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El pregón de Antonio Resines no defraudó. El popular actor dio anoche el pistoletazo de salida a las fiestas de su ciudad ante miles de personas que abarrotaron el Bulevar Demetrio Herrero. Una lluvia de confeti con los colores de Torrelavega, rojo y verde, puso ... punto final al breve acto, que amenizaron como se esperaba las peñas, principal novedad de La Patrona. A la cita acudieron numerosas autoridades, encabezadas por el presidente regional, Miguel Ángel Revilla. Se iniciaron así diez días para el disfrute de torrelaveguenses y visitantes.
Comenzaba a anochecer cuando Resines agarró el micrófono. Las peñas coreaban su nombre y los fotógrafos se agolpaban ante él. El actor se retiró el sombrero de paja de la cabeza y sacó sus papeles. «14 folios tengo del pregón», bromeó. En realidad eran cuatro y, posteriormente, en una declaración de intenciones, recomendó que «lo bueno, si breve, dos veces bueno».
«No recuerdo que el pregón haya sido tan tarde otros años», menciona una vecina. Hora y lugar han oscilado con el tiempo, pero el pregón, que no se producía desde 2019, se encargó de recuperar la inauguración formal de las fiestas. El torrelaveguense, como adelantó a El Diario Montañés, presentó un recorrido de recuerdos, no solo relativos a las fiestas patronales, sino también a toda su vida en la ciudad, pasando de la infancia a la edad adulta.
«Torrelaveguenses, no recuerdo, pues fui un bebé olvidadizo, el día que nací. Me contaron después, que fue un 7 de agosto en casa de mi abuela, en Julián Ceballos número 34 y en su dormitorio para ser más preciso». Con estas palabras, Resines arrancó su discurso, describiendo su llegada al mundo, antes de continuar con su mensaje: «Recuerdo los paseos con mi abuela y que si me portaba bien me compraba unos panucos en la confitería que estaba al lado de su casa, donde, desde que nací y hasta que ella murió, pasábamos los veranos toda la familia».
«Tengo recuerdos entrañables de esos veranos», espetó cariñoso. Y así dio paso a una larga letanía de recuerdos, desde las tartas de hojaldre que le compraba su abuela y él sigue haciéndolo puntualmente cada 7 de agosto, hasta los juegos y carreras con sus hermanos.
Así lo destacó antes el alcalde, Javier López Estrada, que dijo en primer lugar sentirse orgulloso de las peñas de la Liga Somos 39300:«Qué lección nos habéis dado. Esperábamos 300 o 400». «Qué ganas tenemos de disfrutar de unas fiestas normales, pero no van a ser normales, van a ser las mejores que recordaréis», afirmó el regidor. Del pregonero, López Estrada elogió que «ha defendido su torrelaveganía siempre, en los mejores momentos y en los malos», pero, sobre todo, «es un enorme profesional, con una trayectoria en televisión que no tiene nadie en España, y que ha luchado como un titán para superar el covid».
Resines mostró junto al alcalde su compromiso de traer cines a la ciudad, mientras que, entre chascarrillos, aprovechó para arengar a las masas:«Ampuero reza, Torrelavega trabaja y Santander se divierte. Ahora nos toca a los torrelaveguenses disfrutar», o la tan manida frase de «la ciudad de Torrelavega saluda al pueblo de Santander», que reflejó también una de las peñas en una pancarta que sirvió para sacarse fotos en el escenario.
«¡Viva la Virgen Grande, viva La Patrona, viva Torrelavega, viva Cantabria y viva España!». De esta manera, Resines puso el fin a un breve discurso que terminó despertando los gritos de la gente, que quedó cubierta en confeti verde y rojo como colofón al acto. Minutos antes de que se iniciase, el popular cantautor local Nando Agüeros, que actuó después, entonó el himno de miles de cántabros, 'Viento del Norte', mientras Revilla y otros dirigentes regionalistas coreaban también la canción en el escenario.
La definitiva y ansiada vuelta a la normalidad ha llegado. Algo que para muchos era un deseo casi utópico hace un par de años, con el comienzo de la pandemia, se ha hecho realidad. Una ilusión que se certificó con los actos de inicio de La Patrona. Los de antes. Los que se echaban de menos. Esta edición ha vuelto a la tónica prepandemia de llenar las calles de pañuelos, colores, emociones y, sobre todo, mucha gente. Niños, padres, abuelos, torrelaveguenses y turistas. Hay sitio para todos.
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