El retraso del Hogar del Transeúnte aboca a la obra a la pérdida de fondos europeos

A pocos días de empezar el mes de agosto, eso significa que a la empresa adjudicataria le quedan literalmente cinco meses para terminar el Hogar del Transeúnte. Los trabajos, si avanzan, no deberían terminar sobre la bocina, al menos en los planes de la compañía hace cuatro meses. A principios de abril, Ascán presentó un cronograma según el cual podría concluir el edificio a finales de octubre. Según esa hoja de ruta, los trabajos podrían superar rápidamente la fase orientada a la estructura y centrarse en el reparto interior y el cierre de las fachadas. Basta caminar por la calle Pablo Garnica o el entorno para darse cuenta de que esos pasos siguen sin plasmarse cuatro meses después.

Además de cronogramas, la empresa viene dando explicaciones al Ayuntamiento sobre las demoras que motivan este despropósito. ¿Qué razones esgrime la adjudicataria? Por lo pronto un retraso en la entrega de materiales y el incremento de precios, dos males que, desde el estallido de la Guerra en Ucrania, han proliferado en los contratos públicos de los ayuntamientos.

Para paliar esa demora, el Consistorio de Torrelavega viene tratando de adelantar los deberes que le competen desde enero, tramitando la contratación de un edificio que aún hoy ni siquiera tiene fachada. Pese a todo, el alcalde, Javier López Estrada, ya ha mostrado su optimismo al respecto. Reconoce el retraso de la obra -en la que apenas se ha registrado actividad en los últimos meses-, pero cree que la situación «está reconducida» y que estará concluida «antes de final de año», evitando así el riesgo de perder los fondos europeos.

Entre tanto, lo único que los avances permiten intuir del proyecto de ejecución son las cinco plantas del edificio, pero el Hogar del Transeúnte promete ser mucho más, al menos sobre el papel. Construido sobre el solar que ocupada su predecesor -el de las monjas franciscanas-, en la confluencia de las calles Pablo Garnica y Pancho Cossío, el nuevo centro de acogida de Torrelavega se presenta como un espacio moderno, bien equipado y con tres facetas diferenciadas: centro cívico, en el bajo; albergue con capacidad para 30 personas, en las plantas semisótano, baja y primera; y zonas de alojamiento temporal en régimen de alquiler, en el resto del inmueble.

Su cocina, despacho, archivo, lavandería, recepción, salón, comedor o lo aseos que integran sus zonas comunes vienen a ofrecer un centro completamente volcado en el cobijo de las personas sin hogar y, sobre todo, en dar continuidad al servicio que, desde 1985 hasta 2019, venía ofreciendo a la capital y la comarca del Besaya la comunidad de las monjas franciscanas.

Más de tres décadas de dedicación después, la comunidad religiosa anunció el cese de su actividad a finales de 2019 como consecuencia de su avanzada edad y los problemas para dar un relevo a la orden -una de las muchas que, en toda España, acusa serios problemas de supervivencia por la falta de vocaciones en la juventud-. Para cuando llegó el retiro, las instalaciones ya estaban deterioradas, lo que inspiró el proyecto del nuevo Hogar del Transeúnte, aún a la espera. Entre tanto, el servicio lo presta Cruz Roja, que sólo en 2022 atendió a 390 personas sin hogar.