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Prácticamente no hay año en el que no haya vuelto a su tierra, pero el día que le propusieron ser pregonero de las fiestas de la Virgen Grande, Antonio Resines (Torrelavega, 7 de agosto de 1954) reavivó como nunca muchos de los recuerdos que conservaba ... de su ciudad natal. Todos los amigos, la casa de su abuela en la calle Julián Ceballos, las juergas de niño, las de no tan niño... Desde entonces, no puede esperar a traducir ese arraigo en el pregón del próximo 12 de agosto y prender, bajo una lluvia de confeti rojo y verde, la edición de las fiestas patronales más esperada de los últimos años. «Espero que lo pasemos en grande. Muchos abrazos y mucha salud», envía. «¡Ah! Y acuérdate de aquello de 'la ciudad de Torrelavega saluda al pueblo de Santander'».
–Ya ejerció las funciones de pregonero en las fiestas de San Isidro de Madrid, el pasado 12 de mayo, pero, ¿cómo se siente al serlo en su ciudad natal?
–Muy bien. Me llamaron y les dije que sí, que por supuesto. Me hace muchísima ilusión. Después de Madrid, que es la ciudad en la que he vivido, me hacía ilusión estar en mi tierra natal. Estoy muy contento porque me hace una ilusión especial. Después de todo, he nacido aquí. Todos los veranos de mi vida, salvo uno en el que sufrí un accidente en Italia, he vuelto a Torrelavega.
–De hecho, cinco días antes es su cumpleaños. El 7 de agosto.
–Cumpliré 68, sí. Todo esto me ha servido para rememorar muchos de los recuerdos que tenía guardados. He pasado mi infancia y media juventud aquí. Luego, mis padres compraron un apartamento en Suances, pero siempre volvíamos.
–Dígame, ¿qué es lo que más le gusta de Torrelavega?
–Me he movido muchísimo por el centro de la ciudad. En su época me gustaba mucho la cantidad de cines que había. A ver si eso lo solucionamos pronto y encontramos a alguien que tome la iniciativa. Siempre que veníamos aquí eran las fiestas. Las pandillas, los primeros ligues, aquellos días en los que estábamos todo el día en el parque, el Bulevar... Una auténtica maravilla. No recuerdo ningún incidente desagradable en ese sentido.
–(...)
–¡Bueno sí! Una vez volviendo del cine, precisamente, cuando éramos muy pequeños. No había tanta luz como ahora. Veníamos de ver 'Ben-Hur' (William Wyler, 1959). Debíamos volver del Garcilaso. Íbamos 'cagaos' de miedo por los leprosos de la película. Éramos pequeños (risas). En fin, muchos recuerdos, todos asociados a la felicidad. Cosas pequeñitas, pero todas muy buenas. También de más mayor, tanto en el casino como durante las fiestas, el verano...
–Y muchos amigos, claro.
–Muchos. Pandillas, primos, toda esa gente nueva que he ido conociendo... Me acuerdo de todos. No hemos mantenido siempre un contacto directísimo, pero sí una relación fluida. Para que te hagas a la idea, cuando presenté el libro –'Pa'habernos matao. Memorias de un calvo' (2017)–, mucha gente de la que vino al acto era de mi cuadrilla. Recuerdo que luego fuimos al Chema a tomar un pelotazo. A algunos no los veía desde hacía 40 años, imagínate, pero a todos les guardo mucho cariño. Cuando voy a Torrelavega voy siempre a los clásicos, incluido lo de comprar una tarta de hojaldre. Eso no falla.
–Se ha adelantado a la siguiente pregunta. Usted, como cofrade de honor de la Cofradía del Hojaldre, ¿qué prefiere? ¿una polka o una tarta de hojaldre?
–La tarta (contesta rápido). Me gustan mucho las polkas, pero la tarta... Ah bueno, ¡y los panucos! Una maravilla.
–¿Cree que Torrelavega es un buen plató de cine?
–(Se lo piensa). No me lo había planteado nunca. Tiene una cosa... Creo que fue Álex de la Iglesia quien me lo dijo. Por lo visto vio las fabricas de Sniace y Solvay por la noche y se le ocurrió alguna maldad. Una cosa como apocalíptica. Él está obsesionado con eso. Pero sí que hay zonas que podrían funcionar perfectamente, sí. Depende de si se identifica Torrelavega con Torrelavega o más como una ciudad de provincias. Hay sitios que están muy bien: el parque, el Bulevar Ronda, el del Ayuntamiento, la iglesia... Zonas muy interesantes. No lo había pensado.
–Ahora se habla mucho del regreso a las fiestas y de recuperar las viejas rutinas previas al covid. Todo eso de volver a lo de antes, después de haber sufrido de forma grave el virus en sus propias carnes, ¿le da respeto?
–Sí, es más, he estado a punto de ir a algún concierto durante estos días, pero me lo he pensado dos veces por el riesgo. Yo tendría que estar con mascarilla y... No sé. Ahora hay más control, pero también hay que tener cuidado, y yo procuro tenerlo. Hay que seguir manteniendo la guardia. Me pondrán la tercera vacuna en septiembre y después la cuarta. En estos momentos parece que ha bajado mucho la incidencia. Sigo sin entender por qué ahora solamente hablan de mayores de 65 años.
–Ha sido muy vehemente con la labor de los sanitarios en estos últimos años. ¿Cree que corremos el riesgo de tener la memoria muy corta?
–Sí, clarísimamente. Y en los hospitales no han bajado la guardia. Sigue todo el mundo exactamente igual que antes. Fuera, mucha gente mantiene la mascarilla, mientras el resto de la economía vuelve a funcionar poco a poco. Tiene que hacerlo. Es un tema muy complejo.
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