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Política de trampantojo

Nieves Bolado

Santander

Domingo, 29 de julio 2018, 09:03

Torrelavega no revive a pesar de la aplicación de una política de trampantojo, esa engañosa ilusión óptica con la que se hace ver algo distinto ... a la realidad. Los macroconciertos, las bolas de colores, los abalorios, han demostrado que no sirven para lo que necesita, ya muy urgentemente, esta ciudad: la revitalización por la vía del empleo. Lo demás son zarandajas. Si el cinturón de la gran industria ha quedado reducido a cabeza de jíbaro, si las pequeñas empresas que le acompañaban han terminado en el Orecla, si las únicas grúas en las calles son las que se llevan coches –a las otras, a las de la construcción, ni están ni se las espera– el comercial se yergue como el único sector que puede dar esperanza de empleo o autoempleo. Los comerciantes han utilizado este periódico para volver a explicar que agonizan. Lo llevan diciendo desde que en 1992, cuando con la madre de todas las crisis –Sniace– se inició el desmantelamiento. Han elevado la voz pero quizás nunca con la contundencia que lo hicieron el domingo pasado desde estas mismas páginas: «Aparcar o cerrar el negocio». Y esta vez parece que va en serio.

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