El arte de los pinceles llena el centro de la ciudad
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Miguel Ripollés, de Córdoba, gana el primer premio de la vigésimo sexta edición del Concurso de Pintura RápidaAlfonso Martín es un ingeniero en Diseño Industrial, natural del municipio sevillano de El Viso del Alcor, de 20.000 habitantes. La semana pasada, mientras veraneaba en Asturias, este aficionado a la pintura desde los ocho años se enteró de que en Torrelavega, una ciudad totalmente desconocida para él -nunca había subido más allá de Mérida-, se organizaba un concurso de pintura rápida al aire libre. Velozmente, se desplazó hasta Comillas para instalarse y preparó sus enseres y herramientas para poder participar en un certamen que considera como «un lujo» y que este sábado ganó el cordobés Miguel Ripollés.
Y es que este Concurso Nacional de Pintura Rápida, que de la mano de la asociación Tertulia Sago celebró su vigésimo sexta edición, supone para muchos pintores como Alfonso la oportunidad de darse a conocer y, por qué no, llevarse una pequeña ayuda para su bolsillo.
La jornada, que comenzó a primera hora de la mañana-a las nueve, concretamente-, arrancó con las inscripciones en el Bulevar Demetrio Herrero de los 32 participantes que se presentaron este año. Los artistas allí presentes, con un lienzo en una mano y las herramientas en otra, intentaban observar concentrados cualquier detalle que pudiera ser de valía para ser incluido en sus obras. Ese era el propósito. El detalle, aquello que escapa a la vista. Con la lección del concurso ya aprendida, los pintores, ya inscritos y algunos con más prisas que otros, se aventuraron a asentarse ante un lugar que pudieran plasmar en sus cuadros. Los emplazamientos escogidos por los cada vez más agobiados artistas-contaban con un tiempo de cinco horas y media para finiquitar el cuadro- se disponían casi a modo estratégico desde la céntrica Plaza Mayor hasta una algo más tranquila iglesia de La Asunción.
Los 32 'valientes', una vez ya sentados -o no- en sus sillas de trabajo, comenzaban, alrededor de las 11.00 horas, a esbozar en sus lienzos lo que ante ellos se mostraba. Algunos, como Raimundo Argos, pintor durante toda su vida, se quedaron en las galerías de la Plaza Mayor. Otros, más tímidos, optaron por esconderse en los aledaños del Teatro Municipal Concha Espina. El resto se protegía de una amenazante lluvia en el claustro de la iglesia de La Asunción.
Todos ellos compartían algo: una serie de ojos a sus espaldas que admiraban sus retratos de los rincones de Torrelavega. Un matrimonio que paseaba por los alrededores de La Asunción, atónito por la calidad de uno de las pinturas que por allí rondaban, comentaba: «Qué arte, qué belleza». Parece que les sorprendió todo aquello.
Otros viandantes, como Laureano, ya sabían a lo que venían. «Todos los años me escapo un momento del lugar en el que esté para acercarme a este concurso», nos decía. Reafirmaba, asimismo, la importancia de esta serie de iniciativas para el devenir cultural de Torrelavega: «Me parecen importantes estos concursos, ya que, aparte de la fachada de fiestas, es muy necesario que haya una carga cultural, que por lo que veo es bastante, y me alegra que haya gente que lo vea y admire tanto como yo».
Ese era el propósito. Animar durante la mañana una ciudad que despertaba con la resaca del pregón y la primera noche de fiestas de La Patrona. Se consiguió.
Marisa Caballero es una de las decanas de Tertulia Sago. Junto a otros de los que hace más de 30 años decidieron hacer de una pequeña comitiva de artistas una asociación, repasa bajo el claustro de la iglesia los inicios del certamen y lo que les llevó a crearlo. «La idea era sacar la cultura a la calle, mover a los pintores para hacerlos más visibles». De eso se trata todo esto para Marisa, de una oportunidad para promocionarse y hacer buenas migas con compañeros de gustos y profesión de toda España: «Un pintor de La Rioja se ha levantado a las seis de la mañana para venir hasta aquí», exclama alegremente.
Además, este certamen cuenta con unos premios económicos de un gran calibre, repartidos a las 19.30 horas en la sala de exposiciones Mauro Muriedas, donde han quedado expuestas todas las obras que han participado en este evento.
El primer premio, de 1.500 euros, recayó en manos del cordobés Miguel Ripollés, mientras que el segundo y el tercer premio, de 1.000 y 700 euros, se lo llevaron los vascos Iker Mugarra y Eduardo Alsasua, respectivamente. El designado como mejor artista local, obsequiado con 500 euros, fue el torrelaveguense Jesús Ocio Álvarez. Finalmente, en la categoría juvenil, Amanda Delgado, también de Torrelavega, fue la afortunada que se llevó el premio de 300 euros.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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