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Transición y democracia

Transición y democracia

Los últimos 50 años. La historia más reciente presenta a una ciudad pujante en la que la gente de los barrios cobra protagonismo y su lucha vecinal para reclamar mejoras. El dinero hecho en los años de bonanza circulaba pero ya aparecía el drama del paro

David Carrera

Torrelavega

Martes, 31 de marzo 2020, 07:23

La ciudad que había comenzado el siglo XX con apenas 8.000 habitantes llegaba a los 50.000 a mediados de los años 70. Una población superior a la de varias capitales de provincia de la época. La historia de los últimos 50 años, los que van desde la transición a la democracia, muestran una ciudad al alza que atendía las demandas de sus gentes. El movimiento vecinal se encuentra en pleno desarrollo y las peticiones de los barrios se trasladan a las calles reclamando zonas verdes, equipamientos escolares, culturales y espacios de ocio.

Aquello de la 'ciudad del dólar' empezaba a dar síntomas de agotamiento y aunque circulaba el dinero, el fantasma del paro hacía su aparición. La crisis golpeaba con dureza, llegándose a perder 1.500 empleos entre las mayores empresas entre 1976 y 1980. La población había experimentado un importante aumento a partir de los 50, década que se inició con 23.782 habitantes, alcanzándose los 31.021 diez años después, con un incremento de 7.681 empadronados. Sin embargo, otro gran crecimiento demográfico en la capital del Besaya se logró una década más tarde, en 1970, al alcanzarse un total de 43.362 habitantes, años en los que la ciudad experimentó una subida récord de 12.341 personas. Luego llegó el hito de 1976, pasando de los 50.000 habitantes, un crecimiento progresivo en 1980 con 55.786, y la década de los 90, que arrancaba con 59.997 personas empadronadas en Torrelavega.

Mercado Nacional de Ganados.

Pero, desde 1992, cuando se alcanzó el récord histórico de 60.155 habitantes, hasta la actualidad, la ciudad ha perdido más de un 15% de su población cerrando 2019 con 51.494 personas. Las razones que explican este proceso, son, entre otras, la bajísima natalidad, el desempleo, la carestía de la vivienda en comparación con municipios limítrofes, la ausencia de suelo urbano como consecuencia de los continuos retrasos en la aprobación del Plan General, y el paulatino desmantelamiento del tejido industrial. Por contra, municipios vecinos como Cartes, Polanco, Suances, Reocín o Miengo han aumentado su población en los últimos ejercicios.

Los últimos 50 años arrancaban con la muerte de Franco, lo que ponía fin a la dictadura y Torrelavega, como el resto del país, se abría hacia una nueva etapa de esperanza que daría paso a la consolidación de la democracia en España. Un cambio del que pueden hablar en primera persona cinco de los exalcaldes protagonistas de este momento: Francisco Javier López Marcano (PRC), Blanca Rosa Gómez Morante (PSOE), Ildefonso Calderón (PP), Lidia Ruiz Salmón (PSOE), José Manuel Cruz Viadero (PSOE) y el actual regidor, Javier López Estrada (PRC).

Época de cambios

El primer alcalde regionalista de la ciudad, Francisco Javier López Marcano, afirma que esta urbe «no es una isla ni es plenipotenciaria para desarrollarse ni para haber definido unilateralmente los últimos años de su historia en los que han sucedido acontecimientos políticos, económicos y sociales que han afectado nuestros modos de vida y las transformaciones de la propia ciudad». Por ello, considera «obligado» enumerar los grandes cambios políticos y socioeconómicos que marcaron y facilitaron la participación de los ciudadanos en la vida pública: la crisis económica mundial (1973); las primeras elecciones democráticas (1977); la Constitución de 1978; las primeras elecciones democráticas municipales (1979); la Autonomía de Cantabria (1981); así como las dos últimas crisis económicas mundiales entre 1990 y 1993 y de 2008 a 2014.

A juicio de López Marcano, «todos esos cambios y hechos condicionaron en lo bueno y en lo malo la evolución de nuestra ciudad». Cree que las fotografías de los años setenta «son un ejercicio nostálgico y memorístico para los mayores y una imagen casi irreconocible para los más jóvenes». Algunos ejemplos de esta transformación son para el exregidor la mejora de la traza urbana y de la disciplina urbanística; la creación de espacios verdes para el uso y disfrute de todos; la construcción de equipamientos deportivos, culturales y sociales; las mejoras en la sanidad y en la educación tanto en los equipamientos como en las prestaciones; la calidad de las políticas sociales tanto públicas como privadas; la vialidad urbana, las rondas y las autovías; el abastecimiento del agua; y otros logros y mejoras.

