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«Ha sido más aparatoso que grave», decía en la tarde de ayer el concejal de Seguridad de Torrelavega, Pedro Pérez Noriega, tras ser preguntado ... por este periódico por el accidente laboral que acababa de ocurrir en el número 2 de la céntrica calle Joaquín Hoyos. La ejecución de una obra de reforma provocó la caída del suelo de las buhardillas sin causar ni heridos ni daños en la estructura del edificio, próximo a la confluencia con la calle Consolación.
El peso del hormigón, todavía sin compactar, motivó el desplome de una viga sobre el segundo piso, que ha quedado apuntalado. La suciedad provocada por el derrumbe ha afectado, incluso, a los negocios del primer piso (una clínica dental y una peluquería), según ha explicado Pérez Noriega, que se personó en el lugar del accidente, en el que trabajaron efectivos del Parque de Bomberos y de la Policía Local.
El suceso provocó la lógica expectación entre los viandantes, que siguieron los acontecimientos desde el entorno del inmueble, vallado por seguridad. Ningún vecino tuvo que ser desalojado y la calle quedó cortada al tráfico durante el operativo, señaló el edil del área.
Mientras actuaban los bomberos y los policías locales, algún vecino de la zona recordaba en la acera otro accidente, mucho más grave, ocurrido en la misma calle en abril de 2011. Las trece familias que vivían en el número 12 de Joaquín Cayón tardarán en olvidar lo ocurrido. Un espectacular incendio destruyó gran parte del centenario edificio en el que residían y les dejó en la calle con lo puesto.
Al filo de la seis de la mañana, la propietaria de la buhardilla en la que se originó el fuego, dio la voz de alarma a la Policía Local. A partir de ese momento, todavía de noche, todo fueron nervios, angustia y más de una lágrima. No hubo heridos, pero sí grandes daños materiales. Las llamas devoraron la cubierta y la última planta, la cuarta, se desplomó sobre la tercera. Los vecinos tardaron varios meses en regresar al inmueble, que tuvo que ser rehabilitado.
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Ana del Castillo
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