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El gerente del Hospital Sierrallana, Pedro Herce, también lleva aislado de su familia desde que se decretó el estado de alarma. Luis Palomeque
«Sierrallana tuvo que hacer un esfuerzo hercúleo en apenas dos semanas para afrontar la epidemia»
Pedro Herce | Director gerente del Hospital Sierrallana

«Sierrallana tuvo que hacer un esfuerzo hercúleo en apenas dos semanas para afrontar la epidemia»

Admite que los primeros casos positivos les cogieron por sorpresa, «el virus ya estaba circulando mucho antes de que fuéramos conscientes de ello»

Ana Rosa García

Santander

Viernes, 24 de abril 2020, 07:12

Hace dos meses que vive alejado de su mujer y sus dos hijos, que se quedaron en su Asturias natal cuando él aceptó la oferta del consejero de dirigir el Hospital Sierrallana. «El plan inicial era ir y venir», hasta que el Covid-19 impuso el confinamiento y la gestión de esta crisis pasó a convertirse en un auténtico rompecabezas. «Reparto mi vida entre el hospital y mi apartamento, a seis minutos de aquí, al que voy solo a dormir. Esta situación te ayuda a empatizar, entiendo por lo que está pasando la gente que está al pie del cañón». Pedro Herce (Gijón, 1965) destaca el «tremendo esfuerzo» que han hecho los profesionales para adaptarse a una situación para la que «nadie estaba preparado».

-¿Cómo se ha vivido esta crisis en el Hospital Sierrallana?

-A mediados de febrero no éramos conscientes de lo que se nos venía encima, los profesionales que ahora empiezan a ser críticos, saben como nosotros que nadie preveía que esto iba a pasar. En marzo cuando empezaron a verse los primeros casos se decidió que toda la actividad demorable había que suspenderla y adoptar medidas potentes para afrontar la epidemia. En Sierrallana, que ya contaba con una estructura muy limitada, supuso tener que tomar medidas de pura emergencia y a una velocidad sorprendente. Lo que he visto en este hospital me ha parecido un esfuerzo hercúleo.

«Los sindicatos que ahoran empiezan a ser críticos sabían como nosotros que nadie preveía esto»

-¿Qué ha resultado más difícil?

-No sabría decirte. Para aumentar la Unidad de Reanimación y Cuidados Críticos, de 6 puestos, tuvimos que coger todos los respiradores y monitorizaciones de quirófano. Pasamos escalonadamente de 6 a 9, después a 12 y llegamos a tener 16, con 14 pacientes. En hospitalización, se acondicionaron dos plantas: la que ocupaba el Hospital de Día Médico y consultas de Oncología, que se trasladaron a las instalaciones que el CAD de Sierrallana tenía sin estrenar (no me cansaré de repetir mi agradecimiento a su directora), lo que nos permitió sacar de la zona cero a los pacientes oncológicos e inmunodeprimidos; y la dedicada a despachos de Medicina Preventiva, Riesgos Laborales y Hospitalización Domiciliaria, que se trasladó al hospital de día del Asilo, justo en frente del hospital. En resumen, en dos semanas, el hospital pasó de 205 a 295 camas. El gimnasio de Rehabilitación se acondicionó como unidad de observación de urgencias Covid, con 11 puestos, y la urgencia pediátrica se concentró en Valdecilla para ganar otros 9 puestos de cuidados intermedios. En algunos aspectos, el hospital duplicó e incluso triplicó su capacidad. Como anécdota, los vestuarios se instalaron en la cafetería. Este hospital atiende la mitad del Covid que Valdecilla, pero nuestras dimensiones son mucho menores.

-¿En algún momento pensó que, pese a ese esfuerzo, la epidemia les iba a pasar por encima?

