Valientes contra la adversidad
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En una ciudad sumida en una crisis letal para decenas de negocios, también surgen proyectos ilusionantesEn esa ciudad herida de la que tanto se habla, en un contexto de encadenamiento de crisis, la salida de una pandemia y una inflación letal para negocios y familias, las persianas bajan para siempre con cada vez más frecuencia. Torrelavega viene siendo un fiel ... reflejo de ello desde hace años. Aquella tienda de toda la vida que cerró, ese restaurante que no pudo superar la recesión, la proliferación de carteles de 'se alquila', ese silencio tan revelador que ensordece algunas avenidas... Es normal que todo el mundo hable de cierres. Aterrizan en las conversaciones del día a día y los periódicos casi por costumbre. Lo que no es tan frecuente es el caso de esos optimistas que deciden instalar un negocio en la capital del Besaya, muchas veces incluso llevando la contraria a todos los agoreros que tienen alrededor. «¿En Torrelavega? Pero sí está muerta», «mejor en Santander» o «es una locura» son algunos de los comentarios que han escuchado los cuatro emprendedores que aparecen en este reportaje, una muestra de los valientes que, con todo en contra, han tomado las riendas de una empresa en el último año. Valga esta página para dar a conocer su entusiasmo y ese empeño impagable por dinamizar la ciudad.
«Me decían que estaba loca, pero aposté por Torrelavega. Dicen que la ciudad está muerta, pero ¿qué hacemos al respecto? Hay que intentarlo»
«Cuando quieres montar algo, siempre van a venir las críticas, pero eso ocurre porque no prueban. Yo lo hago porque creo en ello. Siempre sacaré algo positivo»
«Esta ciudad tiene muchísimas cosas buenas. Estoy convencida de que en el futuro habrá más trabajo y abrirán empresas. Sólo hay que darle tiempo»
«Tenía las ganas de montar algo para mí. La gente me llamaba loca cuando lo dije, pero, cuando en Torrelavega se hacen cosas, los vecinos responde muy bien»
Estela Fernández Iglesias encarna esa esperanza desde mayo del año pasado, incluso antes de que llegara a la plaza José María González Trevilla e inaugurara Mencía para la Mujer, una tienda orientada a las mujeres y colmada de moda, complementos, bisutería, cosmética y hasta juguetes eróticos. Aún cuando estaba inmersa en la reforma, esta torrelaveguense de 39 años musicalizó un vídeo en redes sobre los avances de su negocio con la canción 'Somos unos valientes', de Merche. Ella se reconoce en esa palabra: «Decidí tirar para adelante. Si sale bien, bien; y si no, pues mira, aprendes de la experiencia».
Y no le va mal precisamente. Desde que dio el lavado de cara al local –antes vacío–, viene quitando la razón a todos los que le sugerían otras localizaciones. «Me decían que estaba loca, pero aposté por Torrelavega. Dicen que la ciudad está muerta, pero ¿qué hacemos al respecto? Hay que intentarlo», asevera la empresaria, satisfecha con la fidelización y el trato que la distingue ante su clientela, «que es de dentro y de fuera».
Lo que distingue a Sergio Valderrama, sin embargo, salta a la vista antes de entrar a su local, Entre Pan y Pan, afincado desde la pasada Navidad en la calle El Trust. Desde que llegó, este santanderino de 46 años viene engalanando no sólo el interior de su bocatería sino también la pared exterior de la calle con un mural sobre Los Pitufos –de Naza Conde–. El aderezo blanquiazul está inspirado en la adoración que su hija Martina siente por estos personajes. Y a esta no le bastó con sellar la estética. Esta pequeña, igual que su hermana mayor, Carlota, da nombre al bocata que más triunfa entre todos los chavales que se mueren por algo de comer tras una noche de copas. Salvo Ana, encargada y «alma del local», no tantos estaban con él: «Cuando quieres montar algo, siempre van a venir las críticas, pero eso ocurre porque no prueban. Yo lo hago porque creo en ello. Siempre sacaré algo positivo», asegura Valderrama al respecto.
No tan lejos de ahí, en Augusto González Linares, aunque mucho más enfocada a los chavales que salen del instituto o los que desayunan con el periódico que a los amantes de la noche, Isabel Cepeda abrió en noviembre su coqueto local, Casa Isabel –y no sin su mano derecha, Luis Eduardo–. «Estamos trabajando bien y a la gente le gusta», celebra esta vecina de 42 años, natural de la República Dominicana y asentada en Torrelavega desde hace veinte años. A estas alturas conoce bien el municipio, al que augura un horizonte con más luces que sombras. «Esta ciudad tiene muchísimas cosas buenas. Estoy convencida de que en el futuro habrá más trabajo y abrirán empresas. Sólo hay que darle tiempo», valora.
Lo mismo que Rebeca Álvarez, que cogió un local vacío en La Llama para convertirlo en un establecimiento de comida para llevar, panadería y hasta chuches:Becky's Take Away. Llegó hace nada, el 17 de enero, pero los clientes ya la saludan como si llevara ahí toda una vida. «¿Qué tal todo?», «¿cómo va?», «¡Cuídate!», charlan ella y los que la visitan. «Tenía las ganas de montar algo para mí. La gente me llamaba loca cuando lo comenté, pero cuando en Torrelavega se hacen cosas, los vecinos responden superbién».
El hecho de que Álvarez, de 45 años, se animara a emprender esta iniciativa privada en pleno temporal –«mejor día no pude elegir», bromea– y literalmente contra viento y marea sirve de analogía perfecta a la lectura que Julián Crespo, presidente de la Asociación Emtorre, realiza de todos estos protagonistas, a quienes –como a tantos otros nuevos empresarios– tiende la mano a través del colectivo:«Merecen toda nuestra ayuda. Hay que ser valiente. No todo está perdido».
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