ediles, pero no sentados, sino revueltos. Abrazos y besos, con los que empiezan su etapa en la cosa pública; choques de manos, con aquellos que vuelven después de unos años fuera;un poco de todo, con los amigos y familiares que ocuparon las sillas para invitados –uno de ellos el exalcalde socialista José Manuel Cruz Viadero, ya retirado de la vida pública–.
Algunos de los síntomas más reveladores de esa tranquilidad se propagaron durante las intervenciones de Arturo Roiz, concejal de Torrelavega Sí, representante más mayor de la Corporación y como tal, miembro de la mesa de edad junto a Nacho González (PRC), el más joven. La sintonía de ambos, las réplicas y algún que otro despiste a la hora de dirigir el acto plagaron el salón de sonrisas e hicieron del clima aún más entrañable.
Sólo la solemnidad de los juramentos –fórmula mayoritaria entre los ediles– aparcó ese júbilo, pero entonces empezaron a llegar los 'wasaps' y las noticias. De San Vicente de la Barquera, Ruiloba... Los móviles, que hasta entonces habían estado en la mesa con las gafas de sol y los abanicos, echaban humo. «¿Qué ha pasado?», «¿qué?», «¿sorpresa dónde?», alternaban.
No todos estuvieron tan pendientes. Hubo dos protagonistas muy centrados en lo suyo: López Estrada, que demostró no dar nada por hecho hasta el final estrechando sus manos y revelando síntomas de inquietud;y José Luis Urraca, que no se desabrochó el botón de su americana hasta justo después de prometer. Confirmada la Alcaldía, ambos se felicitaron. Volverían a juntarse minutos después, durante la sesión de fotos. Aquí, una maldad:estaban PRC y PSOE preparando la foto de coalición cuando un rival que estaba por ahí dijo:«¿Pero cómo se van a entender para gobernar si ni siquiera se entienden para posar en la foto?».
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