Reconoce que el camino no ha sido fácil porque «pasamos de ser una de las muchas ciudades del dólar de España a vivir la terrible crisis de los setenta, asistimos a manifestaciones multitudinarias, en las que los obreros de nuestras fábricas reclamaban el mantenimiento de sus puestos de trabajo ante el desmantelamiento de nuestra industria. Y así seguimos, tras haber padecido varias crisis cuyas causas son exógenas y desde luego insuperables con nuestros propios medios».

Manifestación contra el primer cierre de la fábrica en 2013.

A López Marcano le gusta creer que lo que venga «será mejor» y «me gustará muchísimo más que la realidad coincida con mis deseos». «Asistimos a un cambio de valores pero hay una verdad irrefutable: los hombres y las mujeres somos el epicentro de las decisiones, excepto, claro está, aquellas que pertenecen a los credos y a los códigos personales. La calidad de vida y la salud son las prioridades –verdad irrefutable como los duros tiempos que vivimos nos enseñan– para todo el mundo sin excepción».

Según el regionalista, frenar la pérdida de población, crear nuevas áreas industriales, que se mantengan los puestos de trabajo y se generen otros, nuevos equipamientos culturales y nuevos espacios de ocio y turismo, nuevos aparcamientos o que la ratio de metros cuadrados verdes por habitante sea la mayor de Cantabria son algunos de los retos para una Torrelavega mejor y «en definitiva, una ciudad solidaria construida entre todos».

No elude hablar de cuestiones o proyectos que ayuden a construir un futuro mejor y en este sentido afirma que «la más importante de todas las claves posibles es la cooperación y el buen entendimiento entre los gobiernos, europeo, central, autonómico y local», porque «solo desde la estrecha colaboración podremos aplicar las medidas que el diagnóstico requiere y todos con algunas diferencias, incluso matices en ocasiones, estamos de acuerdo en ese diagnóstico». «Sin embargo, ahora no son tiempos de teóricos sino de hacedores». matiza.

Por ello el exregidor habla de políticas fundamentales para la ciudad número 142 de España y que en su opinión son: las de reindustrialización; las fiscales; las que contemplen nuevas medidas de financiación; las urbanísticas; las de investigación y desarrollo; las prospectivas; las de educación; y en definitiva «todas aquellas políticas que permitan la germinación del enorme capital que posee esta ciudad y que se ve obligado, en su gran mayoría, a demostrarlo fuera de la ciudad». «Torrelavega y Cantabria les proporcionan formación y otras ciudades, de España y del mundo, se benefician de esa formación. Y esa, la iniciativa privada desde los castigados autónomos hasta los grandes empresarios, es precisamente la otra gran clave importante para el desarrollo y crecer», argumenta.

Ubicación «estratégica»

La primera alcaldesa de Torrelavega, Blanca Rosa Gómez Morante (PSOE), suscribe que la ciudad debe mantener su estratégica ubicación geográfica en Cantabria que «nos ha permitido crecer en instalaciones industriales, ser un referente de multiples actividades comerciales, tener en el Mercado Nacional de Ganados una rica actividad económica a la que se suma la iniciativa emprendedora para poner en marcha las medidas que ayuden a cambiar la tendencia poblacional y consolide las nuevas propuestas de carácter cultural y de servicios que consoliden a Torrelavega como referencia».

Sin nostalgia, Gómez Morante destaca que Torrelavega atesora una cultura de compromiso y de iniciativas y además «nos permite seguir defendiendo ser una ciudad amiga de la industria y apostar por el desarrollo del campus universitario, con la implantación de nuevas titulaciones y proyectos vinculados a esa industria blanca de la formación, así como el desarrollo del área logística de La Hilera, la transformación de La Lechera en un centro cultural con referencia al mundo de la imagen y la descentralización de la administración autonómica de las direcciones generales para reafirmar la comarcalidad de Torrelavega y un nuevo escenario de oportunidades».

