Segundas partes sí son buenas
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Reciclaje ·
El Ferial de Ganados cobijó este fin de semana el mercado de productos usados más grande de la región, con cerca de 100 expositoresPiense en prácticamente lo que quiera y este fin de semana lo hubiera podido comprar en el Mercado Nacional de Ganados. Torrelavega acogió la décima edición de la feria 'Recíclate', el escaparate de segunda mano más grande de Cantabria. Grande y diverso. Aquí, tan pronto ... se encuentran unos zapatos, una muñeca Nancy de la década de los 70, una careta de Sadam Husein, un recopilatorio de Ella Fitzgerald, 'Las Memorias de Adriano' de Marguerite Yourcenar (1951), como el debut literario de Henning Mankell, 'Asesinos sin rostro' (1991). Son cerca de 100 propietarios de todas partes del norte de España los que han recuperado esta cita tras la pandemia y expuesto todo ese remanente de productos sin uso, desde una lámpara, una camisa de franela hasta una cinta de aquella comedia de Mackendrick, 'El quinteto de la muerte' (1955), a la que los Coen trataron de rendir homenaje medio siglo después. Al menos aquí las segundas partes sí son buenas y el planeta lo agradece.
No importa si los vendedores llevan años viniendo o se estrenan en la cita. Esta iniciativa sostenible, patrocinada por la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria en colaboración con Ecoembes, ha contado con todo tipo de embajadores en cada esquina del Ferial, desde los más duchos hasta los «novatos», como se define Ana Gutiérrez. Ella, santanderina, trajo consigo un armario entero de prendas, algunas incluso sin estrenar. «Un poco de todo para desalojar la casa», explicaba la vecina, tan «nerviosa» por la primera vez como empeñada en contribuir a la economía circular que preside el lema del mercado -'El mundo necesita un giro'-: «Y lo que no consiga vender, a Cáritas».
Otro tendero que trajo consigo no un armario sino un almacén entero de camisas, abrigos y chaquetas es Pedro Yusta. Recién llegado de Salamanca, hace 30 años que coge la furgoneta y viaja por todos los rincones de España para dar salida a la ropa de segunda mano. Así se le llamaba cuando empezó él; «ahora se le dice 'vintage'», bromeaba el propietario antes de celebrar la «conciencia» que la sociedad va ganando con respecto a estas oportunidades. ¿Cómo fue la jornada? «De momento bien. La situación es la que es y eso se puede llegar a notar, pero la gente está viniendo poco a poco», declaraba, atento al orden de las perchas y a las dudas de un cliente.
Una de las respuestas más sintomáticas de la situación que viven familias y tenderos la dio José Reguero, chófer de lunes a viernes en Ribas de Campos (Palencia) y vendedor de segunda mano por todo el norte los fines de semana. Su escaparate lució máquinas de escribir, de coser, cámaras de fotos, videojuegos, biblias y hasta machetes, pero, ¿en qué se fija más la gente? No tardó ni un segundo en responder. «En el precio». De todos modos, a tenor de su discurso y el de sus colegas, la jornada fue de «menos a más».
A un paso de ahí, doblando la esquina, Andrés (de Asturias) instaló su particular museo de la música y la literatura. Con Jobim de fondo, su expositor luce discos de Parker, Prince y «buenos artistas en general», como definió este melómano, también con experiencia en este tipo de citas. «De momento hay poca gente. Poco a poco», declaró a media mañana este amante de la novela negra, no sin recomendar 'Los cuerpos extraños', del ganador del Premio Nadal (2000) y el Planeta (2012) Lorenzo Silva.
Conchi Diego, de Maliaño, era una de las tenderas que, desde la sección agroalimentaria y en colaboración con la empresa Biomoncobe, estaba llamada a endulzar el amargor de la crisis. Con rosquillas, leche frita y chocolate caliente, el «momento difícil» por el que pasa Cantabria y toda la sociedad en general se digiere un poco mejor. Ella no fue una excepción. «Los precios están disparados. El litro de aceite llega hasta los 4 euros», lamentaba.
Hubo pronósticos de todo tipo. Después de pasar a por un vaso de chocolate, muchos pequeños -y adultos, dicho sea de paso- iban directos al puesto de Ohiana González, rodeada de muñecas, peluches y juguetes de todo tipo. «Para pequeños y mayores», sonreía ella, responsable de una tienda en Sestao (Vizcaya) y con varias ferias en «Zaragoza, Madrid o Burgos» a sus espaldas, como enumeraba, antes de arrojar una previsión optimista.
Lo cierto es que, para un evento acostumbrado a recibir unas 5.000 personas antes de la pandemia, las sensaciones que reveló este fin de semana el organizador del evento, Germán Busqué, fueron positivas. «Los vendedores están contentos», declaró el responsable, volcado este año en la movilidad sostenible y la divulgación relacionada con el medio ambiente. Es más, la entrada no sólo fue gratuita para los menores de 12 años sino para todos aquellos que acudieron en bicicleta. Así se pudieron ahorrar el abono de 2 euros.
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