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Sueños a un par de euros

Nieves Bolado

Santander

Domingo, 1 de abril 2018, 08:39

Aseguraba el dramaturgo belga Maurice Maeterlinck (1862-1949) que no hay que preguntarse que si los que lloran tienen o no tienen razón, ... sino que sencillamente habría que hacer lo que se deba o pueda para que no lloren. No sería malo que la idea del ilustre ensayista fuera de obligado cumplimiento para quienes gobiernan –concejal de mucha o poca enjundia, atronador asambleísta o humilde alcalde de barrio– jurando que sus gobernados no derramarían lágrimas por su culpa. Ni Arcadia ni entelequia, si no resultado feliz de un buen gobierno. Altas reflexiones de pensadores decimonónicos aplicables, por ejemplo, al desvalido y caldeado debate de las terrazas. En la controversia, el concejal de Hacienda dice que hay que ordenar el espacio público para equilibrar los derechos de los ciudadanos/peatones con los de los ciudadanos/hosteleros. Argumentos razonables también los de la otra parte que arguye que la nueva presión fiscal les pone en un brete. Lamentos y razones, por otra parte, bastantes ajenos a los intereses de una población que trata de sobrevivir a uno de sus peores momentos. Puede parecer baladí, pero la nueva ordenanza es solo el asomo de los muchos icebergs que avisan de la gran mole, de que Torrelavega dejó de ser hace tiempo caudal de oportunidades y laboratorio de riqueza y que cualquier decisión puede agudizar su anemia. La realidad de esta ciudad –huérfana de un debate sincero– se traduce en decisiones de malabaristas, de zapatero remendón, parches para quien ya no es joven. Y en este caduco escenario se representa una desalentador drama en el que deambulan, más como figurantes que como protagonistas, 25 personas que fueron contratadas en las urnas por los 24.314 votantes y que les dieron poder para gobernar como políticos, no como contables de manguito y visera, afanados en cuadrar balances. Ciudad ya de escasas sonrisas, cambia su rostro los días de sol en las terrazas de los bares, donde el consumo no agujerea la cartera; sueños por un par de euros. Si necesitan 74.000 euros de este impuesto para mejorar la Hacienda, habrían salvado los trastos con los 80.000 euros de la malhadada bola de luz navideña, y aún les sobrarían 6.000 para nuevos proyectos, por ejemplo, ¿un nuevo parque infantil?

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