El último gran truco de las pistas de skate de La Lechera
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La instalación, que será derribada por la obra del desvío del tren, celebra una fiesta final con la comunidad de patinadoresEran las 10.17 horas de la mañana. Algunos chavales ya patinaban y otros estaban ayudando a organizar todo cuando el tren pasó a veinte metros de ahí, de las pistas de skate de La Lechera, en Torrelavega. Pasaron muchos como ese durante las más ... de doce horas de saltos, piruetas y risas convocadas aquí, casi como un presagio de lo que sucederá dentro de unos meses, este año, el día que la instalación sea derribada debido a la obra del desvío del tren -la infraestructura que absorberá el tráfico ferroviario durante el soterramiento-. Dentro de un año y medio, los trenes no pasarán cerca, sino justo por ahí, poniendo fin a más de veinte años (21) de unas instalaciones por las que la comunidad de patinadores de Torrelavega y Cantabria siente mucho apego. Aquí se han forjado amistades, referentes, una comunidad entera; y también se han roto tablas y hasta huesos. «De aquí han salido muchas relaciones», expresaba ayer Paul Herrera, uno de esos skaters que, allá entonces, cuando era un chaval, empezó a rodar y a integrar esa «escuela pirata» basada en ejes como la «tolerancia, el respeto y el compañerismo».
Ahí estaba ayer, frente a esa instalación mítica y acompañado por su hijo, Telmo. A él le ha inculcado esos valores y la belleza de un deporte que alterna «riesgo y precisión», lo pasional con la máxima concentración, un «desafío personal» que, aunque solo llegan a comprender del todo aquellos que se suben a la tabla y detienen el tiempo mientras vuelan y hacen piruetas, este patinador de once años logró sintetizar a la perfección: «Me gusta el miedo que te hace sentir».
Y así quisieron sentirse ayer, un día más, muchísimos amigos, patinadores de toda la vida y jóvenes promesas. Pero no era un día más, sino la última gran fiesta de la comunidad en unas pistas, sus pistas, que no volverán hasta después del soterramiento. Y como no es un adiós, sino un hasta luego, la despedida no fue amarga; al revés, estuvo colmada de piruetas, ánimos al compañero y ojos abiertos como platos. Se batieron pequeños, en el campeonato sub-16, y también mayores, en otro torneo en el que se repartieron hasta 500 euros en premios, pero el ánimo de la fiesta no fue tanto competitivo sino fraternal. La pachanga familiar, los conciertos en el edificio multiusos Sergio García hasta bien entrada la noche, el taller de customización de tablas y cascos, la competición del clásico videojuego 'Tony Hawk's Pro Skater 2', el museo del monopatín, el mercadillo y, sobre todo, la recaudación de los fondos con destino a la asociación local Gatucos -volcada al cuidado y control de gatos de colonia- lo demuestran.
Además de solidaria, fue la clásica jornada skater: buen ambiente, ropa cómoda y música rock a todo volumen. El silbido del tren seguía pasando, pero la banda sonora ayer la dominaron los rodamientos, las tablas contra el canto de la piscina y las conversaciones de los de siempre y los que están por llegar, ya sea aquí o en Nueva Ciudad, donde se construirán nuevas pistas para compensar el vacío en La Lechera. Puede que Enzo García Jiménez, de 9 años y natural de Santander, vaya algún día. Él, que lleva un año y pico patinando, también se acercó con sus padres: «Me gusta mucho hacer trucos».
Antes que Enzo, muchísima gente empezó a patinar en La Lechera hace dos décadas, cuando era un deporte casi incomprendido y desde luego alejado del programa olímpico en el que se encuentra a día de hoy -desde los Juegos Olímpicos de Tokio (2020)-. Ha pasado mucho tiempo y se han caído muchos prejuicios desde que la comunidad de patinadores de la capital del Besaya se convirtió en un altavoz clave para impulsar el desarrollo de este tipo de infraestructuras en Cantabria.
Mucho más de veinte años. La relación de Torrelavega con el 'ollie', el 'kickflip' y cualquiera de los aéreos que alargan el catálogo de trucos y voces inglesas del argot se remonta a finales de los ochenta, a la petición de los skaters para contar con una zona de práctica en la ciudad. Aquella demanda fue atendida en 1991 con la inauguración de las primeras pistas municipales, muy cerca de ahí, también en las proximidades de la piscina de La Lechera. No obstante, otra obra distinta, la de la ronda de circunvalación (Bulevar Ronda), provocó su traslado once años después.
Aquí han permanecido hasta ahora durante estas más de dos décadas, hasta que el sueño del soterramiento se ha visto asociado a la construcción de una vía alternativa que surcará el norte de la ciudad a lo largo de 1,4 kilómetros, desde esta misma zona hasta la Inmobiliaria. «La nueva Tecnoteca con su 'skatepark' y el del pabellón María Pardo (Nueva Ciudad) sustituirán a esta instalación hasta que finalice la vida útil de la vía auxiliar», declaraba ayer Javier López Estrada, uno de los representantes municipales que se acercó a esta fiesta.
Entre ellos también estaban los concejales de Deportes, Nacho González, y de Participación Ciudadana, Borja Sainz. «Las volveremos a abrir, gracias a todos los skaters», expresó el primero; «ha sido un placer colaborar con ellos para hacer posible esta despedida», dijo el segundo.
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