La Policía Local se equipa con sonómetros para medir los ruidos en la zona de vinos

Los instrumentos que equiparán a los efectivos de policía pueden ayudar a respetar los límites dentro de los pubs y discotecas, pero en la calle lo tienen más complicado. De hecho, es aquí, en el exterior y no en los locales de ocio nocturno, donde se suceden la mayoría de problemas. Las masas de gente hablando en voz alta, los botellones, las peleas... «El problema lo tenemos en la calle, no en los locales», informa Pérez Noriega, volcado desde hace semanas en ofrecer una solución y consciente del carácter «preventivo» e «indiciario» de estos dispositivos.

La incorporación de los sonómetros sigue a la aprobación de una moción impulsada por Ciudadanos en el último Pleno municipal. De la mano del PRC -que dio luz verde a la iniciativa, al contrario que su socio de coalición (PSOE)-, el Consistorio se comprometió a dar este paso sin precedentes para calmar los ánimos de la fiesta y revertir una tendencia que, desde que terminó la pandemia, propone una banda sonora de zumbidos y altercados casi todas las semanas del año. Ahora, con el traslado del ocio a los municipios costeros, la zona de vinos vive una época de relativa tranquilidad antes de las fiestas de la Virgen Grande -del 13 al 22 de agosto-. Con todo, el ambiente que se desarrolla en los días de homenaje a la patrona está asumido por parte de los afectados. Su verdadera preocupación se extiende a lo largo del resto del calendario.

Sonómetros al margen, la otra gran baza del Ayuntamiento de Torrelavega para poner freno a los altercados tiene que ver con las cámaras de seguridad. La concejalía de Seguridad Ciudadana está tramitando un proyecto con la Delegación del Gobierno para instalar estos sistemas de seguridad tanto en las entradas y salidas de la ciudad como en el entorno de la zona de vinos. La idea consiste en poder hacer un seguimiento de los delitos de una manera exacta, sin lugar a errores. Si las fuerzas y cuerpos de seguridad reciben un aviso por un robo, por ejemplo, estos dispositivos podrán identificar los vehículos y sus matrículas si salen de la ciudad.

Con todo, la implantación de estas cámaras es un asunto más complejo que el de los sonómetros. Por más que haya puntos conflictivos, ninguna administración puede grabar a diestro y siniestro por la ciudad. El Ayuntamiento, que tiene el visto bueno de la Delegación, tendrá que cumplir las leyes de protección de datos para implantar una medida que ya causó polémica en el Pleno municipal del mes de julio. «No hay ánimo de vigilancia, sino de control», zanjó el edil de Seguridad, después de que la Asamblea Ciudadana Por Torrelavega (ACPT) cuestionara la eficacia de la iniciativa. «Lo que vamos a conseguir es trasladar el problema a otra parte», opinó su portavoz, Iván Martínez, escéptico ante la promoción de una «ciudad 'Gran Hermano'».

Un mes y medio antes de aquella sesión, en el Pleno de mayo, algunos representantes de la plataforma ciudadana de Afectados por el Ocio Nocturno se presentó personalmente durante el debate de los grupos. Ese martes, y tras exigir el respeto de la normativa y la revisión de las licencias de actividad de algunos locales, los damnificados escucharon al alcalde, Javier López Estrada, calificar esta situación como «insostenible».

Dos semanas después, uno de los afectados presentes en aquel Pleno municipal, Bernabé Crespo, adjetivaba su día a día con las mismas palabras, en las páginas de este periódico: «Somos conscientes de que vivimos en la zona de vinos, pero aquí no se respeta nada. Los bares se ríen de nosotros, de la Policía... Es una situación insostenible».

Desde hace meses, Crespo encarna el hastío de los vecinos del barrio San José, un entorno festivo que, a su juicio -tras más de 25 años en la zona-, se ha alborotado más que nunca. «¿Como ahora? Jamás. El ruido no nos deja dormir. Aunque quisiera, es imposible. La música, las voces, las peleas... Es que no podemos», relataba.

Como portavoz de la Asociación de Afectados por el Ocio Nocturno, Bernabé Crespo celebra la incorporación de los sonómetros a la rutina de la Policía Local. Con todo, aún se muestra prudente sobre su efectividad a largo plazo. «Es una buena noticia, pero se verá si funcionan después de las fiestas patronales». Entre tanto, y preguntado por la situación actual de la zona de vinos, el vecino traslada un balance relativamente tranquilo en las últimas semanas. Por lo pronto nada parecido al resto de meses del calendario. «Ahora hay poca gente», declara, antes de distinguir entre aquellos locales que respetan la normativa y los que no. No es la primera vez que Crespo insiste en precisar su petición y la del resto de vecinos. Como él, todos son comprensivos con las ganas acumuladas de contacto humano, la música y el ambiente en general, pero no con las molestias que se prolongan más allá del horario de cierre. Por último, también declara: «No creo que instalen las cámaras de seguridad».