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Basta cruzar la pasarela sobre el río Saja-Besaya o, más todavía, descender a través de su conexión directa con el parque de Las Tablas para asistir a la escena: maleza tirada por el suelo, vallas de obras abandonadas a su suerte, cristales rotos, ... plásticos... Los paseantes que vienen y van hacia o desde El Patatal, chavales y vecinos de todas las edades que van a entrenar al Óscar Freire o disfrutan de un rato en la naturaleza de su ciudad, asistirían únicamente a la clásica escena 'posbotellón' si no fuera porque, desde hace dos años -cuando fue inaugurada-, tanto el mantenimiento de la pasarela como los planes para conectarla con uno de los pulmones verdes de Torrelavega siguen sin plasmarse en el terreno. El consuelo para esos torrelaveguenses -aplicable a lo segundo; no al abandono de la pasarela- es que existe un proceso de licitación encarrilado para urbanizar esta unión con Las Tablas por 404.131 euros. Entre tanto, las ramas, los restos de obra y la suciedad siguen desluciendo esta conexión, una infraestructura en la que se invirtió más de un millón y, poco más tarde de su segundo aniversario, está dejada a su suerte.
Pocos vecinos de Torrelavega cruzan este entorno y asisten al desamparo de la zona tantas veces como Jesús Amado Gutiérrez Pelayo, vecino de la ciudad y transeúnte habitual en la zona de la pasarela desde hace prácticamente medio siglo. «Lo tienen hecho una pena. La pasarela y toda la conexión», lamenta, antes de enumerar los «plásticos», los «restos de botellón» y toda la inmundicia que se acumula a la orilla del Saja-Besaya y que Pucho, su perro, tiene que sortear cuando salen de paseo. Ambos acaban de llegar por la rampa, pendiente de mejoras. El Consistorio avanza que dará el aviso al Serca para proceder a ese lavado de cara.
Entre tanto, los 133 metros de longitud que alargan la estructura siguen revelando la necesidad de un compromiso similar, sobre todo atendiendo a su papel como empalme fundamental para acceder al futuro parque de Las Tablas, un flamante espacio verde del que se viene hablando desde hace años y que integra uno de los anhelos del equipo de gobierno para esta legislatura. Para ser parte de ese reto, la rampa está acicalada más bien lo justo.
Jesús no es el único que, en los últimos dos años, ha ido asistiendo a esa decadencia, la de una pasarela que fue presentada como un revulsivo clave para conectar la ciudad no sólo con el parque sino con el Óscar Freire o el carril bici que termina en las playas de Suances. La Mesa de Movilidad del Besaya, también, viene siendo muy crítica al respecto de esta «dejadez» y «abandono» por parte del Ayuntamiento en los últimos meses.
Y eso que, por desgracia, esta infraestructuras sobre el río no es el única que está en un estado lamentable. En la localidad de Ganzo, otra pasarela y no de uno sino de 2,6 millones -financiados hace más de una década por el Gobierno de Cantabria- también viene siendo objeto de bastantes quejas por parte de esta agrupación y todos los vecinos en general. «Indecente», «lleno de roña» o «no nos hacen ni caso» son algunos de los comentarios que dedicaban estos últimos hace unas semanas, en las páginas de El Diario Montañés.
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