La exalcaldesa, que dirigió el rumbo de la ciudad durante tres legislaturas, es de aquellos convencidos en que «los mejores años estan por llegar». «Sin duda, porque creo en la ciudad y porque estoy convencida que este cruce de caminos y de decisiones adelantadas en documentos como el Plan Estratégico, la revisión del Plan General de Ordenación Urbana, el Plan de Movilidad, y la incorporación a la ciudad del suelo libre de la integración ferroviaria nos exige firmeza y voluntad política para llevarlo a cabo». En cuanto al futuro, Gómez Morante plantea un modelo de ciudad que «nos permita poner en valor un patrimonio natural olvidado en los últimos años, con el equilibrio entre las actividades económicas y la calidad de vida a la que seguimos aspirando y reivindicamos».

Por su parte, Ildefonso Calderón, el primer alcalde del PP en la ciudad, recuerda que Torrelavega emergió de los años de desarrollo económico de la posguerra como una ciudad «líder en industria, comercio y capital ganadera y también en construcción y logística». «Era una Torrelavega de oportunidades y prácticamente de pleno empleo sin embargo a partir de 1975 con la crisis del petróleo, y de 1985 con las reconversiones inducidas por nuestro ingreso en la Comunidad Europea y con el arranque de la autonomía de Cantabria, ese modelo ha ido recibiendo golpe tras golpe, sin que haya existido una clara visión ni en el Ayuntamiento, ni en el Gobierno regional ni en el nacional sobre cómo mantener la prosperidad de nuestra ciudad», comenta.

Emprendimiento

La única clave, segúnCalderón, para que la ciudad vuelva a crecer «es cambiar la mentalidad». «La Torrelavega exitosa fue hija de emprendedores y creadores: en la economía, en la cultura, en la medicina, en la educación, en la acción social. La Torrelavega que fracasa es la basada en clientelas y pequeños grupos ventajistas de lo político. Eso ha sido letal para la ciudad, porque no ha generado ni la visión del cambio ni la capacidad ejecutiva para realizarlo. Porque esos grupos sabrán cómo se ordeña una vaca, se llame Presupuesto o Plan General de Urbanismo, pero no cómo se cría una ternera, es decir, generar capital social y futuro. Mientras Torrelavega siga votando ese modelo, que no espere nada. Cogida en la pinza de la obsesión ideológica y las redes de intereses personales, Torrelavega se va convirtiendo de ciudad en un pueblo grande, una periferia a veinte minutos de Santander. Es dramático. En cambio, Santander ha prosperado en el mismo periodo, ha cambiado de manera notable y ejecuta lo que se propone. Ha tenido voluntad y capacidad para reformarse. La distancia cada vez es mayor, lo ve cualquiera».

Para que la ciudad mire con esperanza al futuro, considera que hay que aprovechar la posición «clave» de Torrelavega para la industria, el comercio, la cultura, el ocio y el turismo, los servicios médicos y educativos y la logística. «Hacer profundas transformaciones urbanas, con intermodalidad del transporte en Feve y un Torrebús comarcalizado, revalorizando la Plaza Mayor, el Palacio Municipal, el Mercado Nacional de Ganados, Mies de Vega, las riberas del Besaya y del Saja, el Mercado de Abastos, con un plan para los bajos comerciales vacíos, con un plan de formación profesional y empleo de altas miras, con más proyección en formación e investigación en el campus... El modelo es claro, pero no solo se necesita modelo, se necesita capacidad de ejecución, y aquí está por demostrar», dice.

La segunda mujer en presidir la Alcaldía, Lidia Ruiz Salmón (PSOE), asegura que «si algo ha caracterizado la historia de Torrelavega es su capacidad de transformación en todos los ámbitos en la medida que sobrevenían los cambios económicos y sociales, ese éxito es lo que fue haciendo una ciudad con fuerte presencia en Cantabria».

Declive industrial

En su opinión en los últimos cincuenta años han entrado en juego dos factores de cambio importantes. Por una parte, la irrupción y posterior trayectoria de la democracia municipal, y por otra las «sacudidas» de diferentes crisis económicas, no sólo globales sino también con repercusiones marcadamente locales. «La bonanza económica de los años 60 y 70 en Torrelavega no se vio complementada con la correspondiente aportación en servicios básicos y calidad urbana a los que la ciudad obliga hasta la llegada de las corporaciones democráticas», señala. Sin embargo, sostiene que en contraposición a este «despegue urbano», los últimos decenios «han castigado» a una ciudad que se sostenía en lo económico principalmente con una «industria potente pero madura», lo que a su juicio «le hacía especialmente vulnerable a los golpes de las crisis, particularmente a la de 1973-1984, que marcó el reflujo de la actividad productiva, no detenido hasta ahora, y la de 2008; todo ello con una negativa repercusión en la economía local y en la situación social de muchas personas y familias». «Es la otra cara de la moneda del último medio siglo, y algo aún pendiente de resolver, a escala global pero también desde la ciudad», apunta.

