Jóvenes sordos sin barreras en Cantabria

Esta iniciativa de ocio accesible en lengua de signos, congrega a cien jóvenes de entre 18 y 30 años de toda España, junto a quince monitores y mediadores comunicativos e intérpretes. Se reúnen para disfrutar de actividades como el surf, la montaña, rutas por la comarca de Liébana, visitas a Altamira, a la Península de la Magdalena y otras diferentes dinámicas sobre temas de interés para la juventud sorda. Todo ello con el objetivo de intercambiar experiencias en un entorno libre de barreras comunicativas y conocer más de la cultura que rodea la comunidad cántabra.

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Estas jornadas, organizadas por la Comisión de Juventud Sorda Cántabra (JovesorCAN) y la Comisión de Juventud Sorda de la Conferencia Estatal de Personas Sordas (CJS-CNSE), tuvieron ayer su apertura en el Polideportivo del Centro Rural de Innovación Educativa (CRIE) de Viérnoles. Entre los asistentes, se podían palpar tanto los nervios como las ganas del primer día. «No tengo palabras para expresar lo que significan estas jornadas para mí», confiesa Pilar. Tiene 30 años y viene de Las Palmas, este es su tercer año. «Me encanta la filosofía de los campamentos. Sobre todo, poder conocer otras culturas, en este caso, la de Cantabria». Reivindica la necesidad de encuentros de este tipo dado que las personas sordas deben «estar en igualdad de condiciones que las oyentes». Como ella, muchos de sus compañeros también ven en los campamentos una oportunidad para acabar con las barreras comunicativas de la población. «Es una ocasión para conseguir que la comunidad sorda gane visibilidad. Se nos tiene que dar el lugar que nos merecemos, por ejemplo, mejorando nuestra calidad de vida en ámbitos como el sanitario o el social», asegura Pablo, un joven de 21 años que viene desde Sevilla. «También quiero -añade- disfrutar del ambiente al aire libre y del tiempo, que me encanta aunque sea muy diferente al de Andalucía».

Algunos participantes tienen en mente llegar a ser monitores algún día. Como por ejemplo, Ivan y Claudia. El primero, tiene 22 años, viene de Madrid y este es su segundo año. «Me encanta participar en este tipo de actividades y me gustaría poder ser monitor algún año». La segunda, que también es de la capital, tiene 18 años y es una de las más jóvenes. «Me encanta conocer gente y nuevas culturas. Espero poder llegar a ser monitora».

Como sus otros compañeros, ambos madrileños aseguran que este encuentro es una oportunidad para «abrir el horizonte hacia una sociedad inclusiva». «Voy por la calle y no puedo comunicarme ni expresarme en mi lengua. Pero, este tipo de campamentos hacen que nos podamos relacionar de forma libre», apuntilla Ivan. Y, aunque Claudia sea una de las novatas, lo tiene claro: «Tenemos hambre y ganas de comunicarnos y el campamento es una oportunidad enorme para ganar autoestima y conocer más acerca de la cultura sorda».

Pablo Telechea, director del Campamento Estatal de Juventud Sorda, también comenzó como participante. Este es su primer año al frente. «Se me ponen los pelos de punta al ver que continuamos hacia adelante, encima es todo un orgullo que sea en mi tierra». A su juicio, esta nueva edición es sinónimo de 'Jóvenes sordos infinitos', el lema de este año.