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El invierno se aproxima y se dispara el temor de los vecinos de Los Casares a quedarse aislados por los argayos en el único acceso que tiene la zona, perteneciente al pueblo de La Montaña. Ya ocurrió hace dos años, cuando un importante desprendimiento de ... tierra cortó durante dos meses el único camino que conduce a sus casas, fincas, negocios o estabulaciones. Fue entonces, poco antes de las últimas elecciones municipales, cuando los responsables de los ayuntamientos de Torrelavega y Puente Viesgo se comprometieron a habilitar un vial alternativo por la localidad vecina de Las Presillas, un proyecto del que nada se ha vuelto a saber.
Mari Carmen Martínez es una de las más afectadas. Cada vez que llega un temporal se echa a «temblar». Su casa es la más lejana y a ella se llega por un serpenteante y estrecho camino asfaltado, el único acceso que tiene Los Casares. Ella y otros vecinos de la zona nos citan junto a la ermita del pueblo por dos razones: «Para que veáis que hasta aquí, que es donde termina la subida en albarcas en la que participa Revilla, se llega bien, pero de aquí en adelante nos tienen abandonados».
A pocos metros se aprecia un blandón en la calzada y en él una enorme grieta que «aparece cada dos por tres porque todo lo que hacen son chapuzas». Más adelante, en la zona del lavadero, cruza un arroyo que «se convierte en embalse» cada vez que llueve con fuerza. Antonio Sáez, que tiene una quesería, explica por qué: «Colocaron una tubería insuficiente y en otoño las hojas y la tierra ciegan las rejillas de desagüe». «El otro día -añade- tenía que pasar la ITV a la furgoneta y no pude porque nos quedamos aislados. La altura del agua era de más de un metro».
Mari Carmen y Antonio nos advierten poco después de otro problema en el camino: «En esta zona el terreno se está viniendo abajo en dos o tres sitios». Son los mismos vecinos que avisaron al Ayuntamiento de Torrelavega del argayo se que se produjo hace dos años, después de que se abriese otra grieta «enorme».
Antonio se juega su negocio, una quesería a la que necesita que lleguen camiones de «hasta 15.000 kilos». Otro afectado, José Ramón Díaz, precisa de acceso libre a sus fincas para «dar de comer a las vacas todos los días». Otros lo necesitan para ir a trabajar y todos no quieren ni pensar «si hay un argayo y tenemos una urgencia», señala otra residente en Los Casares.
La queja también es unánime a la hora de criticar a los responsables municipales: «Es mentira eso que dicen que tratan igual a los vecinos del centro de la ciudad que a los de los pueblos y barrios. Aquí también pagamos impuestos, como todo el mundo, y nos tienen olvidados».
Los afectados aprovecharon el argayo que cortó el único acceso a la zona en enero de 2019 para volver a plantear a las administraciones públicas una vieja reivindicación: habilitar un vial alternativo con la reapertura de un camino en desuso que une la zona con la vecina localidad de Las Presillas (Puente Viesgo). Se reunieron con los alcaldes de ambos ayuntamientos y éstos se comprometieron a buscar una solución a través de la Consejería de Desarrollo Rural, pero «nada hemos vuelto a saber del asunto». «Sólo queremos llegar a casa como cualquier vecino y la única respuesta que recibimos son mentiras y apaños», concluye Antonio, el más crítico con una situación «tercermundista».
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