Para Ruiz Salmón «lo que sí podemos asegurar es que el futuro, y los años venideros, no sabemos si serán mejores o peores y en función de con qué los comparemos. Serán diferentes, con seguridad. Y por ello es fundamental comenzar a construir esa diferencia, anticiparnos y posicionarnos en vez de esperar acontecimientos para intentar acomodarnos». Y concluye que el futuro de la ciudad pasa por un modelo basado en tres pilares: compacta, inteligente y amable. «Una ciudad compacta, que no es una ciudad llena de edificación, sino una ciudad donde predomine la mixtura urbana, donde coexistan usos y actividades lo más diversos posibles: residencial, servicios, pymes, equipamientos públicos, espacios libres habilitados para su uso público, llenando los vacíos urbanos que tenemos. Una ciudad inteligente, que acoja y haga todo lo posible por acoger industria tecnológica, digital y creativa, y formación en materias relacionadas con ello y con la atención a las personas o las disciplinas medioambientales. Y una ciudad amable, más humanizada y accesible, donde el espacio público sea más protagonista y su estructura y mobiliario urbano más identificativos de Torrelavega, con un urbanismo saludable donde lo verde esté siempre cercano. La ciudad que disfrutemos por placer y no sólo la que usamos por necesidad», explica.

Del esplendor a la crisis

Otro exalcalde socialista, José Manuel Cruz Viadero, afirma que Torrelavega desde el punto de vista económico y social, ha vivido momentos de gran esplendor en los últimos 50 años, pero también ha sufrido importantes crisis industriales que han puesto a prueba la capacidad de lucha y resistencia de la sociedad torrelaveguense, especialmente de las clases mas desfavorecidas.

La nueva traída de aguas, la construcción del Hospital Sierrallana, el Bulevar Ronda, el campus universitario, los institutos colegios y guarderías, el matadero o el Teatro Municipal Concha Espina son, segúnCruz Viadero, algunos de los logros de esta primera etapa democrática.

En cuanto al futuro, responde que, en base al mayor activo que tiene la ciudad, «que son sus vecinos y vecinas, y el excelente grado de formación y conocimiento de los jóvenes, puedo asegurar que Torrelavega, es una ciudad con un futuro muy esperanzador». Apuesta por una ciudad sostenible, que ofrezca calidad de vida a los vecinos, que piense en todo momento en el bienestar de las generaciones futuras y que la justicia social sea la prioridad.

Las claves, según Cruz Viadero, son varias y pasan por buscar el máximo consenso de la Corporación y de los torrelaveguenses para llevar adelante el Plan Estratégico aprobado al final de la anterior legislatura; que el Gobierno de Cantabria, a través del desarrollo de los PSIR necesarios, ponga a disposición de las empresas locales, de Cantabria, y de toda España, terrenos donde puedan desarrollar su actividad porque «en la actualidad hay empresas que no pueden ubicarse en la ciudad y lo hacen mayoritariamente en las comunidades autónomas colindantes, con la consiguiente pérdida de empleo y riqueza tanto para la ciudad como para Cantabria». Igualmente, defiende la investigación a través del Campus de la Universidad de Cantabria y en el futuro además, con la puesta en marcha de la Escuela de Emprendimiento.

También cree que hay que centrar los esfuerzos en conservar la industria actual y facilitar su ampliación, pero siempre cumpliendo las condiciones de sostenibilidad, sin contaminación y respeto al medio ambiente, potenciar el sector servicios, que «entiendo que aún tiene mucho margen de crecimiento en nuestra ciudad», además de un comercio especializado, hostelería, cultura, ocio, deporte y espectáculos, que «en ningún caso son un gasto, sino una inversión creadora de riqueza y empleo».

Por otro lado, Cruz Viadero hace referencia al turismo, ya que «en nuestra ciudad, hasta este momento, no hemos creído que éste pudiera ser una fuente de riqueza para la ciudad, pero la ciudad también tiene sus atractivos y una ubicación privilegiada en nuestra región, la cual debemos de explotar y además a medio plazo contaremos en la Lechera con un centro cultural y artístico que contará con la colección de arte contemporáneo del Gobierno de Cantabria, convirtiéndse en un lugar de atractivo interés para ese nuevo sector del turismo cultural».

