Sierrapando sigue sin centro cívico, aún a la espera del mobiliario

Entre tanto, Sierrapando sigue sin el centro cívico que el Ayuntamiento de Torrelavega le viene prometiendo desde hace años –hasta una década, si uno se ciñe a las palabras y no sólo a los trámites–. Han pasado ya tres meses desde que la Concejalía pronosticó la inauguración en marzo, en una visita al edificio a principios de enero. Aquel día, Urraca mostró un centro cívico terminado, sí, pero vacío. Desde entonces, todo lo que falta es convertir sus habitaciones en salas polivalentes, una biblioteca, etc.

La distribución del edificio será la siguiente:la planta baja albergará una sala multiusos que se utilizará como aulario, espacio expositivo y para charlas y conferencias; la primera, un aula de informática y biblioteca; y la segunda, por su parte, una zona polivalente y tres despachos que utilizarán las asociaciones de vecinos, mayores y jóvenes. Además de esto, en el exterior, el proyecto ha incluido la instalación de un ascensor para mejorar la accesibilidad del inmueble y de las plantas superiores del Colegio Pancho Cossío, con el que está conectado en un costado.

La comunidad educativa del centro sabe bien lo mucho que está tardando en salir adelante la obra del centro cívico de Sierrapando. La remodelación de la Casa de los Maestros, valorada finalmente en 547.669 euros –un 33% más de la previsto hace tres años–, viene siendo un dolor de cabeza desde su traducción a un proyecto de ejecución en 2020.

Parece mentira que hayan pasado cuatro años desde entonces, sobre todo teniendo en cuenta que, según los políticos, las obras iban a durar seis meses. Aquel proyecto salió a licitación en el año de la pandemia y fue adjudicado a la empresa Cys Conezta en octubre, por 283.000 euros.

Las obras empezarían en mayo de 2021 con vistas a terminar en noviembre, pero una cadena de despropósitos lo impidió : primero fueron las carencias en el proyecto y, después, las prórrogas de una firma que pedía más tiempo. Llegó el 2022 y, con él, la paralización de la obra, finalmente abandonada por una empresa que se dio a la fuga el 24 de noviembre. Al año siguiente, otra firma, Llorente Electricidad, se encargó del resto de trabajos, recepcionados en enero. Cuando Urraca visitó el resultado se refirió a los problemas de estos cuatro años como «una serie de inconvenientes sobrevenidos».