El huracán Rosario llega a Torrelavega

Está cansada. Lo normal. Los viajes cuestan, reconoce, pero está contenta porque está haciendo «una gira maravillosa en la gente me recibe cantando todas mis canciones y con muchos niños pequeños», algo que le «abre el corazón». Este fenómeno tiene que ver con su primera experiencia televisiva como miembro del jurado de 'La Voz Kids'. «Nunca pensé en hacer televisión, porque lo mío es cantar y bailar», dice. Era algo nuevo que resultó una experiencia «maravillosa», que repetirá a finales de año.

Además del cariño de los más pequeños, para los que se ha convertido en la 'mostrua', una palabra ya aceptada, se lleva la relación con sus compañeros, Antonio Orozco, David Bisbal… «Hemos compartido una experiencia muy bonita». Un plus en una profesión en la que «a veces puedes elegir y otras no tanto», aunque su criterio a la hora de elegir compañeros de viaje, esto es; colaboraciones, siempre se ha basado en el enriquecimiento mutuo, en hacer algo «verdadero». «Si la música viene sola, bien, pero si viene con más, aún mejor», explica.

Esos jóvenes que ahora la siguen «tienen a un botón de distancia toda la música que quieran», lo que aún da más valor a esta conexión. «Si yo hubiera tenido a mi alcance todo eso, seguramente habría sido diferente». Pero la suya, como se ha repetido hasta el infinito, es una familia imbuida en la farándula, en la que nadie pensó en dedicarse a la abogacía o la docencia, por ejemplo. «Fuimos tres y los tres salimos artistas, pero es que mi padre y mi madre eran una bomba explosiva y su sangre mezclada era muy buena», señala.

Su sobrina Alba reconocía las definía a ambas como «las rancias de la familia» y también las que más se parecen a su padre, Antonio González, 'El Pescailla'. Rosario matiza y dice que son «las más fuertes, las más serias y las más frágiles a la vez». «Admiramos mucho nuestro arte, no lo regalamos, sino que lo damos cuando lo tenemos que dar, con mucha conciencia».

Para estar al cien por cien en el derroche de energía que supone cada concierto, hay que prepararse. «Me imagino que todos los artistas lo hacemos, pero en mi caso, suelo estar calladita, sin hablar nada y durmiendo mucho». Al terminar cada show, lo que más le apetece es comer, después de dejarse la piel encima del escenario. «El directo es la comunicación más grande. Doy energía pero también la recibo. Me da vida».

Energía que le hará falta para encarar los próximos meses, que incluyen terminar la gira por España, hacer el tour americano, comenzar la grabación de la nueva edición del programa y además, si es posible, tener unos días de descanso. «Benditas agendas», ríe antes de terminar la conversación e invitar a verla en directo porque «ahí es donde de verdad se me conoce».