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La restauración de la legalidad previa a la pandemia y, con ella, la reconquista de los espacios que los ayuntamientos prestaron a la hostelería de ... vuelta a los peatones viene siendo un asunto caliente en Torrelavega desde hace meses. A un lado, los vecinos, hartos de esquivar mesas durante sus recados a pie; al otro, los hosteleros, convencidos de su derecho a seguir utilizando esos metros demás y de la vigencia de un contexto, el del covid, que aún hoy justificaría la excepcionalidad. En medio: el Ayuntamiento de Torrelavega, que dice estar de acuerdo con el retorno a la situación original de la ordenanza y, al mismo tiempo, viene dando largas al asunto desde la primavera del año pasado, concretamente desde que la mascarilla dejó de ser obligatoria en la mayoría de espacios -en abril de 2022-. El fin de las 'terrazas covid' ha pasado a ser como la última gira de los Rolling Stones. Se anuncia mil veces y nunca llega de verdad. Se dice que estará para mayo y no pasa nada; se garantiza mano dura en verano y las mesas siguen ahí; luego para otoño, más de lo mismo. Hace muchas semanas que la oposición tiene la mosca detrás de la oreja y asiste a la dilación de la reforma y, sobre todo, a la eternización del contexto pandémico, una excepcionalidad que, más que excepcional, va camino de ser la norma vigente después de dos años con mando en las plazas, los bulevares y las aceras de la capital del Besaya.
Precisamente por eso, colectivos como la Mesa de Movilidad del Besaya se han hartado de esperar. La agrupación, igual de indignada que los vecinos que vienen poniendo el grito en el cielo hasta ahora, señala hasta «16 infracciones flagrantes de la ordenanza» y, no solo eso, exige a la Policía Local que ponga freno a lo que considera una «abusiva proliferación de mesas y sillas acaparando calles y plazas» o, dicho de otra forma, «una violación sistemática de la ordenanza municipal de terrazas de ciudad». ¿Qué tipo de incumplimientos se están dando en las mesas al aire libre? El organismo enumera casos de todo tipo: desde terrazas que dificultan el tránsito peatonal, la accesibilidad a hogares y comercios; las que directamente impiden la entrada de los servicios de emergencia; todas esas mesas que generan inseguridad vial, porque taponan la visibilidad de los pasos peatonales; hasta todas aquellas que superan los límites marcados por el Ayuntamiento de Torrelavega y participan en esa «ocupación masiva» que denuncia el organismo. Tampoco es la primera vez que la entidad presidida por Javier Polanco da un aviso a navegantes de este tipo y hace inventario de las terrazas. «El colectivo ya presentó hace un año otro detallado informe ante el Secretario General del Ayuntamiento que ha sido ignorado».
Esa falta de respuesta, al colectivo y a la sociedad, tiene causas, «un incumplimiento sistemático de la ordenanza por parte del Ayuntamiento y los locales de restauración, y también consecuencias claras para los ciudadanos que transitan por la ciudad. No es lo primera vez que leen algo similar en este periódico, en las redes sociales o durante un paseo por el centro de la ciudad: «Graves trastornos cotidianos a la ciudadanía» y, especialmente molestos para unas «personas mayores, con movilidad reducida o con dificultades de visión» a las que «no se les garantiza la accesibilidad, la seguridad vial, el bienestar ni la calidad del espacio público urbano» -sin mencionar la protección del arbolado, que la Mesa también enumera-. El comunicado sostiene una máxima fundamental y de la que, de hecho, el Ayuntamiento también ha hecho bandera cada vez que ha amagado con recortar metros a las terrazas: a la hora de usar los espacios públicos, los intereses públicos estarán siempre de los intereses privados.
La situación que viven plazas como la del Tres de Noviembre, Baldomero Iglesias, La Llama o Pequeñeces, dicen, es muy reveladora de esta suerte de parálisis temporal en la que ha quedado congelada la ordenanza. Esa afirmación admite serios matices para la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC), hasta hace no tanto convencida de la fuerza con que el coronavirus venía atacando hasta la octava ola y, por tanto, de la «necesidad» de mantener este periodo de excepcionalidad. «La situación del covid no ha terminado», razonaba ante El Diario el abogado de la entidad, Jesús Vélez, el pasado otoño. La Mesa de Movilidad del Besaya, por su parte, niega la mayor. «La etapa pospandemia en la que se entendió que se debía compensar al sector hostelero por el declive económico fruto del covid ha quedado felizmente superada», subraya, antes de asegurar que «son los propios empresarios los que reconocen que están batiendo cifras récord de afluencia y beneficios».
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