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Hasta hace cuatro años, esas naves eran un almacén de polvo; hoy, reciben a decenas de niños, jóvenes y hasta jubilados amantes del pádel y la escalada todos los días. El polígono industrial de Tanos-Viérnoles, en Torrelavega, es un fiel reflejo del proceso ... de mudanza que, de los últimos años hasta aquí, vienen experimentado muchos negocios relacionados con el deporte. Dentro de esta comunidad de vecinos, estos inquilinos son los más especiales. En lugar de turbinas, motores y actividad industrial en general, lo que se trabaja en sus pabellones es el sonido de las palas golpeando la pelota, los ánimos de un chaval eufórico que acaba de ganar un tanto y hasta las nubes de magnesio, que no polvo, cada vez que una joven frota sus manos y se prepara para ascender el bloque negro del circuito, el más complicado en el lenguaje multicolor que manejan los escaladores. Los camioneros y proveedores habituales de la zona no paran aquí. Después de sudar la camiseta en el polígono industrial, los usuarios se bastan con una muda y un refrigerio en la cafetería, otro de los síntomas más reveladores de la pujanza y el carácter familiar con el que han aterrizado estas embajadas.
José Luis Calderón encarna el optimismo del sector cuando avanza sus planes para ampliar el Racket Sport Center, una nave industrial convertida en seis pistas de pádel y con vistas a sumar otras tres en los próximos meses. «Tenemos buenas expectativas», celebra el propietario, espoleado desde hace cuatro años por un deporte «en boga» y que atrae a cerca de «120 personas diarias» a este rincón del cinturón industrial. Ni siquiera la crisis del coronavirus rebajó ese caudal de visitantes. «Para muchos sectores la pandemia fue un mazazo, pero a nosotros nos vino bien. Con los viajes, las discotecas y los bares cerrados, la gente no tenía a dónde ir. Y este no es un deporte de contacto», celebra en la terraza acomodada en el exterior de la nave, desde la que se escuchan las dejadas, los globos y los puntos de partido.
Uno de los jugadores es Rubén Caballero, ya en la barra de la cafetería para pedir un refresco y comentar las jugadas clave del partido. «Vengo cada vez que puedo», se presenta, interrumpido al instante por su pareja en la pista Alejandro Marcano Varela. «Vienes todos los días», le corrige éste, uno de los muchos usuarios que ha cambiado el tenis por un deporte «más asequible» en los últimos años. Por una razón o por otra, el pádel seduce a cada vez más vecinos con ganas de quemar algo de grasa antes y después de la oficina. Para muestra, la visita de Alejandra Rivas a las instalaciones: «He venido a informarme porque me está picando el gusanillo».
Algo parecido les pasó a Raúl Martín y a otros cuatro socios cuando, hace sólo medio año, se decidieron a abrir el Rocódromo Quality y revitalizar otra nave completamente desierta. Hoy, ese mismo pabellón alberga «el rocódromo más grande y completo de Cantabria», un cobijo para los amantes de la escalada tan desafiante para un aprendiz como para un deportista con años de experiencia. De ahí el variadísimo perfil de las cerca de 200 personas que visitan a diario sus más de mil metros cuadrados, desde los que practican en la zona de entrenamiento, superan sus límites en el búlder o, incluso, animan a sus hijos en la zona infantil. «Hay de todo. Puede haber un campeón de España y otro que empieza desde cero», celebra Martín.
Gracias a la iniciativa, Torrelavega ha sumado una nueva cumbre a su orografía, un nuevo pico por piezas desmontables y con una cafetería en la base. Su aterrizaje en el polígono industrial de Tanos-Viérnoles no es fruto de un impulso: «Abrimos en mayo, pero la empresa viene de atrás. Hicimos un estudio de viabilidad y fuimos a por ello porque nos encanta. Para nosotros es algo más que una afición», expresa el empresario, antes de tildar este deporte de «modo de vida», tan «absorbente» como ligado a los planes de montaña.
Lucía Pérez Lozano tira de naturaleza y, si no, de rocódromo. Ella es una de esas tantas usuarias que halla aquí un lugar perfecto donde desafiarse a sí misma. Madrileña y veterinaria, esta vecina de Torrelavega recomienda vivamente la práctica de este deporte. «Es muy completo. Requiere fuerza, meditación, concentración... Si no estás fresco de cabeza, olvídate», declara, antes de lamentar el «machismo» que aún late en algunas paredes.
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