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Tomar una caña, ponerte al día con un amigo al que no ves desde hace tiempo, leer el periódico acompañado de un café o descansar las piernas después de un día duro de trabajo. Cualquier excusa es buena para sentarse en una terraza a tomar ... algo, y en las Fiestas de la Patrona las razones se multiplican. El 'terraceo' es uno de esos rituales veraniegos –y no tan veraniegos– que suelen completar el día de los vecinos de Torrelavega. Llueva o haga sol, las fiestas de la Virgen Grande terminan por llenar las zonas al aire libre de los locales de la ciudad, en las que los vecinos tratan, más que nunca, de hacerse con un hueco. Y es que la semana de fiestas anima a los torrelaveguenses a tirarse a las calles que, en armonía con turistas y curiosos, llenan de vida la capital del Besaya.
Natalia y Ángel, pareja de Selaya, son dos de estos curiosos. Han decidido pasar el día en Torrelavega, simplemente para «echar un vistazo y disfrutar de las fiestas». Se encuentran en una terraza de la plaza Baldomero Iglesias tomando un café, algo que para ellos es uno de esos placeres «sencillos pero gratificantes». «Para mí, sentarme en una terraza a tomar algo después de un día de trabajo es como una recompensa», dice Natalia. Y es que para muchos es, además de un momento de 'relax' después de un día de trabajo, una forma de relacionarse y socializar. «Cuando quedamos con amigos, lo primero que se nos viene a la cabeza es salir a tomar algo, a poder ser al aire libre», dice Ángel. En cuanto al ambiente de Torrelavega, comentan que no se esperaban «tanta gente, sobre todo en los bares». Esto es lo que más les sorprende: «Se nota que hay cultura de terraza». Una cultura que, según Iván y Sonia, ambos de Torrelavega, «pegó el 'boom' después de la cuarentena». Señalan que «ahora hay más terrazas». Algo, que en parte agradecen, porque para los torrelaveguenses es casi un ritual. «Es habitual bajar a la calle sobre las 18.00 o 19.00 horas y tomarte unos vinos con los amigos, y ahora en fiestas eso se multiplica». Lo que más disfrutan es precisamente eso, «salir a la calle y ver las terrazas llenas». Es algo «estupendo».
Algunas de esas terrazas tan concurridas son las del New Century, el bar Torrelavega... Todo lo que rodea la Plaza Baldomero Iglesias llama al alterne. Es el centro neurálgico de la ciudad en lo que a terraceo se refiere, y Katerine, camarera del Carpe Diem, bien lo sabe. «Se están notando mucho las fiestas, sobre todo en el volumen de gente y de trabajo». Pero la camarera no se queja, todo lo contrario, porque, «a pesar de que es más ajetreo, da gusto ver la ciudad así». Y es que «la plaza, si hace bueno, a las ocho está ya hasta arriba», comenta.
Si hace mucho calor, la playa se lleva el protagonismo, pero, cuando el tiempo no acompaña tanto, paradójicamente, es cuando el exterior de los bares goza de más éxito en ciudades como Torrelavega. «Si no hace muy bueno, a las 18.00 o 19.00 horas está todo lleno». Porque el mal tiempo no es excusa para los torrelaveguenses. Las terrazas, tapadas por los toldos, están preparadas para proteger tanto de la lluvia como del sol, y se convierten el los mejores compañeros de cañas. Bajo uno de estos se encuentran Carmen y su marido, que a pesar de preferir el interior de los bares, siempre se encuentran a gusto en una terraza, mientras «el tiempo y la tranquilidad acompañen». Esto último es algo que no parece reinar esta semana y es que, Carmen y su marido cuentan que «la diferencia del número de gente entre fiestas y el rsesto del año es abismal», algo que por el contrario que agradecen. «Durante el resto del verano, en cuanto cerraban los comercios, la calle se quedaba vacía. Ahora hay gente a todas horas, y la verdad que da gusto».
Mayores, jóvenes, adultos... todos ellos se reúnen en estos lugares. Y es que la edad no es un impedimento para disfrutar del ambiente de las fiestas de la Patrona. Por la mañana, cuando la cosa está más tranquila, son los más mayores los que ocupan las mesas de plazas y calles, ya sea leyendo el periódico, tomando un café o desayunando un cruasán en la Bagatela. Conforme avanza el día, llegan familias con niños pequeños, a tomar los primeros vinos del día –no serán los últimos–, y picar algo para ir abriendo el estómago antes de la comida. Pero los grandes protagonistas de estas fiestas son los jóvenes, que empiezan a ocupar las terrazas conforme cae la tarde.
Entre ellos se encuentra Sara, para la que tomar algo en una terraza con sus amigos es algo «más que habitual». Al aire libre es «donde está el ambiente». Ella encuentra en las terrazas una alternativa a salir de fiesta, más sana e igual de disfrutable, porque «bebes menos» y vuelves antes a casa. El famoso tardeo. Para los madrugadores y los que trabajan al día siguiente, la opción más factible.
Aunque en estos días, un sitio en una terraza es poco menos que un lujo, y a partir de las 19.00 horas encontrarlo puede ser un milagro. Martín, otro de los jóvenes que concurren las calles de la ciudad en estos días festivos, echa de menos encontrar un sitio en estos establecimientos. «Como te pases un poco de hora te quedas sin uno». Y es que, en estos días, no hay lugar para el despiste.
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