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El Palacio municipal ya se tiene en pie. Después de unos diez meses de obras –entre puntales, primero, y con inyecciones de cemento, después–, ... la Consejería de Obras Públicas ha logrado subsanar el problema estructural que se empezó a manifestar en 2001 y, que, en las últimas dos décadas y tras un escalonado proceso de desalojo, ha distinguido al edificio no sólo como uno de los más importantes del patrimonio de Torrelavega sino también como uno de los inhabitables. Desde aquel día, la Administración fue abandonando un Palacio renqueante y en riesgo de derrumbe; hoy, y gracias a una inversión de la Consejería de 667.843 euros, puede soñar con volver a trabajar junto a sus pomposos murales, cúpulas y vidrieras del siglo XIX. Ahora llega el momento de que este erario abandone los almacenes donde está custodiado y vuelva a casa. Consolidado el Palacio, empieza su lavado de cara. En verano, dice el Consistorio. Y el maquillaje costará cerca de 8 millones.
Si han pasado en las últimas horas por el Bulevar Luciano Demetrio Herrero –para quien fue construido como residencia familiar entre 1890 y 1906, antes de ser adquirido por el Ayuntamiento en 1925–, ya habrán visto que los operarios de OPG han empezado a recoger sus cosas. Casi un año y una inyección de 300 toneladas de cemento después, la adjudicataria deja la ciudad con el trabajo hecho. «No es una obra vistosa, pero era totalmente necesaria para salvar un edificio emblemático», declaraba esta semana la consejera del área, Jezabel Morán, tras una visita a Torrelavega.
Vistosa no ha sido, ni para los que han sufrido filtraciones de cemento en sus garajes –en Julián Ceballos– o para quienes, día sí y día también, han convivido con los ruidos. Eso último, al menos, formaba parte de lo esperado. Por lo demás, la consolidación del Palacio prometía ser espinosa y, efectivamente, ha sido todo lo compleja que podía ser. Desde que empezó en junio, el rescate al viejo Consistorio no prometía más que máquinas pilotadoras, otra adjudicataria –Rotedama– y una meta: apuntalar el inmueble. Lo que nadie esperaba es que la estructura fuera en realidad mucho más endeble y que estuviera levantada literalmente bajo una balsa de lodo. Hubo que cambiar los planes.
Y cambios clave. En lugar de insertar una serie de tubos con una máquina pilotadora, la Consejería –entonces dirigida por José Luis Gochicoa– tomó la decisión de cambiar el proyecto prácticamente contra reloj, inyectar 300 toneladas de hormigón bajo el edificio y endurecer así una superficie que, ya en noviembre, no sólo había demostrado ser incompatible con la perforación original sino que literalmente se tambaleaba y sufría desviaciones al mínimo sondeo.
No ha sido una obra fácil, no. Lo importante es que el viejo edificio de Rucoba ya es «totalmente estable», como acentuaba en dicho encuentro el alcalde, Javier López Estrada, agradecido a la atención que la Consejería ha dedicado a la capital del Besaya en esta legislatura –que vio comenzar la creación de la carretera Viveda-Duález hasta la mejora de la avenida Fernández Vallejo en Viérnoles, entre otras–.
Estabilizada la carcasa del centenario edificio, el Ayuntamiento se enfocará ahora en sacarle cera a todo su interior. Y aquí no hay menos trabajo que fuera. Al contrario, el Consistorio contempla una inversión cercana a los ocho millones para que las vidrieras, las cúpulas y los murales del XIX que distinguen a la corriente afrancesada del Palacio luzcan como antes. Y algo importante: en dos años, hará un siglo desde que Torrelavega compró el edificio a su dueño, Luciano Demetrio Herrero, por 275.000 pesetas. Si la rehabilitación se pone en marcha este verano, como se propone el alcalde, el centenario del histórico Ayuntamiento puede traducirse en el fin de la diáspora que, desde hace años, sufre toda la actividad municipal de la capital del Besaya.
Curiosamente, el primer servicio que recogió sus cosas debido al estado ruinoso del inmueble fue el de Urbanismo, en 2004, tres años después de que las paredes empezaran a dar síntomas de enfermedad. Esos primeros signos –grietas, desprendimientos...– se manifestaron 75 años de rutina consistorial después, si bien la última sesión convocada en su salón de plenos se celebró el 2 de noviembre de 2017. Este ha sido siempre, de hecho, no sólo uno de los espacios más afectados por la 'cojera' del inmueble sino también de los más preciados. Aquí, donde Demetrio Herrero solía celebrar sus fiestas, siempre han destacado las pinturas de Ramón Fraxenet, los murales y toda la ornamentación.
Se ha especulado mucho sobre el futuro del Palacio, sobre todo desde que, en 2019, unas facturas revelaron que Torrelavega había encargado la elaboración de un dossier sobre el edificio con destino al buzón de Paradores Nacionales. Esta semana, tras las reunión con la consejera, López Estrada aseguró que, una vez rehabilitado, el edificio pasará a ser sede del Ayuntamiento otra vez. El alcalde despeja así una duda que, desde que aquellas facturas saltaron a la luz, venían generando muchas suspicacias, también en su socio de gobierno, el PSOE, al que jamás gustó la idea de repensar el Palacio como un parador.
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