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Vecinos de Sierrapando han denunciado la existencia de un vertedero incontrolado de frigoríficos en una finca sin desarrollar urbanísticamente, situada en el plan parcial El Valle. Según los residentes en el entorno, el depósito irregular de neveras, todas de color blanco, podría llegar a provocar inundaciones, dado que media docena de ellas han caído al cauce del arroyo Sorravides.
El lugar, que se encuentra semiabandonado desde que la crisis hundió el sector de la construcción de viviendas hace más de una década, está situado entre los pueblos de Sierrapando y Tanos. El Valle suele figurar en el 'mapa' de vertederos ilegales que salpica el entorno de la ciudad, un problema al que el Ayuntamiento no logra poner fin, pese a la retirada periódica de los residuos y la amenaza de sanciones.
En esta ocasión, el vertedero es aún más llamativo que en ocasiones anteriores, dado que está integrado casi exclusivamente por neveras blancas, en torno a medio centenar, que luego son desmontadas en el mismo descampado, se supone que para vender las piezas en el mercado de segunda mano o para chatarra. Los vecinos, que reclaman la retirada de los residuos, temen represalias y prefieren permanecer en el anonimato. Eso sí, advierten de que la caída de frigoríficos al cauce del Sorravides, uno de los arroyos más importantes que cruza Torrelavega, puede terminar provocando inundaciones en la zona.
Zarzales, plantas invasoras, basura, ratas... El grave problema de las fincas en situación de abandono desató recientemente nuevas protestas vecinales en Torrelavega. Afectados por el mal estado de solares que iban a ser destinados a la construcción de viviendas antes de la crisis en El Valle y Mies de Vega, han pedido al Ayuntamiento, de palabra y por escrito, que exija a los propietarios que cumplan con su obligación de limpiar las parcelas.
Uno de ellos, José María Sáez, Chema, vive en El Valle, al lado de las fincas de constructoras de viviendas que ahora están llenas de maleza y plumeros, y dice que el problema más grave no son los vertederos incontrolados sino los incendios. «Ha habido tres -explica-, el último fue un sábado. Tuvieron que intervenir los bomberos y de momento no ha pasado nada de milagro». Chema señala una casa, pegada a una de las parcelas, donde vive un señor mayor, Martín. Su hija sale a la puerta para detallar la situación: «Las ratas las tenemos a la puerta de casa. Una vez lo limpiaron, pero solo por la orilla de la casa».
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