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Las polémicas obras de renovación integral de la calle Julián Ceballos tienen como objetivo calmar el tráfico para que el vial sea más amable con ... el peatón, pero lo único que han conseguido hasta ahora es exaltar los ánimos de vecinos y comerciantes, que reclaman la paralización de los trabajos y la modificación del proyecto por el «abuso de asfalto» en una de las principales arterias de Torrelavega. Los afectados, que iniciaron movilizaciones hace tres semanas, volvieron a concentrarse este viernes. Cerca de 200 personas acudieron a la convocatoria para exigir más árboles, el cumplimiento del Plan de Gestión de Zonas Verdes y menos asfalto. La protesta se realizó sin incidentes y contó con la presencia de representantes de los partidos políticos de la oposición. Los participantes hicieron sonar silbatos y mostraron carteles de SOS.
Eva Falkenthal, portavoz de los afectados, leyó un comunicado. «Es una reforma –explicó– con la que, en principio, todo el mundo estaba ilusionado, una ilusión que ha desaparecido de golpe y porrazo. Nuestra calle ha pasado de ser alegre a convertirse en una pista de aterrizaje, negra, llena de asfalto, sin aceras, sin árboles, mal hecha». Según indicó Eva, no se trata de «aspectos estéticos», sino de temas que calificó como muy graves: «Hablamos de problemas para la salud, el medio ambiente, los vecinos, las casas, en definitiva, para la ciudad».
«El Ayuntamiento –añadió– nos está demostrando que les importamos absolutamente entre cero y nada. Es gracioso, hasta nos echan la culpa en ciertos temas de aparcamientos por demostrarles que están infringiendo su propio proyecto. No hemos sido consultados, ni preguntados. Seguimos preguntándonos el por qué tanto silencio si va a ser la obra del siglo».
La portavoz manifestó que, además de «no escuchar a nadie», en el Consistorio «se deben pensar que todos somos tontos» y que «nos movilizamos solo porque queremos el color amarillo en vez del verde». «Se están riendo de nosotros y la verdad es que no nos hace ninguna gracia –señaló–. Nos parece muy grave que se hayan saltado todas las advertencias de los informes técnicos. Según ustedes no pasa nada. Gracias a que han decidido hacerlo y punto, vamos a tener problemas de inundaciones, subidas de temperatura, gases contaminantes, exceso de asfalto, no caben los bomberos, alcorques enanos sin sentido, alcorques pegados a las farolas cuando no se debe, parterres reducidos, reducción de zonas verdes y un número insignificante de árboles».
Según Eva Falkenthal, es «realmente triste» que los vecinos estén mejor informados que los responsables municipales sobre proyectos europeos, en los que «se mira al futuro y parece que ustedes no». «¿De verdad que no se dan cuenta de que esto es un genocidio y un despropósito? Respóndanos honestamente, si es que todavía les queda algo de honestidad. Seguiremos luchando hasta donde haga falta para que paralicen las obras para su revisión y modificación», concluyó.
Preguntado por este conflicto, el primer teniente de alcalde y concejal de Obras, José Manuel Cruz Viadero, mantiene la misma opinión de los últimos días. Considera que parar los trabajos sería «una irresponsabilidad», dado que «no hay razones técnicas o legales que lo justifiquen». «Además –agrega–, se podrían perder unos dos millones de euros entre fondos europeos, la indemnización a la empresa adjudicataria, la redacción de un nuevo proyecto y otra licitación».
Cruz Viadero hace hincapié en que, teniendo en cuenta la opinión de los vecinos, se va a proceder a realizar algunos «cambios» en el proyecto. Estos afectarán a la «parte derecha» de la calle, que pasará a tener una acera más ancha –3,9 metros en lugar de 1,8–, con farolas y árboles más alejados de las viviendas. Esa redistribución del espacio provocará la pérdida de «más de la mitad» de las plazas de aparcamiento (una veintena).
El edil del área destaca también que se «cuadruplicará» el número de árboles, pasando a ser una treintena, y que los técnicos han descartado que la obra vaya a provocar «mal olor o aumento de las temperaturas». Igualmente, resalta la imagen que tendrá el vial: «Dicen que ahora la calle es triste, negra, pero después no va a tener nada que ver. Las aceras se pintarán de gris claro la semana que viene».
Cruz Viadero asegura que los cambios en el proyecto supondrán un sobrecoste «muy pequeño», que cifra «entre el 1 y el 1,5%». Los trabajos, cofinanciados con fondos europeos, fueron adjudicados a Rucecan en 1,5 millones y comenzaron el pasado mes de enero. El edil también reconoce que las modificaciones provocarán un retraso en las obras de «unas dos semanas», por lo que acabarán «a finales de julio».
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Ana del Castillo
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