Torrelavega concretará el futuro del Palacio municipal en la próxima legislatura

Serán esos 25 ediles quienes decidan si esa reforma para modernizar y embellecer la obra de Joaquín Rucoba –construida entre 1890 y 1906, aunque adquirida por el Consistorio en 1925– es una prioridad o no para un municipio que, en los próximos años, se enfrentará económicamente a la parte mollar del soterramiento, la construcción de un conservatorio y la reforma del recinto ferial de La Lechera, entre otros grandes proyectos sobre la mesa.

1925fue el año en que el municipio adquirió el inmueble, aunque se abrió como Consistorio en 1926.

Hoy es complicado saber si esa reforma tendrá un hueco en ese orden de prioridades. «Si nuestra capacidad presupuestaria y los fondos europeos nos permiten abarcar toda la rehabilitación, lo haremos. Pero el edificio ya se podrá utilizar una vez finalizada la obra», avanza el alcalde, Javier López Estrada, consciente de cuál era la obra primordial de la legislatura:evitar que el Palacio municipal se venga abajo.

Artesonados, escalinatas y frescos al margen, el centenario edificio volverá a ser seguro cuando esa obra estructural quede terminada. Si sus oficinas se llenan de funcionarios o los plenos se vuelven a celebrar en sus salas nobles es un asunto que el conjunto de la Corporación tendrá que consensuar.

Hoy por hoy, los servicios que lo habitaban se encuentran dispersos en diferentes puntos de la ciudad, desde el edificio municipal de Baldomero Iglesias hasta la calle Berta Perogordo. De hecho, aquí es donde el equipo de gobierno acaba de tramitar el alquiler de un local para trasladar a los grupos políticos y el servicio de Recaudación –los dos últimos moradores de la Casona–.

Como estas secciones, otro de los espacios que se encuentra en una nave anexa es el Cine Pereda, hoy en desuso. Y su recuperación, para albergar oficinas –porque su papel como sala de proyecciones parece completamente descartado–, también es objeto de debate entre los responsables políticos. Su amplitud, cerca de 500 metros cuadrados en planta, encarecen mucho la actuación y genera muchas dudas en el seno de la coalición de gobierno. Otra vez las prioridades.

La última hoja de ruta con la que contó el espacio, hoy municipal, fue un proyecto de ampliación y rehabilitación encargado al gabinete madrileño de arquitectura Aybar Mateos, en 2009. Y no salió como se esperaba. Su carácter «inejecutable», según recuerda el Consistorio, y la depresión económica dejaron la iniciativa en tierra de nadie.