-El momento más difícil fue a finales de marzo, el viernes 27 nos trasladaron las previsiones, hubo un momento que parecía que Cantabria iba a necesitar más de 100 puestos de UCI y más de mil camas de hospitalización, y teníamos en Cantabria menos de 900 camas y llegábamos a los de UCI por los pelos. Ese fin de semana, cuando se anunciaba que el pico sería en los días siguientes, fue complejo. Afortunadamente, la primera semana de abril no llegó a esos datos de los escenarios más pesimistas. Eso fue lo que hizo que no nos sintiéramos sobrepasados.

«La colaboración de los profesionales es absoluta, la comarca debe estar orgullosa de este hospital»

-¿Les cogieron por sorpresa los primeros positivos en Sierrallana, que no llegaron por Urgencias sino que ya estaban ingresados?

-Sí, nos pillaron a todos. La realidad fue que el virus ya estaba circulando mucho antes de que nosotros fuéramos conscientes de que fuera así, tuvimos pacientes ingresados, que venían de otras comunidades, y que no se correspondían con los criterios de Salud Pública. Vimos que ya no se podía mantener un criterio de transmisión comunitaria localizada, porque la situación ya era otra. Los primeros casos positivos los tuvimos en hospitalizados por otras causas, no eran pacientes Covid para nada. Aquí, como en el resto de hospitales, entonces nadie usaba mascarilla ni mantenía medidas de precaución de transmisión por contacto porque no se estaba en esta realidad.

-Esas circunstancias derivaron en las primeras bajas entre el personal sanitario y las primeras críticas. ¿Falló el protocolo?

-Siempre hemos aplicado el protocolo, cuando el protocolo estuvo disponible. Hemos ido aprendiendo todos sobre la marcha, había unos criterios de aislamiento por caso confirmado por contacto estrecho sin equipo de protección (EPI). A nosotros nos obligó a poner en cuarentena a diez trabajadores, pero en aquel momento no teníamos establecidos protocolos que garantizaran que los trabajadores tuvieran EPI, no porque no los hubiera disponibles, que efectivamente pudieron no estarlo porque nadie preveía tener esos niveles de stock en el mundo, sino porque no estaba indicado usarlo. Al principio incluso los propios profesionales veían con extrañeza que en un hospital hubiera que usar mascarillas. Los sindicatos que ahora critican entonces estaban preocupados por la OPE y los programas especiales. Esto es un análisis que hacen ahora con un sesgo retrospectivo tremendo.

«Siempre aplicamos el protocolo, cuando estuvo disponible. Hemos aprendido sobre la marcha»

-También los colegios profesionales exigen que se proteja debidamente a los profesionales. ¿Cuál ha sido la situación en Sierrallana, ha habido equipos suficientes para todos, en qué medida han ayudado las donaciones de empresas y particulares?

-Lo primero que hay que tener en cuenta es el contexto: una pandemia mundial, que va a afectar a un 70% de la población, que en España deja decenas de miles de profesionales contagiados y, según algunos estudios, no está claro si gran parte de esos contagios se producen en la comunidad o en el trabajo. Sierrallana ha estado en una circunstancia muy buena. Los primeros casos de pacientes que no eran Covid y que resultaron ser transmisores de la enfermedad nos alertaron mucho y nos pusimos en una situación muy preventiva. Eso hizo que nuestros trabajadores hayan sido de los que menos contagio han tenido. Estoy muy satisfecho. Es verdad que cuando hay que utilizar todo este material de forma masiva, ningún sistema de aprovisionamiento lo puede resolver. Podemos planificar compras pero no podemos hacer aterrizar aviones, se escapa de nuestra capacidad. Por eso el sufrimiento emocional de los directivos está ahí. Los sindicatos han sido de gran ayuda y la sociedad y las empresas se han volcado con el hospital.

-¿Se nota ya el cansancio en el personal? ¿Qué le transmiten?

