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El Ayuntamiento de Torrelavega tramita la instalación de tres sonómetros de proximidad que, desde las farolas y otros puntos en altura del mobiliario urbano, servirán para medir y conocer los niveles de ruido a tiempo real tanto en la zona de vinos (dos) ... como en el entorno del parque Manuel Barquín (uno). Estos equipos serán los oídos de la Policía Local y revelarán la intensidad del sonido ambiental en directo sin que sea necesario un aviso vecinal, lo que ocurre con frecuencia en el barrio San José. Aquí, en pleno corazón de la zona de vinos, la firmeza de la asociación de Afectados por el Ocio Nocturno de Torrelavega se viene trasladando al debate político y a medidas cada vez más contundentes para defender el descanso de los residentes.
«El ruido no nos deja dormir», declaraba a inicios de junio su portavoz, Bernabé Crespo, la voz que encarna a los residentes más hartos del alboroto de la noche y que, de hecho, ha llegado hasta los Plenos municipales. La Concejalía de Policía y Seguridad toma nota de estos problemas y suma estos equipos de medición al frente contra el exceso de alboroto, igual que los sonómetros portátiles que, esta vez 'in situ', disuadirán a los pubs y discotecas de poner la música excesivamente alta en las próximas semanas.
Como máximo responsable al mando de estas iniciativas, el edil Pedro Pérez Noriega está empeñado en blindar el descanso de los vecinos y aportar una herramienta que verdaderamente sirva para demostrar que los ruidos se producen. Gracias a estos sonómetros, no habrá indicios que valgan. Conectados directamente a la comisaría, estos equipos de proximidad permitirán poner cifras al nivel de ruido en cada momento, lo que supone un avance fundamental no sólo para el poder disuasorio de la medida sino para dar voz a todos aquellos residentes que denuncian el bullicio y ven cómo su aviso cae en saco roto. Los vecinos que se han quejado alguna vez saben cómo funciona: llaman a la Policía para quejarse por un alboroto que, para cuando los agentes llegan, ya no se produce fuera de los márgenes legales.
Para esa labor sobre el terreno ya están los sonómetros portátiles, que serán equipados a finales de año después de que los efectivos superen un proceso de formación específico a tal fin. Estos dispositivos acompañarán a los agentes durante sus patrullas para garantizar, por ejemplo, que un pub respeta la normativa y no supera el máximo de decibelios permitido. No tendrán carácter indiciario, pero la Policía tendrá algo con que medir esos niveles y, si es necesario, dar un toque de atención a los locales.
El problema de todo esto es que no es tanto la música, que también, sino el ruido de la calle lo que muchas veces perturba el sueño de los vecinos. Eso, que ha sido reconocido por Pérez Noriega en más de una ocasión, también lo han dicho muchas veces desde la asociación de Afectados por el Ocio Nocturno. Las voces, las botellas, las risas y, lo peor, las peleas, son por desgracia una banda sonora demasiado habitual en la zona de vinos, un entorno de ocio que ahora, tras el verano -época en la que la juerga se desplaza a la costa-, vuelve a tener serios problemas para conciliar el sueño.
Pero no sólo los ruidos centran la agenda de la Concejalía de Seguridad. El Ayuntamiento también viene trabajando en la redacción de un proyecto para instalar cámaras de seguridad no en la zona de vinos sino en las entradas y salidas de la ciudad. Con el visto bueno de la Delegación del Gobierno -cauce obligado en este tipo de iniciativas-, el Consistorio se propone identificar matrículas cuando, por ejemplo, reciban un aviso por un robo dentro de la ciudad.
Antes de colocar todos los dispositivos, Torrelavega vivirá un periodo de transición con la colocación de cuatro cámaras de seguridad a finales de este año. El departamento de Pérez Noriega asume esta fase como «una prueba» para conocer las características y ventajas de este modelo de vigilancia, orientado únicamente a la persecución del vandalismo y la protección de los vecinos. Eso ya quedó claro por parte del regionalista el día que la zona de vinos salió a colación en un Pleno municipal, el 5 de julio: «No hay ningún ánimo de vigilancia sino de control».
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