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Las marcas que dejaron los clavos de las tiendas de campaña en los terrenos verdes situados frente a la calle Pedro Sobrado Pintor dejan un recuerdo de la noche anterior, donde más de cien peñas acamparon y estuvieron de fiesta hasta altas horas de la madrugada, disfrutando de la música del DJ para más tarde amenizar la noche con sus altavoces: «¿Dormir? Poco. ¿Beber? Mucho». Así resumen el 'camping' algunos de los que permanecían en la zona. Se lo han pasado «en grande». También los que optaron por algo tranquilo, desde jugar a las cartas hasta otros pasatiempos, como corrobora la agrupación de la escuela BST Danza y los niños de la cuadrilla.
Siempre se ha dicho eso de «noches alegres, mañanas tristes»; y este es un refrán que se puede aplicar a la escena que dejaron los chavales en esta mañana. La fiesta y el desfase de la noche anterior se notaba, aunque todos compartían su buen humor. Los campistas fueron despertados por un trabajador pasando el soplador de hojas alrededor de las ocho de la mañana –durmieron más bien poco, claro–. Empezaba el trajín de la mudanza: recogida de tiendas, mesas, sillas... Todo lo necesario para la acampada, de vuelta a casa. La banda sonora acabaría despertando incluso a aquellos ajenos al 'soplahojas'.
A pesar de ello, tampoco fue una mañana de prisas. Algunos de los campistas dedicaron un tiempo a despertarse tranquilamente y desayunar con sus compañeros de cuadrilla, comentando la noche y hablando de los planes que tenían para el día. «Tirado en el sofá», dijo alguno con gracia. Descansar, beber agua y ver alguna serie fueron algunos de los planes que mayor consenso captaron en El Valle. Incluso hubo algún que otro rezagado que prefirió volver a dormirse, aún cuando era la última tienda de campaña que quedaba en pie sobre el terreno.
El cansancio se dejaba ver en sus caras; y la parsimonia, en su manera de recoger los bártulos. Entonces llegaron los agobios de las mudanzas. Mesas que no se doblan, tiendas que juegan malas pasadas... Ya saben, el clásico despropósito que retrasa la ansiada vuelta a casa. «Necesito ayuda con esto», «¿alguno sabe cómo doblar la mesa?», «ayudadme a recoger la tienda, que no puedo» eran algunas de las llamadas de auxilio lanzadas entre compañeros. Mientras parte de estos se levantaban a colaborar, otros, entre tanto, contemplaban el panorama sentados en sus sillas como un director de cine. Qué remedio. No tenían «ni idea» de cómo echar una mano ni de cómo funcionaban todos esos cacharros, como justificaron.
Normal que lo último fueran las sillas. Tras esos pequeños agobios llegó el júbilo otra vez a la zona de acampada. Plegado y ordenado todo el equipamiento, la sensación del trabajo bien hecho se apoderó de los peñistas. Tiempo de sentarse un poco, descansar las piernas un momento y marcharse a casa para, unos litros de agua después, empezar a organizar la agenda del último fin de semana de fiestas.
Esta iniciativa tuvo lugar por primera vez este año, pero los peñistas esperan que se vuelva a repetir en alguna otra ocasión. «Es una experiencia muy repetible, aunque nos hubiera gustado que durara más días a pesar de que durmiéramos poco», comentaban algunas de las chicas de la peña 'Enlazando Borracheras'. Hubieran preferido poder disfrutar más tiempo de la experiencia y eso, enlazar más noches de acampada. Se les hizo corta.
Ni la duración de la acampada ni el poco tiempo de sueño les cogió por sorpresa. La fiesta estaba servida, aunque siempre hay quien busca más juerga que otros. Este viernes, algunos campistas se quejaron de no haber podido dormir más por culpa de los más juerguistas. La música tecno salió de los altavoces hasta bien entrada la mañana. «No deberían dejar poner los altavoces al lado de las tiendas», señalaban, cansados por haber tenido que «aguantar» el clásico 'chunda, chunda' de los demás mientras intentaban dormir. En esa línea, recordaron que no sólo se apuntan «jóvenes de 20 años» sino familias con personas de todas las edades.
¿Propuestas para otros años?«Pueden dividir el terreno por edades para que todos podamos disfrutar mejor» contribuían algunos. A pesar de todo, buen sabor de boca. Los campistas terminaron «reventados», pero con fuerzas suficientes para alabar la organización de un evento que dispuso tanto un escenario como 'food trucks' –para aquellos que no se hubieran traído bebida o comida suficiente– en una finca contigua. Elogios también para los jornaleros que limpiaron el terreno y los alrededores tras la acampada. Dejaron la zona como los chorros.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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