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«He subido a la Luna en bicicleta», afirma Enrique Tezanos, que ha batido un nuevo récord en el velódromo del complejo deportivo Óscar Freire, de Torrelavega. El popular vecino de Barreda, que este mes cumplirá 89 años, ha recorrido la distancia que separa la ... Tierra de su satélite: 384.400 kilómetros. Lo ha hecho dando vueltas a la pista con su vieja bicicleta desde 2001. Así lo recuerda en una camiseta conmemorativa. Metódico y testarudo, no solo tiene contabilizados los kilómetros, sino también las horas, los días, el número de pedaladas...
Tezanos ya fue noticia cuando superó primero los 200.000 kilómetros, a finales de la primera década de este siglo, y después los 300.000, hace cinco años. Ya entonces manifestó que era de los que consiguen lo que se proponen. Nació en Arenas de Iguña, pero le cansaban las tareas del campo y decidió bajar en tren a aprender un oficio en Torrelavega: ebanista. Empezó en un «talleruco» en La Llama y terminó jubilándose en el año 2000 en una empresa de la misma familia, Muebles Muriedas, cerca de la casa que comparte con su mujer, con la que se casó hace 62 años y formó una familia. Tienen un hijo y una nieta que «nos da mucha alegría».
Tras aburrirse de «salir a andar», empezó a correr en el parque de El Patatal y finalmente decidió pedalear en el velódromo el día de Reyes de hace 24 años, con el fin de «bajar la barriga», puesto que, confiesa, le gusta comer. Su primera bicicleta era de montaña y ha tenido otras, ya de carretera, pero siempre de segunda mano. «Tengo todo en contra, la edad y la herramienta», señala. Al velódromo va todos los días por la mañana, unas tres horas, y solo descansa si llueve. «Cuando tengo que pedir una cita en el médico o en Hacienda, por ejemplo, les digo que mejor por la tarde, porque por la mañana trabajo», afirma sonriente.
Dice que en el velódromo hay buen ambiente: «Me llaman el viejo o el abuelo, y hablan de fútbol y política. Hay mucho cachondeo y a veces reñimos un poco. Cuando coincido con Óscar Freire le digo que le voy a quitar el nombre del complejo deportivo. También hablé una vez con Guillermo Timoner, que fue campeón del mundo». Prefiere la pista a las carreras, porque en estas «hay mucho tráfico» y tiene miedo. En el velódromo se ha caído varias veces, la mayoría porque «se cruzan críos o tiran balones», pero solo en una ocasión tuvo consecuencias importantes: «Perdí el conocimiento y me llevaron al hospital Sierrallana».
Tezanos presume de buena salud. «No he tenido un dolor desde que me casé», asegura. Toma todos los días chocolate y leche condensada para desayunar. También tiene contabilizadas las tabletas, las latas... Por la noche prefiere «uno o dos vasos» de leche. «Di las marcas -apunta- porque a veces me dan algo. Aquí lo único que he hecho es perder dinero en comprar la ropa, las cubiertas...».
Además, realiza otras actividades, como esculpir figuras en los arbustos de su jardín (cestas, patos...), cultivar el huerto, realizar labores con madera (rabeles, bastones, albarcas...) y elaborar alimentos ecológicos (envasado de tomates, pimientos, mermeladas, orujo, pacharán...). «Me gusta hacer las cosas bien», afirma. Este año todavía le quedan en el huerto «pimientos, puerros y la berza para el cocido», y destaca sus tomates: «Tengo varios récords del mundo; los suelo envasar, lo mismo que los higos o los pimientos, para luego regalarle tarros a los amigos».
Lo que ha empezado a dejar de hacer es esculpir tallas de madera, después de regalar muchos bastones y albarcas, así como figuras en los arbustos de su jardín, porque «tenía que estar encima de ello para que no se hiciesen un bardal».
Como es lógico, su avanzada edad le lleva a reducir paulatinamente su actividad: «En el velódromo ahora ya no tengo metas. Voy cuando me da la gana, aunque no pienso en la retirada. Cuando agarro la bicicleta se me pasa la pereza, los mareos... Eso sí, hacer 60 kilómetros diarios por obligación pasó a la historia». Recuerda Tezanos que muchas veces en invierno daba vueltas a la pista a bajas temperaturas: «No hay guantes ni nada que arregle eso. Había heladas en las que quedaban marcadas las rodadas como si hubiese nevado». Su familia le pide que «no haga el tonto» y él ya no se plantea nuevos retos. «Si caen los 400.000 kilómetros bien y si no pues no pasa nada», concluye.
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