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Lobito, Tana, Nela, Alan, Ricky, Alma, Thor, Pluto... Son solo algunos de los nombres de los perros que viven en acogida en las instalaciones de la protectora de la asociación Acción y Reacción Cantabria ubicadas en la localidad de Ganzo. En la actualidad cuenta con ... más de una treintena de canes, de todas razas y tamaños, que siguen esperando una adopción. «Algunos -explica la cuidadora Sheyla Ruiz- lo tienen muy difícil porque a los perros grandes y viejos no los quiere nadie».
A la compleja salida de este tipo de perros, en la protectora de Ganzo hay que sumar otro problema: la falta de espacio. «Llevamos cuatro años esperando a que el Ayuntamiento de Torrelavega nos dé una respuesta, porque en su día, cuando vinieron a visitar las instalaciones, se comprometieron a ayudarnos y lo único que necesitamos para seguir haciendo nuestro trabajo es unos terrenos. Que el Ayuntamiento nos ceda una parcela, todo lo demás lo ponemos nosotros, solo necesitamos más espacio porque ahora mismo ya no tenemos sitio para acoger a más», explica Sebi de los Arcos, presidenta de Acción y Reacción Cantabria.
Según Sheyla, «la gente quiere perros pequeños y graciosos, y aquí nos llega de todo, en muchos de los casos recogemos animales en muy malas condiciones que han sido abandonados». «Por ejemplo Thor, que vino con el cráneo abierto, o Alma que llegó aquí preñada y de las once crías que tuvo ya hemos dado nueve». «Nuestro objetivo es recoger y atender al mayor número de perros, lleguen en las condiciones que lleguen, porque sabemos lo que pasa si acaban en la perrera, pero, a día de hoy, tenemos dificultades para mantener en unas buenas condiciones a estos animales, ya que aquí la filosofía es que estén sueltos durante todo el día, en manada, y que convivan unos con otros», afirma Sebi.
Sebi de los Arcos | Acción y Reacción Cantabria
Sheyla Ruiz | Protectora de Ganzo
El problema, según la presidenta del colectivo, es que las instalaciones, en una vieja explotación ganadera de Ganzo que tienen alquilada, se les han quedado pequeñas y necesitan de más metros cuadrados para poder desarrollar los objetivos de la protectora en unas condiciones óptimas. Sheyla recuerda que, cuando llegaron a la finca, solo había una vieja cuadra que han convertido -«todo con nuestro trabajo y nuestro dinero», apunta- en cheniles para los perros. «Aquí duermen de dos en dos, o tres en algún caso, y alguno solo, porque depende de cómo se lleven les puedes juntar o no», dice.
Recientemente también han colocado una tejavana para que los perros estén resguardados los días de lluvia, y disponen de colchones para que se puedan acostar. «Intentamos que estén lo más cómodos posible, pero ni el espacio ni nuestros recursos dan para más», comenta Sebi. En cuanto a los gastos, tienen una factura de 360 euros cada quince días solo para pienso, además de lo que hay que pagar al veterinario, el agua, la luz o el mantenimiento de las instalaciones. «A la atención y cuidados diarios de un perro, tenemos otros gastos que hay que afrontar. Por ejemplo, cuando hay que operar a algún animal porque ya te digo que aquí se recogen perros que están al borde de la muerte, desnutridos, y que han sido además de abandonados, en muchos casos maltratados», explican. La presidenta de la asociación Acción y Reacción Cantabria lamenta que no haya más ayudas para las protectoras porque «hacemos una labor muy importante y, si tuviéramos mayor apoyo, podríamos llegar al objetivo del sacrificio cero. Pero eso a día de hoy es muy complicado porque todo sale de nuestro bolsillo y de nuestro trabajo».
Además, en el refugio de Ganzo agregan que la crisis del coronavirus ha supuesto un duro golpe para la sociedad, pero también ha tenido efectos colaterales sobre aquellas otras víctimas sin voz, los animales. Las protectoras denuncian un incremento del número de mascotas que han sido abandonadas tras el confinamiento. Esta crisis sanitaria ha empeorado, además, la situación de estas organizaciones, que denuncian la falta de recursos y de ayudas para hacer frente a una situación que está al límite del colapso. «Necesitamos de esas ayudas para sobrevivir, si no esto es inviable. Si no llegan, llegan tarde o se recortan, no sé como los vamos a hacer porque nosotros seguimos recogiendo cada vez más perros», lamenta la presidenta del colectivo. En el día a día del refugio observa las injusticias y el «mirar para otro lado» de las instituciones, tal y como asegura, mientras luchan contra el abandono de animales, «una lacra que no para».
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