Torrelavega inspeccionará 200 terrazas para ajustarlas a la ordenanza precovid

Aquí es importante aclarar bien qué estancias se someten a la revisión y cuáles no. Por lo pronto, el Ayuntamiento distingue dos grandes tipos de terrazas: aquellas que han crecido a lo ancho, siempre con permiso de los edificios colindantes; y las que se extienden a lo largo, nunca sobrepasando más del 50% de la calle y dejando 1,80 metros para el tránsito de personas.

A partir de aquí, hay una regla infalible para hacerse una idea de lo que va a pasar en las próximas semanas. Todos esos locales que, por la pandemia, tuvieron permiso para añadir más filas de mesas, ahora tienen que devolver esos metros. Igualmente, si la actividad de un negocio choca con la celebración de una festividad o una cita señalada, prevalecerá el interés público por encima del privado.

Los que sí pueden estar tranquilos son los propietarios de tarimas -zonas de estacionamiento convertidas en terrazas al aire libre-. Salvo en contadísimas ocasiones, «uno o dos casos» según informan desde Hacienda, Industria y Seguridad Ciudadana, los hosteleros podrán seguir contando con estos medios, uno de los recursos más socorridos de los últimos dos años en las calles de Torrelavega.

El retorno a las viejas rutinas debería ser efectivo del todo en unas cuatro semanas, según avanza el equipo de gobierno. Para el inicio de verano, los negocios habrán tenido la oportunidad de tomar nota de esta ordenanza llamada a regular el acceso y utilización de los espacios públicos urbanizados, desde las actividades económicas privadas como las terrazas hasta el resto de usos compatibles. Ese papel está de actualidad ahora, pero en realidad se firmó en abril de 2019. Doce meses más tarde, la pandemia empezaría a arrasar con todo a su paso.

El departamento dirigido por Pedro Pérez Noriega quiere abordar estas cuatro semanas de transiciones con cierta delicadeza. Saben que despedirse de estos salvavidas en forma de mesas no será fácil para los dos centenares de hosteleros sujetos a estas alternativas, más que nunca a las puertas del verano y el ascenso de las temperaturas. De ahí ese sentimiento a caballo entre la resignación y la nostalgia que demuestran los propietarios. «No queda más remedio que aceptar la situación. Es lo que hay», declara Javier Fernández, propietario del Nuevo Cinturón, a un costado de la plaza Baldomero Iglesias. Dicho eso, el hostelero deja claro que «tendrían que ayudar a la gente que más dinero ha invertido en estas adecuaciones».

Coincide Quique Gómez, dueño del pub Parada Bus -en la calle Limbo- y, aunque no directamente afectado, sí sensibilizado con la situación que de ahora en adelante pueden atravesar sus compañeros del sector. De ahí su mensaje, que dirige a la Administración municipal y al conjunto de la población. «Se nos ha olvidado muy pronto que estuvimos más de un año cerrados, con muchísimas pérdidas. Si es posible, deberían dejar cierto margen», declara, antes de lamentar que «Torrelavega es el municipio con menos ayudas a la hostelería de toda la comunidad autónoma».