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La sensación que trasladan los vecinos es que la nueva Julián Ceballos, sin haber quedado como una calle de ensueño, sí que está «mejor» que hace un año, cuando empezaron las obras para su remodelación. Doce meses de trabajos después -el doble de lo ... prometido-, los torrelaveguenses destacan de ella virtudes como su «amplitud», su «comodidad» y también la equiparación del rasante de las aceras con el de la calzada. Sin embargo, los mismos añaden su «apariencia de suciedad», su carácter «gris» y los «problemas de mantenimiento» que ya revela en algunos tramos, máxime -y esto también lo destacan- después de 1,5 millones de euros de inversión cofinanciados con los fondos Next Generation. Números al margen, residentes y habituales coinciden en aprobar las aceras anchas y la ausencia de bordillos, pero dudan del acabado. Este no es el definitivo, según el Ayuntamiento, que insiste en recordar que la obra no está finalizada y que faltan «remates» y zonas verdes por agregar.
Ayer, primer día con la calle completamente abierta después de todo un 2023 en obras, la opinión de los residentes no parecía detenerse mucho en cuántos maceteros hay en Julián Ceballos, sino en el aspecto general de la arteria, una de las más importantes de la ciudad, tras todos estos meses de trabajos.
«Bonita no es. Es gris y en algunas partes da la sensación de suciedad», expresaba una vecina de la calle, María Pérez, antes de reconocer la «comodidad» que han ganado esos vecinos que, como ella, transitan a veces con un familiar en silla de ruedas. «La falta de bordillos genial, pero agrava el déficit de aparcamiento». Pero no todos coinciden ni todos coinciden en todo. Matilde Conde es un buen ejemplo: «Echo en falta el bordillo. Siento como si fuera una carretera. Los coches pasan muy cerca». Y el aspecto tampoco le convence. «Parece una calle un poco sucia y esa sensación aumenta arriba, en el tramo más próximo a La Llama», opinaba esta vecina, descontenta con una obra que, resultados al margen, ha sido «chapucera» durante su desarrollo.
José María Pérez venía de pensar eso mismo a pocos metros de ahí. «Sí, está mejor. Tampoco parece que se hayan fijado demasiado en los detalles. Se ha abusado mucho del asfalto», apostillaba, conforme con la equiparación del rasante. Salvo alguna opinión contada, la gran mayoría de torrelaveguenses y visitantes se mostró de acuerdo con la supresión de esos bordillos.
Por lo demás, no es que trasladaran una opinión clarísima sobre el tema. «Lo dejamos en un 'bueno'», se contenía Begoña Arce; «me gusta porque es amplia, pero habría que haber puesto más árboles y el suelo es poroso», anotaba Antonio Luque López; «es más cómoda», aseguraba Bernardo Mijares Calderón; «y más bonita», decía a su lado Rosi Alonso; «está mejor», zanjaba Antonio Gutiérrez; «como las aceras son más amplias, da la impresión de que los coches pasan cerca y muy rápido», apreciaba Belén de la Fuente.
«La calle está mejor, pero tampoco parece que se hayan fijado demasiado en los detalles. Se ha abusado del asfalto»
«Ha quedado más lucida, pero hemos estado días sin poder trabajar. Un millón y medio de obras... Espero que haya valido la pena»
A unos pasos de ahí, otro indeciso, Antonio Álvarez Ruiz, reflexionaba su respuesta. «El tiempo lo dirá», acabó diciendo, cuando paseaba apenas a cien metros de las marcas viales de la calzada que aún quedaban por secar. Por la mañana aún olía a pintura; a primera hora de la tarde, después de un año, los vehículos circulaban por Julián Ceballos otra vez. No todos, eso sí. El Torrebús ha tenido que esperar un día más. Será hoy cuando volverá a acceder a la arteria. El Consistorio avanza que las líneas 1 y 3 dejarán de pasar por Augusto González Linares, por lo que no harán parada en la Avenida de España, frente a Pequeñeces.
La opinión a caballo entre el aprobado y las dudas se palpó también en el comercio. «La obra ha durado mucho. Hemos estado a punto de tener que cerrar. Ha quedado bien, pero a costa de sufrir mucho». Eva Gutiérrez, de Imperio Pink, encarna el disgusto de muchos comerciantes durante la obra y la «falta de atención» que, según dicen, se les ha dedicado para que atraviesen la «odisea» de las obras lo mejor posible.
El gerente de la Frutería Disfruta, Najmi Alakbarov, también ha sido testigo. «Ha quedado más lucida, pero hemos estado días sin poder trabajar. Un millón y medio de obras... Espero que haya valido la pena». Ayer, de forma anónima, otros colegas señalaron lo «fatal» que han sido ejecutados los remates en la frontera entre los negocios y la acera.
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