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Las cosas no marchan bien en el Espacio Recreativo José Manuel Illera, destinado por el Ayuntamiento de Torrelavega a locales de ensayo. El recinto, situado ... junto al campus universitario de la ciudad, se quedó pequeño poco después de inaugurarse, hace seis años, y ya son más de 20 los grupos musicales que esperan su ampliación. La asociación que gestiona el recinto, Cultura Base del Besaya, afirma que la situación es «insostenible» y exige una solución tras las reiteradas promesas incumplidas del Consistorio.
Una veintena de colectivos culturales de la capital del Besaya, la mayoría grupos de música, dio la bienvenida en 2018 a los ansiados locales de ensayo que habilitó el Ayuntamiento y la mayoría dijeron adiós a muchos años deambulando por espacios tercermundistas: garajes, naves, antiguas cuadras... Torrelavega atendía así una vieja demanda social, tras el fracaso que supuso la Casa de la Música hace más de dos décadas. Las obras se ejecutaron en una parcela municipal y consistieron en convertir nueve contenedores de transporte marítimo en cinco locales de ensayo y un escenario para actuar, además de una zona multiusos, entre otros servicios. La inversión superó los 200.000 euros.
La Casa de la Música se habilitó en el edificio que cedió el exalcalde José Manuel Rotella a la ciudad en el paseo Julio Hauzeur, hoy convertido en el Centro Nacional de Fotografía (CN Foto). La iniciativa no tuvo éxito por mala gestión, un aspecto que ahora se trata de remediar con la cesión de uso de las instalaciones a la citada asociación, que agrupa a los colectivos que carecen de un local fijo en el que poder practicar diferentes artes (música, pintura, fotografía...).
Estos colectivos decidieron organizarse en 2012 y formaron la plataforma Cultura Sin Techo, que propuso al Ayuntamiento las antiguas escuelas de Solvay como lugar idóneo para realizar sus actividades, planteamiento que, finalmente, se desechó. Después se barajaron otras ubicaciones, como la Bolera Severino Prieto o las naves de La Lechera, hasta que se apostó por la singular idea de los contenedores.
Raúl Escamilla 'Rulo', uno de los portavoces de Cultura Base del Besaya, señala que el mayor problema que siguen teniendo los locales de ensayo es la falta de espacio, dado que sólo tienen cabida trece bandas. Una necesidad de ampliación que ya trasladaron al Ayuntamiento cuando se ejecutó la obra. El nuevo proyecto, ya redactado después de una larga espera, contempla habilitar seis locales de ensayo más en otros tantos contenedores marítimos que se situarían encima de los ahora existentes. Los trabajos se aprovecharán también para mejorar la insonorización y cubrir la plaza interior, destinada a conciertos.
«Primero nos dieron muchas largas durante la redacción del proyecto y ahora nos pasa lo mismo con la financiación para ejecutarle», afirma 'Rulo'. El equipo de gobierno municipal (PRC-PSOE) se había comprometido a incluir una partida en el Presupuesto de este año, pero «sigue sin aparecer». Representantes de la asociación se han reunido y van a mantener una reunión con el alcalde, Javier López Estrada, para exigir una solución.
Mientras tanto, los grupos apuntados en la lista de espera, con escasos recursos, ensayan en condiciones precarias. «Nos buscamos la vida como podemos», señala Daniel Pernía, integrante de la banda Granada Globin. «Estamos cansados de que nos den largas, de no ver un horizonte claro –explica–, mientras ensayamos en un local con humedades, tratando de no estropear el equipo y de no molestar a los vecinos».
Pero la necesidad de ampliación no es el único problema del Espacio Recreativo José Manuel Illera. La falta de mantenimiento es evidente. La hierba y la maleza superan el metro de altura en algunas zonas, incluida la rampa de acceso para las personas con discapacidad. «Es una de las cosas que le tenemos que plantear al Ayuntamiento», dice 'Rulo', que admite también que el convenio que firmaron con el Consistorio para la gestión del recinto finalizó el año pasado.
También temen que hayan caído en «saco roto» las promesas municipales de acondicionar para pequeños conciertos el pabellón multiusos de La Lechera y la antigua estación ferroviaria del Norte, en Sierrapando. Igualmente, el Consistorio sigue sin dar luz verde a la ordenanza de espectáculos públicos y actividades recreativas, un documento que parecía consensuado a principios de este año y que es clave para ofrecer cobertura legal a músicos, promotores y establecimientos de la ciudad. PRC y PSOE se comprometieron en 2017 a tener listo ese reglamento en seis meses. El borrador puntualiza cada condición y trámite para organizar un concierto, pero sigue metido en un cajón.
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