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Los vecinos del Paseo del Niño, el barrio más afectado por el retraso en la ejecución del proyecto de integración ferroviaria en Torrelavega, están cansados de esperar. El próximo mes de abril concluirá el convenio de cuatro años firmado por las tres administraciones implicadas -estatal, ... regional y local- para soterrar las vías, pero ni siquiera se ha terminado el proyecto de construcción. La ansiada obra, que reclama la ciudad desde hace varias décadas, sigue sin comenzar y la lucha por una vida mejor continúa.
«Yo ya tengo unos años y quiero ver las vías soterradas antes de morir. Por lo menos que lo disfruten mis hijos y nietos», dice María Ángeles Argumosa, presidenta de la Asociación de Vecinos Paseo del Niño, barrio en el que reside desde hace 65 años. «Lo que hace falta -explica- es que todas las fuerzas políticas se pongan de acuerdo para que se haga la obra de una puñetera vez. Los vecinos estamos hasta las narices de que los partidos sigan acusándose unos a otros mientras seguimos esperando, porque llevan muchos años engañando a la gente».
A María Ángeles la acompañan otros afectados que opinan lo mismo: Antonia Marín, Pilar Mediavilla, Alfredo Solares y María del Mar Alonso. Mientras charlamos con ellos, las barreras de los pasos a nivel se cierran «cada quince o veinte minutos». Las vías son el «muro» que separa el barrio del centro de la ciudad y que convierte a los residentes en la zona en «ciudadanos de segunda». «Porque por mucho que se esfuercen en decir lo contrario, aquí el Ayuntamiento no presta los mismos servicios que en el centro de Torrelavega», lamentan.
María Ángeles es una mujer de armas tomar: «Esto es un pitorreo, hablando claro. Yo escucho hablar a los políticos y se ponen pingando unos a otros, pero no hacen nada y los perjudicados somos nosotros. Tenemos que ir al centro y la mayoría de las veces están las barreras bajadas porque pasa un tren. Yo soy de las que mira y cruza las vías aunque esté prohibido. No puedo estar 10 minutos esperando».
«Ayer estuve esperando en las barreras del Paseo del Niño y no pasó el tren. Volví por el centro y me pilló el otro paso a nivel. Pasaron dos trenes. Otros 10 minutos esperando», añade molesto Alfredo Solares. María Ángeles recuerda que la última vez que se movilizaron para exigir una solución fue en 2013 y tuvo su secuelas: «Paramos el tren y tuvimos que pagar tres multas».
La presidenta de la AA VV insiste en sus críticas a los políticos, porque siguen con su cruce de acusaciones mientras «la casa sigue sin barrer». «No se dan cuenta -agrega- que en este barrio vivimos más de mil vecinos y otros tantos en los alrededores». Antonia Marín ve «dejadez» en los que gobiernan y un trato discriminatorio respecto a Santander: «Si esto pasa en la capital las cosas cambiarían. Allí se agilizan más, se implican más. Además, aquí la gente que vive en el centro no se moviliza. No lo vive como nosotros».
Los residentes en esta zona de Torrelavega a veces sienten que viven «como en un gueto», como si fuesen «ciudadanos de segunda», a pesar de estar a escasos metros del corazón de la ciudad. Afrontan problemas como «la falta de limpieza, aparcamiento, zonas verdes...». «Y el comercio del barrio se está muriendo. Muchos han cerrado o lo van a hacer. No hay gente ni en los bares», apunta María Ángeles.
Pero lo que más les preocupa es la espera «interminable» de la obra del soterramiento, que se considera clave para el futuro de la ciudad. Cuando se les pregunta si han llegado a perder la esperanza, surgen algunas caras de resignación y cabreo, como la de María del Mar. «No creo que lo veamos hecho nunca», indica, mientras suena de nuevo de fondo el timbre de las barreras del paso a nivel. La circulación de trenes de pasajeros y mercancías no se detiene. Es su particular tortura, su 'gota malaya'.
Antonia y Alfredo son matrimonio y residen en la calle Calderón de la Barca desde hace cinco años. Cuando estaban comprando piso se interesaron por la situación de las vías y les dijeron que estarían soterradas «en dos o tres años». Alfredo ha preguntado en el Ayuntamiento y le han dicho que la tramitación del proyecto está «bastante avanzada», pero ya no se fía «de nadie».
Mientras la tramitación del proyecto sigue acumulando retraso, las reuniones continúan. La próxima está fijada para el próximo miércoles y en ella representantes del Ayuntamiento, Adif y la Confederación Hidrográfica del Cantábrico tomarán decisiones técnicas sobre la vía provisional que se pondrá en marcha mientras se ejecutan las obras del soterramiento. La Confederación debe autorizar dicha vía, dado que la mayor parte de la misma discurrirá por la zona de policía del río Saja-Besaya.
El proyecto de integración ferroviaria, presupuestado en más de 80 millones de euros, se ha convertido en una historia interminable para los torrelaveguenses. No hay programa electoral o estudio para el relanzamiento de la comarca que no incluya entre sus propuestas la ejecución de la ansiada obra, pero pasan las décadas y la ciudad sigue partida en dos por las vías del tren.
El debate es tan viejo que uno de los fotógrafos más populares que ha tenido Torrelavega, Horacio Hurtado, ya hizo en 1953 una infografía de la época para mostrar cómo quedaría el centro de la ciudad con las vías soterradas. En la presente etapa democrática, por la Alcaldía han pasado todos los grandes partidos y ninguno ha dado con la solución. Los regidores han sufrido en carne propia los sinsabores de este «cuento de nunca acabar», como le califican los vecinos.
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