-Nunca se me ha trasladado una queja de cansancio, ni de que estamos viniendo mucho... La colaboración del personal ha sido absoluta, la población de la comarca tiene que estar orgullosa de los profesionales de este hospital, que no han mirado el reloj en ningún momento y han estado aquí lo que ha sido necesario. Llevamos dos meses de una intensidad tremenda. Hay un mecanismo psicológico en el que tienes la ira que te produce esta situación y el cansancio y necesitas echarle la culpa a alguien, pero de promedio la gente está siendo muy colaboradora.

-El personal había reivindicado que se les hicieran los test. ¿En qué medida se realizan?

-Este es un tema muy debatido, los test rápidos disponibles establecen que son muy eficaces en personas con síntomas y mucho menos en personas sin síntomas. Cuando ha habido una capacidad de hacer PCR que no comprometía la asistencia, porque los pacientes graves son los primeros que tienen que acceder a las pruebas, se ha planteado hacer cribado en profesionales y en población general. Nosotros recibimos los test el lunes de Pascua, hicimos el protocolo y dos días después empezamos a aplicarlo. Hemos hecho ya más de 600 de una plantilla de 1.200-1.300, teniendo en cuenta a las empresas subcontratadas.

-Se ha cuestionado también el protocolo de estos test y su fiabilidad, ¿Qué opina? ¿Qué resultados están obteniendo?

-Hay tal discusión científica que no me atrevo a pronunciarme. Nosotros tenemos un protocolo consensuado por los profesionales que más saben de esto y lo estamos aplicando con éxito. Con PCR confirmada, que es lo que se considera 'caso', tenemos unos 40.

-¿Se corresponden con los que ya tenían identificados o se han localizado casos nuevos?

-En casos totales teníamos unos 30 y con los test rápidos no estamos teniendo ningún pico de detección con PCR positiva. Activos tenemos 19 profesionales. Frente a los datos de otras comunidades que apuntan a un 30% de la plantilla, aquí no tenemos ese problema. Hemos adoptado una cultura de control, cuidado y precaución, pero insisto en que en el contexto global, en el que se han infectado cientos de miles de profesionales, en Sierrallana va a seguir habiendo contagios, es una realidad.

«Distintos factores pueden desencadenar un repunte»

–Se han dado los primeros pasos para recuperar parte de la actividad suspendida. ¿Se teme un repunte cuando se empiece a levantar el confinamiento?

–Hay que manejar varios factores, la posibilidad de que el levantamiento del confinamiento lo produzca y el hecho de que hay otras comorbilidades, volverá la gripe y se puede aglutinar. Además, no tenemos un plan de vacuna rápido, ni sabemos el nivel de población inmunizada… De ahí que haya muchísima cautela. Por eso, las dos plantas abiertas no las vamos a cenar, el gimnasio se mantiene como área de urgencias. La rehabilitación la retomaremos la próxima semana en el pabellón Vicente Trueba, que nos ha cedido el Ayuntamiento de Torrelavega. No tenemos fecha de apertura de la urgencia pediátrica. Lo que hemos hecho ha sido recuperar cuatro quirófanos.

–¿Tres Mares ha aguantado bien pese a ser un centro pequeño?

–La organización es más fácil cuando es pequeño, pero el problema es su poca capacidad. De ahí ese factor de incertidumbre. Estaba con 24 camas y pasó a 58. Ha habido suerte de que las residencias de mayores de allí no han tenido problemas.

_¿Qué opina de la respuesta sanitaria que se ha dado a las residencias de mayores?

–Era una cuestión que nos preocupaba mucho. Cuando digo que Sierrallana ha venido a atender la mitad de los casos de Covid que Valdecilla, con una dimensión mucho menor, tiene que ver con la estructura de la pirámide poblacional de la comarca y de sus residencias. Los pacientes no tienen que tener un trato diferente por el hecho de estar o no en una residencia, el que tiene que ir al hospital tiene que ir, porque la residencia es su domicilio. Hay un debate difícil de gestionar, pero yo estoy de acuerdo en que hay que intentar no moverlos si no se van a beneficiar de un tratamiento médico hospitalario.

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