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Basta con leer los datos sanitarios para corroborar que, atenuación de medidas y éxito de la vacunación al margen, el covid sigue haciendo daño a la población de Cantabria. Torrelavega no es ajena a esta extraña fase de la crisis. De hecho, la persistencia del ... virus se ha traducido en una suerte de 'quiero y no puedo' para uno de los trámites más importantes del Ayuntamiento: el diseño de una ordenanza que de por zanjada la situación de riesgo y, con ella, el fin de la excepcionalidad de las 'terrazas covid', aquellas que, con permiso del Consistorio y de los edificios colindantes, pudieron ganar unos metros de más a sus espacios al aire libre.
Ese balón de oxígeno nació con los días contados. El problema es que no existe un criterio para saber cuántos quedan exactamente. Porque, ¿cuándo termina la pandemia? ¿Con el fin de la mascarilla obligatoria, en abril? ¿Cuando remitan los datos de una forma más clara? No se sabe. Entre tanto, los hábitos de consumo van cambiando y las mesas al aire libre cotizan más alto que nunca entre los consumidores. Los hosteleros lo saben y están decididos a defenderlas. En frente, un sector de la población con las mismas ganas por recuperar el espacio público; en la mitad, el Ayuntamiento, decidido desde hace meses a decretar ese fin pandémico a través de una resolución de Alcaldía y una nueva ordenanza, pero, al mismo tiempo, sensible a todos esos síntomas para tratar de conciliar una normativa lo más razonable posible antes de que acabe el año.
Son 200 terrazas las que, dispersas por toda la ciudad, se verán afectadas por ese movimiento. Al margen de esas «dudas» que genera la octava ola, la Concejalía de Economía, Hacienda, Industria y Seguridad Ciudadana de Pedro Pérez Noriega quiere diseñar un código más o menos conciliador y dar cobertura a algunos pocos espacios que, por su ubicación y otras circunstancias, no han generado un conflicto en estos últimos años de pandemia.
El equipo de gobierno puede armonizar el uso público y privado en algunos casos, pero no en todos. Eso es «imposible», como avanza el concejal de Seguridad. La casuística es muy caprichosa en cada negocio, pero realmente se circunscribe a dos grandes tipos de espacios en lo que a la ordenanza antigua se refiere. Su contenido, delimitado con números y medidas, inspira la parte fundamental de lo que aspira a ser la nueva normativa.
Ese regreso entiende, básicamente, de dos normas. Y para cumplirlas, basta con conocer el 'epígrafe' que ocupa cada hostelero -o mejor dicho, su terraza- en el criterio del equipo de gobierno. A sus ojos, existen tres grandes tipos de usos al aire libre, pero sobre todo dos básicos: el de aquellos que crecieron a lo ancho, siempre con permiso de los edificios colindantes; y los que se dispersaron a lo largo, nunca sobrepasando más del 50% de la calle y dejando 1,80 metros para el tránsito de personas.
Esas medidas no se han elegido de manera arbitraria. De alguna manera tratan de encarnan los derechos de vecinos con movilidad reducida o a todas aquellas familias que pasean con un carrito para el bebé, entre otros ejemplos. La ordenanza debe contemplar a todo el mundo. Un ejemplo ilustrativo. Pongamos por caso una calle de seis metros de ancho y con dos terrazas a cada lado. Juntas, podrán ocupar tres metros -uno y medio para cada una-, pero nunca más.
La tercera gama de terrazas dentro de la tipología se refiere a una de las pocas excepciones que contempla el regreso a la vieja ordenanza: las tarimas -zonas de estacionamiento convertidas en terrazas al aire libre-. Salvo en contadísimas ocasiones, los hosteleros podrán seguir contando con este recurso, uno de los más socorridos de los últimos años en las calles de la ciudad.
La manifestación más insistente y, con ella el retraso en los planes municipales, llega apenas dos semanas después de que los hosteleros de Cantabria se apoyaran en los datos del covid para defender el sostenimiento de la excepcionalidad. El número de contagios, la octava ola y las tendencias de un cliente cada vez más cerca de la calle que del interior rigieron entonces las alegaciones presentadas por la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC).
200 terrazas dispersas por Torrelavega se ven afectadas por el cambio de la ordenanza.
El consumo al aire libre y la distancia interpersonal siguen siendo un activo demasiado importante para los negocios y unos clientes con mayor predilección que nunca por las mesas en el exterior. Según argumentan, las razones que motivaron la ampliación de las terrazas siguen estando «muy presentes» a ojos del tejido hostelero: «La situación del covid no ha terminado».
De ahí su intención de defender cada metro de sus terrazas. «Es una necesidad», señaló a preguntas de El Diario Montañés el abogado de la entidad, Jesús Vélez, en línea con el portavoz municipal de Ciudadanos, Julio Ricciardiello, partidario de efectuar los cambios justos y necesarios en la normativa. «Si quitamos las terrazas de las calles ya sí que damos la puntilla a la economía de Torrelavega», avanza.
Pedro Pérez Noriega
Como responsable del departamento de Economía, Hacienda, Industria y Seguridad Ciudadana, el concejal Pedro Pérez Noriega es consciente del impacto que la reforma de la ordenanza puede generar en algunos de los establecimientos hosteleros de la ciudad. «Sabemos que afecta a los empleos, pero no se puede ocupar la calle», sintetiza el edil, antes de mostrar su disposición a «congeniar» un modelo razonable para peatones y negocios. De manera paralela a este cambio normativo, el Ayuntamiento trabaja también en una resolución de Alcaldía llamada a poner fin a la excepcionalidad de estos espacios al aire libre.
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