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Si Torrelavega cuenta algún día con una piscina olímpica será porque la Consejería de Deportes o, en su caso, el Ministerio del ramo han puesto de su parte y su bolsillo para financiarla. En estos momentos, el Ayuntamiento se presenta incapaz de financiar los ... costes que este gran proyecto supone, ni los cerca de 8 millones de euros de inversión que requiere de entrada ni sus costes de mantenimiento, superiores al medio millón cada año. Y menos ahora, en una década en la que, solo el soterramiento, absorberá de las arcas municipales una cantidad de al menos 20 millones de euros -una quinta parte del Presupuesto total-. El Ayuntamiento delega así la responsabilidad económica de estas instalaciones deportivas, para las que, hasta hace no tanto y con vistas a su construcción, se destinaban recursos públicos.
Los precedentes están ahí. Hace dos veranos, un Consistorio cargado de optimismo adjudicaba -por 13.000 euros y a la empresa Wayedra Consulting- un estudio para conocer precisamente la viabilidad económica de esta iniciativa; hoy, sin embargo, parece que aquella ilusión está puesta en otras prioridades. Las conclusiones a las que llegó aquel análisis tampoco fueron demasiado halagüeñas, dicho sea de paso. Según reflejó, el beneficio de la instalación sería «demasiado pobre» para poder ejercer atracción sobre los inversores, más aún cuando se trata de un modelo de negocio «tan variable y sujeto a la experiencia del usuario», así como a «múltiples variables externas y donde se consigue tan poco beneficio».
8 millones
podría costar la piscina según los cálculos municipales, sin contar el mantenimiento.
¿Qué cabe esperar de esos terrenos entonces? Por lo pronto el Gobierno de Cantabria y su Consejería de Deportes no muestran intenciones serias de llevar a flote el proyecto, por lo que ha podido saber este periódico. Salvo que otra entidad lo impida y ponga dinero deseando lo contrario, como el Consejo Superior de Deportes (CSD) del Ministerio, las expectativas proyectadas en el campus de la Universidad de Cantabria corren el riesgo de caer por el desagüe y pasar a la lista de actuaciones de las que, aunque se habló mucho, no se hizo nada de nada.
Dos décadas se lleva hablando de la piscina de cincuenta metros. Fue anunciada por el Gobierno de Cantabria en 2003 y todavía hoy no se sabe nada de ella salvo que, de existir, se situaría en el campus. De hecho, el Plan Especial de Ordenación del Campus reserva una parte de su suelo a las brazadas desde hace tres años y medio, desde que la comisión de Urbanismo aprobó una modificación puntual a tal fin. Pasaban 17 años desde que el consejero Javier López Marcano, inspirado en su antecesor, José Antonio Cagigas, encuadraba la idea entre los grandes planes de la capital del Besaya; hoy, ya van veinte camino de veintiuno.
El compromiso de la Administración cántabra en general con todas estas expectativas olímpicas ha ido variando a lo largo de todos esos años. Todo empezó como un sueño genérico, pero adoptó una forma algo más concreta una vez que el Consistorio, en 2021, se encargó de actualizar el proyecto -que llevaba años en un cajón- y arrojar algo de luz sobre sus detalles.
Esa visión, la del anteproyecto, sigue siendo la aproximación más minuciosa que el Ayuntamiento ha hecho de esta iniciativa: el documento contempla la construcción de una piscina de 50 metros, con ocho calles y una pasarela móvil para otras competiciones menores. Asimismo, esta infraestructura se completaría con un gimnasio y servicios de ocio y restauración.
Sobre el papel se concretaron muchas cosas; la manera de pagarlas, no tanto. La falta de recursos y el orden de prioridades vienen relegando la piscina olímpica al lugar en el que se encuentra hoy en día desde hace muchos años. Su construcción como su explotación dependen de otras instituciones o manos exclusivamente privadas -hace tres años, el alcalde, Javier López Estrada, incluso avanzó que había empresas interesadas en estos planes-.
Pero no se volvió a saber nada. El sueño olímpico de Torrelavega, una infraestructura que colocaría a la ciudad en el mapa competitivo, sigue siendo más una quimera que un proyecto con los pies en el suelo. Entre tanto, el campus de la UC -donde siempre se ha ubicado, salvado una propuesta inicial en la zona deportiva de Santa Ana- sigue creciendo en otras direcciones, como la nueva sede del Parque Científico y Tecnológico (Pctcan).
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