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El folclore forma parte de las raíces de Torrelavega. Por ello, se celebra cada año –salvo el paréntesis de la pandemia– el Día del Folclore en el día grande de las fiestas de La Patrona de la ciudad. «Se ha demostrado de nuevo que la ... ciudad es la cuna del folclore regional», declaraba orgullosa la concejala de Cultura, Esther Vélez. Antes de comenzar con el evento, se inmortalizó el momento con una «foto de familia».
Desde las 12.00 horas las calles de Torrelavega se inundaron de música, cantos montañeses y bailes protagonizados por diversos grupos folclóricos de la región. En su XXIII edición, se celebraron dos concentraciones de parejas organizadas por la Federación Cántabra de Agrupaciones de Folclore, una en el Bulevar Demetrio Herrero y otra en la Plaza Baldomero Iglesias. Donde multitud de personas se reunieron para conmemorar la tradición y la cultura cántabras, apoyando la candidatura de la Jota de España como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
A las 12.15 horas, el Bulevar Demetrio Herrero se sumió en el silencio para poder apreciar el canto del coro –ataviados con su traje tradicional y sus albarcas, y sujetando unos palos que llevaban grabado el nombre de cada portador–, que provocó los aplausos y vítores de los aficionados y curiosos que se acercaron a la plaza hechizados por la magia del momento –incluso alguno tuvo que limpiarse alguna que otra lágrima de la mejilla debido a la emoción–. Una vez terminados los aplausos, las parejas se colocaron en sus puestos, donde al ritmo de las castañuelas, pitos, gaitas, tambores y panderetas, danzaron la tradicional jota montañesa al son de pito y tambor.
Entre el mar de trajes tradicionales que había en la plaza, también se podía apreciar a vecinos y visitantes que no pudieron evitar unirse a esta celebración con los bailarines. Al igual que si observabas al público podías encontrar imágenes entrañables, como la de los padres bailando con sus bebés e hijos más pequeños, o la de una mujer danzando con su perro en brazos.
El calor también fue protagonista del encuentro, haciendo que los abanicos y las botellas de agua se volvieran imprescindibles entre los bailarines; hasta se utilizaron las propias panderetas para intentar combatir el bochorno. Mientras que los curiosos que observaban el espectáculo se refugiaban en los huecos de sombra, huyendo del sol en el tiempo de pausa entre bailes.
Son muchos los que resaltan la importancia de la jota dentro del patrimonio etnográfico. En el caso de David, acude cada año con su familia a disfrutar de estos momentos de felicidad y tradición, y así inculcárselo a sus hijos: «Me parece muy importante que mis hijos abracen y conozcan la tradición tan bonita que tenemos en la comunidad», aunque él iba vestido de calle, sus hijos sí que iban vestidos con los trajes regionales. «Es una pena que para algunas personas estas tradiciones tan bonitas queden en el olvido», señalaba Armando, quien acude cada año a disfrutar de la música y los bailes.
Alrededor de las 12.40 horas, los protagonistas de la mañana se agruparon en el Bulevar Demetrio Herrero por filas, creando un pasillo para empezar a desfilar con rumbo a distintas zonas y rincones de la capital del Besaya. Cada grupo tenía una zona asignada para amenizar las horas siguientes. Este desfile fue organizado, una vez más, por la Escuela de Folclore de Torrelavega.
Durante su paseo por las calles, la música y los trajes llamaron la atención de los turistas y torrelaveguenses que se encontraban por la zona disfrutando de las actividades realizadas por la ciudad en el período festivo. Incluso alguno que otro se asomó a la ventana de su vivienda para poder disfrutar de la vista, aunque fuese un rato. «Es imposible no quedarte prendado viéndolos», comentaba Lorena, quien disfrutaba de un aperitivo en un bar cercano mientras veía desfilar y escuchaba a la banda de gaitas. Una vez finalizado el recorrido, los distintos grupos folclóricos se reagruparon en la Plaza de La Llama sobre las 14.00 horas, donde cerraron la primera parte de la jornada con una nueva jota «bien bailá».
El arranque de la jornada fue calificado como «especialmente significativo y emotivo» por Esther Vélez, orgullosa de toda la gente que acudió para «difundir y preservar nuestras señas de identidad».
Unas horas más tarde, a las 19.00, tuvieron lugar en el Auditorio Lucio Lázaro las actuaciones de los coros Nuestra Señora de Covadonga, Virgen de las Nieves o Ronda Esperanza de Requejo, San Pablo y Coro Raíces Cántabras, así como los solistas Pedro Álvarez y Eduardo Izquierdo y Sandra, el rabelista Alberto Terán, El Cartero de Correpoco y el alumnado de la Escuela de Folclore de Torrelavega.
El público disfrutó un año más de las actuaciones y aplaudió a los protagonistas por su trabajo, manteniendo y difundiendo las tradiciones de Cantabria, tan arraigadas entre los torrelaveguenses.
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