Los jóvenes hacen suya La Patrona para vivirla en las calles
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La música en directo en enclaves estratégicos de las zonas de ocio convoca un año más a miles de personas, muchas peñistasJavi Zapa trajo ayer una tabla de planchar a la calle de La Paz, pero no para alisar su ropa, sino para utilizarla como barra de bar. Dice que ya no sale de fiesta sin ella: «Imagina la tendinitis que tendría de tanto subir y ... bajar los tragos». Y como él, miles de personas inundaron ayer la ciudad de Torrelavega, en el marco del ya popular festival Patrona en las Calles.
Esos que ocupaban los asientos de las terrazas a primera hora habían madrugado para desayunar y reponer fuerzas para todo el día: «Hemos quedado a las diez para un café, pero en breve nos pasamos a la cerveza». Los de al lado se habían sentado a la misma hora, pero en circunstancias completamente distintas. «Nosotros no hemos dormido. Si paro de beber, caigo. Y lo de hoy no me lo puedo perder», decían dos chavales de 25 años con el espíritu fiestero intacto. El resto llegaba pasadas las doce y media.
Horas antes, el día amaneció contento. Sonidos de tambor desde la mañana, el cielo despejado... El brillo del sol iluminaba las calles. Todo lleno de banderas verdes y rojas. La temperatura, en aumento. Y emoción entre los primeros en llegar a las terrazas de los bares. En el entorno de la calle de La Paz, la plaza Baldomero Iglesias, la zona de vinos... El día más esperado por los torrelaveguenses había llegado. El día grande. La Patrona.
Las peñas seguían una suerte de recorrido para celebrarlo. Y la primera parada era en la calle de La Paz. Ayer, desde luego, esta no se distinguió por su tranquilidad. La euforia y las ganas por ver lo que deparaba el día eran palpables. En las charlas, las sonrisas... Las cervezas pasaban de mano en mano. «¿Quieres otra?», se escuchaba. Igual con los calimochos. Y a partir de la una de la tarde, «a cubatazo limpio». Porque, en el día de ayer, cualquier hora era buena para empezar.
Lo más divertido fue el ambiente que había en las mismas calles, esas en las que no entraba un solo alfiler. «A penas tienes sitio para moverte, pero todo el mundo está en tu misma sintonía», decían los de 'Trol Lavega', que son veteranos en estas fiestas y no se les escapa una: «Yo me he puesto las zapatillas más viejas que tenía porque el año pasado estuvimos más de doce horas y acabaron reventadas», decía Sandra, una de sus integrantes.
También había ambiente más familiar, ojo. Una de las cuadrillas que contribuía a ese clima era la de Los Marvineros. Este grupo reúne a 40 personas y, entre ellas, a la que seguramente será, seguro, una de las peñistas más pequeñas de todas las fiestas con sólo dos meses. «Estamos creando una generación de torrelaveguenses de pura cepa. Con sus mini camisetas y todo», reivindicaban entre risas. En otras peñas, había jóvenes que admiraban el ritmo de fiesta de sus padres y que, este año, han querido unirse a ellos. Aunque, también hay quien utiliza la celebración como excusa para «escaquearse» de ser padre un rato: «Nosotros somos prófugos», explicaban Luis y Javi. «Nos hemos escapado un poco de nuestro grupo para beber unas cervezas. En un rato volvemos, pero sin prisa».
Durante las varias horas de diversión, los grupos hacían diferentes pruebas para sumar puntos en la Liga de Peñas. Tiempo da hacerse fotos y escalar en la clasificación. ¿Dónde?Por todas partes. En la calle de La Paz, la plaza Baldomero Iglesias, la calle Limbo... Algunos, los más presumidos, preferían salir con camisa a llevar la camiseta de la peña. «Hay que salir guapos en las fotos», señalaban.
Este año se han registrado más de 600 peñas, por lo que muchos colores se repiten. Aunque, cada una tiene su propia historia. Como «Bala Blanca», que lucían de negro, a su ritmo y con un diseño único en la espalda. Un coche a toda velocidad con el código postal de Torrelavega en la matrícula y que representa el origen de su peña. «Es el coche en el que fueron multadas dos amigas en dos ocasiones, el mismo día y en el mismo sitio por ir como unas balas locas». Y así, una anécdota por cada cuadrilla.
La gente que venía de fuera no daba crédito. «Es una ciudad, pero el ambiente es igual que el de una verbena de pueblo y encima por el día», comentaban Elena y Pilar, navarra y madrileña. Han venido de vacaciones a Noja, pero no podían faltar a la cita con La Patrona:«Es la primera vez que venimos, pero seguro que no la última». Justo entonces se les acercó un peñista de azul: «Pues no os queda ni nada. Todavía nos queda la zona de vinos», decía, en referencia a la calle Limbo, la última zona del recorrido.
Los integrantes de los grupos que actuaban en directo en las mismas calles, también sintieron el «buen rollo» y el calor del público. «Nos ha gustado mucho que las bandas emergentes tengan un espacio en las fiestas», decía Álex Flores, del grupo Mizmaya. «Cosas como estas te posicionan en la escena local y es genial porque no somos un grupo muy conocido y el público de hoy nos ha traído hasta una pancarta», añadía, agradecido.
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