La Feria de Artesanos conquista de nuevo la Plaza Mayor

La artesanía cántabra volvió a las calles de Torrelavega, tras dos años de interrupción por la pandemia y lo hizo de la mejor manera posible: abarrotando los soportales de la Plaza Mayor de puestos con materiales y productos de y para Cantabria. Las fiestas de La Patrona no paran y sus atractivas propuestas tampoco.

Esta Feria de Artesanos, que arrancó sobre las diez horas de la mañana y que estuvo asentada hasta última hora de la tarde llenando los soportales de la Plaza Mayor hasta la calle Ruiz Tagle, supone otra edición más de uno de los eventos más célebres organizados por la Asociación Cultural de Artesanos de Cantabria, un colectivo sin ánimo de lucro que desde hace catorce años recorre distintos puntos de la geografía regional -antes de ayer estuvo en Cabezón de la Sal y próximamente llegará a Comillas- con el fin de exponer y promocionar a los artistas y productos artesanos de una región muy marcada por esta tradición.

Una oportunidad de promocionarse que «no nos pensamos dos veces cuando nos la propusieron por parte de la asociación», afirmaba David Herrera, primerizo en esta feria y a la que se presentó con una amplia gama de productos sin tóxicos y para el organismo, similares a una medicina alternativa, así como de mieles crudas que él mismo vende en el negocio que regenta en Santander. David, respecto a la celebración de estos festejos, considerados primordialmente como «importantes» para él, sobre todo en una ciudad «que tiene un gran tirón en fiestas», aseguró que «es interesante que estas ferias sirvan para que la gente de aquí conozca de una forma más cercana los productos típicos de su tierra».

Esa parecía la premisa. Acercar lo que para muchos resultaba desconocido a una Torrelavega que ayer vivía el día grande de su Patrona y que era una ciudad echada a la calle, y a la que el clima, además, acompañó.

Continuando con el paseo por las galerías de una siempre concurrida Plaza Mayor y aledaños, cualquiera que prestara un mínimo de atención a su entorno se podía dar cuenta del sano ambiente que se respiraba en esos metros de repletos soportales. Los puestos, ocupados generalmente por uno o dos encargados, compartían incluso entre ellos algunas valoraciones y consejos, muchos de ellos entre risas, pese a albergar entre sus estanterías y vitrinas productos de lo más variado y sin aparente relación. Los allí presentes, más de lo mismo. Niños, ancianos, adolescentes. Todos parecían conocerse desde hace tiempo.

Además, sumado a la gran variedad de objetos materiales, los visitantes a esta Feria de Artesanos también pudieron encontrar puestos de información y de un gran interés, como el de la Asociación Síndrome de Noonan de Cantabria. Este puesto solidario e informativo, representado por Inmaculada y Jesús, presidenta y secretario de la asociación, tenía la misión de visibilizar y concienciar sobre esta enfermedad rara de transmisión genética que afecta a unas 300 familias en Cantabria, y que entraña problemas en el desarrollo de los recién nacidos, tales como anomalías en el corazón y en la dentadura, microcefalias o descompensaciones en el desarrollo psicomotor. Inmaculada, con un gran círculo de curiosos visitantes ante ella y su puesto, remarcaba la calidad «importantísima» de esta Feria de Artesanos, apuntando que «para nosotros esto supone una gran oportunidad de visibilizar un problema desconocido para muchos».

Ya en el último tramo de esta oda a la artesanía cántabra, nos encontramos con José Luis San Román, un santanderino que no se ha perdido ninguna edición de esta feria y que tallaba en su puesto, concentrado, un marcapáginas en el que se podía leer: 'La vida es como una piedra de afilar, o te pule o te hace polvo'. Este trabajo, a través de la técnica de la pirografía, -más bien un «hobbie» para José Luis-, trata de grabar figuras en madera con un pirograbador de resistencia incandescente.

Camilo Ortiz Martínez -apodado como 'A voces'-, presidente de esta Asociación Cultural de Artesanos de Cantabria, también presente en este evento tan participativo, lleva más de media vida dedicada a la artesanía: «Llevo haciendo esto más o menos te podría decir que unos 60 años, e igual hasta me quedo corto», y considera a esta feria como «una alegría», y una oportunidad de «enseñar lo que realmente hacemos».

Ortiz, también protegido en su puesto de elaboración de escudos heráldicos con madera -los del Real Madrid o el Burgos eran los más aclamados por los allí presentes-, destacó la versatilidad y capacidad de adaptación que ha de tener un artesano, añadiendo que «hay herramientas que no encuentras en las ferreterías que tienes que crear tú por ti mismo en el momento que lo creas oportuno». Además, animó a participar en esta actividad a los allí presentes, independientemente de sus aptitudes, remarcando que «si viene un niño a preguntarnos cómo se hace algo, le enseñamos a hacerlo».

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