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Salida de los participantes en la marcha frente al pabellón Vicente Trueba de Torrelavega.

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Salida de los participantes en la marcha frente al pabellón Vicente Trueba de Torrelavega. Luis Palomeque

«Participar en la subida al Dobra te hace pensar en la gente que padece ELA»

La marcha solidaria por la esclerosis reúne en Torrelavega a más de cuatrocientos andarines que han recorrido los siete kilómetros hasta el pico de la capital del Besaya

Lucía Alcolea

Santander

Domingo, 29 de septiembre 2024, 14:12

A las diez menos cuarto de la mañana de este domingo, a unos cuantos metros de distancia del pabellón Vicente Trueba de Torrelavega, se atisbaban sobre todo globos verdes. Muchos. A medida que uno se iba acercando, ya se veían cientos de cabezas. Las de los cuatrocientos y pico participantes en la III Marcha Popular Bridgestone. Subida al Dobra', la prueba solidaria por la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), que organiza la asociación CanEla en Cantabria y que ha partido de la capital del Besaya. De la capital hacia el corazón del valle, el pico más alto, el monte Dobra. 7 kilómetros y 600 metros de desnivel. Una prueba no muy dura, pero un poco sí. Lo suficiente para sentirse orgulloso mientras uno suda la subida.

El ambiente previo era tranquilo, entusiasta, con los asistentes calentando los músculos a la sombra del pabellón. Con camisetas, dorsales, números, la voz del presentador saliendo de los altavoces y toda la aparatosidad que rodea a este tipo de pruebas populares. Aunque esta del Dobra es distinta por dos cosas. Una, que tiene un fin laudable y que además consiste en subir a un alto que los vecinos del valle llevan cerca del corazón. O en la pierna, donde Luis Fernando, de Tanos, se ha tatuado el monte. «El Dobra –dice– es nuestro pico, el que se ve desde cualquier punto de Torrelavega». Además, el mérito del de Tanos ha sido doble, porque Luis es uno de los arrastrasillas. El grupo de participantes que además de cargar con el peso de su propio cuerpo montaña arriba, llevan a varias personas que padecen ELA en silla de ruedas. Personas con discapacidad física que de otra manera no podrían tocar la cruz del pico del Dobra. Y les cargan a peso, entre varios, haciendo relevos y un esfuerzo ímprobo. Dice Luis que esto es «egoísmo positivo», porque al final el que mayor satisfacción sientes eres tú al hacerlo. Un hurra por Luis y los suyos.

Bueno, un hurra por todos los que participaron. También por Manuela Trueba, de Torrelavega, que ha hecho la marcha sola. Siempre se había sentido atraída por el pico del Dobra. «Lo veo desde casa y cada vez que salgo a andar, lo miro y me atrae». Ya subió hace dos años, también por la ELA. «Tomar parte te hace pensar en la gente que padece esta enfermedad, tenerla presente de alguna manera». A pocos metros de la mujer, esperaba la salida otra Manuela, apellidada Mencía, de León, junto a su padre, Enrique Iban. Bailarina de ballet, acostumbrada a hacer marchas nórdicas, nunca había subido al Dobra y tenía «ganas».

Y es que esta marcha se hace también –y mucho– en familia. Como la de Carolina Saiz, Sergio Fernández y sus hijos Erik y Nazan, de la Penilla de Cayón, acostumbrados a recorrer kilómetros a pie todos juntos. «Hace poco hicimos la del Cares y hoy hemos decidido venir aquí», explicaba Carolina, con tres globos verdes sujetos a la mochila. Y familia incluye perro, como Golfo, el can de Lorena Flores y su compañero. Estaban en la cola minutos antes de que diera comienzo la salida. Golfo parecía nervioso por empezar. ¿No se cansará el perro? «Para nada, él podría subir y bajar tres veces seguidas», aseguraba Lorena. Daba gusto verlo.

«Primordial para la sociedad»

Ya iba llegando la hora de partir. Por el micrófono, hablaba Luis M. Cala del Mazo, el presidente de la Sociedad Deportiva de Torrelavega, que ha dirigido el recorrido. «La solidaridad tiene que ser primordial para la sociedad», apuntaba. «Vamos a ir por la acera, despacito, con cuidado». Los participantes han recorrido la distancia entre Torrelavega y Tanos, donde se han agrupado de nuevo para continuar de forma paralela a la autovía hasta el polígono de Viérnoles, después el parque de La Pedrosa y luego, «hacia arriba poco a poco». «No es competitivo, es lúdico, para pasarlo bien y disfrutar», insistía Luis. La hora prevista de llegada tras recorrer los catorce kilómetros (siete de subida y otros tantos de bajada) era las dos de la tarde y minuto arriba, minuto abajo, se ha cumplido. Al llegar a meta, después de respirar, beber agua, darse abrazos, hacerse fotos y sentirse reconfortados, los asistentes han participado en un sorteo con regalos. Y seguro que la mayoría ha pensado en que el año que viene volverá al Dobra, por el monte y por la causa. Y porque al final supone también reconciliarse con uno mismo.

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