Asimismo, subraya que las residencias de ancianos y ayuda a la dependencia deben ser «una de las prioridades» y «un modelo a seguir como referencia y como servicio fundamental para nuestros mayores y dependientes», así como apoyar y potenciar la ayuda al sector terciario, «puesto que igualmente es una fuente creadora de riqueza y empleo».

Por último, recuerda que en la anterior legislatura, la Corporación llevó a cabo la aprobación inicial de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), y por ello reclama la aprobación definitiva. «Esta revisión del Plan General va a ser un instrumento muy importante de desarrollo y crecimiento para la ciudad», apunta. También se refiere a la comarcalización de servicios públicos, con los demás municipios de la comarca del Besaya, que añade «servirá para poner de manifiesto la capitalidad de Torrelavega, reportando beneficios a todos los municipios que se sumen a la demandada comarcalización».

Sector terciario

El actual alcalde, Javier López Estrada (PRC), cree que la ciudad ha vivido una implosión de solidaridad y justicia social, con referentes tan importantes como la fundación Asilo, Amat, Amica, Coorcopar y muchas otras. «A nivel económico también hemos vivido una importante transformación y adaptación a los nuevos modelos, en los que ha tomado un peso cuantitavo mucho mas importante el sector servicios. Hemos vivido, por tanto, una terciarización del sistema productivo al igual que todo nuestro entorno a nivel nacional y europeo», agrega. A nivel político, considera que el cambio ha sido radical pasando de una dictadura a una democracia.

Para contribuir a la recuperación económica entiende que se tienen que afrontar los retos más importantes para el desarrollo como frenar la pérdida de población, solucionar los problemas de aparcamiento y reinventar a ciudad para la utilización de los cientos de locales vacíos que el cambio de modelo ha dejado. Otra clave, según López Estrada, es trabajar en los proyectos estratégicos «de manera conjunta, y sin pudores». «Les tenemos identificados en el documento del Plan Estratégico Torrelavega 2026, el soterramiento, el Conservatorio de Música y Danza, el Centro de las Artes y de la Cultura de La Lechera y la transformación del Mercado Nacional de Ganados», enumera.

Confía en que lo mejor para esta urbe está por llegar porque «los torrelaveguenses tenemos derecho a creer en una ciudad mejor, más justa, más rica, más verde». «Es fácil recurrir a la nostalgia y recordar tiempos mejores. Esos recuerdos son sesgados por el paso del tiempo, nuestros abuelos se mataron trabajando, teniendo la cuarta parte de nuestros derechos, la décima parte de nuestras cosas materiales, el 80% de nuestra esperanza de vida. No recordamos ya tampoco esa ciudad infectada por la heroína con cientos de jóvenes falleciendo y la contaminación que mataba nuestro aire, nuestros ríos o las playas vecinas. Hemos de ser razonables y valorar en su justa medida la gran ciudad que hemos heredado», expresa.

Sobre el modelo de ciudad ideal para los próximos años, López Estrada dice que «hace muchos años que hemos ido cambiando de prioridades como sociedad, primero fue el vapor, después el carbón, la electricidad, el petróleo. Tras esta odisea estamos llegando al lugar de donde no debíamos haber salido nunca, a que lo más importante son las personas. Y ese es el modelo de ciudad al que tenemos que llegar, una ciudad accesible para las personas, verde para las personas, habitable para las personas y productiva para las personas». El regidor destaca que hasta ahora, «las fábricas eran las que decidían dónde se instalaban, después los ciudadanos iban detrás». «No en mucho tiempo serán los trabajadores los que decidan dónde quieren vivir, esté dónde esté su trabajo. Este cambio ya está sucediendo y será cuando Torrelavega muestre de verdad las ventajas que tiene vivir en nuestro gran pueblo y nuestra pequeña ciudad», concluye.

Y es que la historia de Torrelavega es una especie de 'montaña rusa', con grandes momentos, de crecimiento y desarrollo, interrumpidos por crisis que aquí siempre golpean más duro, lo que otorga al torrelaveguense un carácter curtido en mil batallas para afrontar nuevos retos y mirar de frente al mañana.

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