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Desde que se puso en marcha este verano, la renovación del entorno planteada para el barrio San Lorenzo de Campuzano estaba dividida en dos ... obras diferenciadas: la primera, centrada en el hormigonado y la mejora de la calle en general; y la segunda, basada en rematar la faena con el acondicionamiento de las aceras. Primero una y luego la otra. En paralelo, imposible. De acuerdo. El problema es que entre ambas han pasado más de dos meses, dejando a los vecinos del entorno sin aceras y completamente privados de un acceso seguro a su propio hogar. Porque no lo es. Ni para personas de mediana edad como Ana San Román, que viene denunciando este «despropósito» desde hace semanas, ni para, por ejemplo, su madre, de 78 años y prácticamente recluida en la casa de al lado si no fuera por la ayuda que su familia le presta para salir.
«Terminaron la calzada a finales de octubre y se largaron dejando todo esto así», relata San Román, una de las vecinas a quien el concejal de Obras y primer teniente de alcalde, José Manuel Cruz Viadero, viene dando explicaciones y pidiendo un poco de paciencia mientras el Ayuntamiento ultima la adjudicación de la segunda fase. Ese trámite, valorado en algo más de 40.000 euros, se resolverá en los próximos días para que las palas lleguen a la zona «pasadas las fiestas», como avanzó el edil a preguntas de El Diario Montañés: «Falta terminar de asfaltar las aceras y algún detalle más. Es un proyecto aparte. No se puede hacer de forma paralela». En el lapso entre unos trabajos y otros, la espera ya se ha cobrado algunas caídas -sustos sin importancia- y en el hartazgo de los residentes. «Entiendo que no se pueda hacer todo a la vez, pero, ¿entonces por qué nos levantaron las aceras hace meses?», se pregunta San Román.
Entre tanto, su marido, Luis, y otros vecinos que no están dispuestos a esperar más hasta que el Ayuntamiento haga algo, se han encargado de adecentar un poco la zona. Suavizan los bordillos, acomodan el grijo y crean una pequeña rampa... Al menos para evitar que las ruedas del coche se vean dañadas. «Si tienes dos proyectos que se solapan, ponte de acuerdo y hazlo bien», coincidían él y su hijo, antes de señalar las vallas de obra, el grijo y el polvo en general que aún domina este entorno residencial.
La situación a la que han quedado abonados los accesos a los hogares del barrio San Lorenzo se quedaría en una molestia no tan grave para ellos si no fuera porque llueve sobre mojado. Han pasado cuatro meses desde que algunas familias de la zona expresaron su enfado con el Ayuntamiento precisamente a cuenta de este mismo asunto. Esta obra ya viene de atrás.
«Una falta evidente de seguridad» o «carencias graves» son algunos de los comentarios que, a mediados de septiembre, ya venía dejando la primera fase de la obra. Los «cambios constantes» que distinguieron las labores de Senor fueron un auténtico quebradero de cabeza para los vecinos. No se trató únicamente de una actuación «interminable» y plagada de dudas, no. Esa «falta de seguridad» llevó a los afectados incluso a sopesar medidas legales contra el Ayuntamiento, si bien Cruz Viadero tuvo a bien visitar la zona inmediatamente después de las quejas para apaciguarlas.
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Ana del Castillo
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