Secciones
Servicios
Destacamos
Quién le iba a decir a Guy Ferrier, a él que nació en Marsella (Francia) hace 75 años y que trabajó toda su vida con máquinas, automatizaciones y demás historias «cuadriculadas» en centrales nucleares de todo el mundo, que pasaría su jubilación en una ciudad ... pequeña del norte de España cultivando cerca de 800 variedades de tomate, pasando mañanas enteras en la huerta, acariciando brotes y a veces hasta compartiendo confidencias con las plantas. «Impensable», sonríe este vecino de Sierrapando, desde que se enamoró de una cántabra, y también de los tomates. Hace dos décadas, y desafiado por su cuñado, empezó a llenarse las manos de tierra y a invertir «cientos de horas» en la horticultura. Guy, un antiguo industrial «que casi no había tocado una planta en su vida», es, desde aquel día, un «apasionado» de esto. ¿Y por qué tomates, Guy? «Porque es lo más complicado de cultivar aquí», reta, 'torrelaveganizado', mientras pasea por esta isla verde que, con amigos y ayuda del Ayuntamiento, ha levantado en una finca de Campuzano en el marco de la asociación Simientes Infinitas.
Aquí, en La Jurona, se 'torrelaveganizan' los franceses, los tomates y hasta los patos, unos que reclutó Guy para hacer guardia y proteger los cultivos de las babosas. Guarda cientos de fichas técnicas en un despacho, acomodado en uno de los barracones. Muchos torrelaveguenses ni sabrán que aquí, en Campuzano, hay montado un invernadero equipado con casetas, documentación y hasta un riachuelo artificial que este creó para potenciar todos los procesos de cultivo.
También hay un equipo, claro. Aquí, además de Guy y distintos voluntarios, trabaja un equipo de cuatro personas en favor de estas plantaciones, los sabores autóctonos y el cultivo de cientos de variedades de tomate, entre las cuales destaca una etiqueta: dice 'Verdirrojo' y hace referencia a una especie aún en fase de desarrollo, pero llamada a convertirse en el tomate de Torrelavega por excelencia. 'Verdirrojo', 'Señorío de la Vega', acuña Guy, 'Torretomate'... Cada uno lo llama a su manera y no es una ensoñación. «De momento es un 9,5, pero queremos que sea un 10», dice, involucrando a dos de sus compañeras de huerta, Begoña Cicero y Milagros Fernández.
Guy, que tiene otros «hijos» –cruces de otras variedades– en la finca, apunta a un sabor «ni muy ácido ni muy dulce», un descendiente del cruce entre dos tomates sobresalientes (10), uno verde y otro rojo, y en el que empezó a trabajar hace un lustro en agradecimiento al apoyo del Ayuntamiento, que financia el proyecto de Simientes Infinitas con 40.000 euros anuales. El 'torretomate' ya es un 'F6', como llaman los expertos a la sexta añada del fruto durante sus fases de hibridación, pero sigue inmerso en su particular proceso de perfeccionamiento para, «en unos tres años», alcanzar su versión más pura y exquisita.
Al margen del guiño, lo fundamental es el sabor. «Los jóvenes ni siquiera han probado un tomate de verdad», lamenta Guy. De esos ya no abundan en los supermercados, siente, a diferencia de las plantas que cultiva en La Jurona y que despiertan el interés y la visita de cientos de personas.
«Cada día somos más», dice, mientras pasa la mano por los brotes, que despiden un perfume fresco capaz de sacarle una sonrisa. La vida es caprichosa: al rato de recibir a El Diario Montañés, Guy tiene cita con unos visitantes de Burgos, interesados en una de las variedades, que intercambia con gente de todos lados. «De Valladolid, Almería, todas partes de España, Francia, Portugal...», celebra, ya casi de camino a un bar cercano donde ha quedado con estos. En Torrelavega. Quizá ahí también esté la semilla.
📲 Sigue el canal de El Diario Montañés en WhatsApp para no perderte las noticias más destacadas del día.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.