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Los ciclistas, en la primera etapa de Mallorca. :: REUTERS
CICLISMO

La sordera del ciclismo

La primera carrera del calendario español queda anulada porque los equipos llevaron emisora, prohibida por la UCI

J. GÓMEZ PEÑA

Lunes, 7 de febrero 2011, 10:40

Mira que se empeña el ciclismo en hacerse daño. Hasta ayer, se sabía que es un deporte que pedalea ciego, de escándalo en escándalo, hacia el precipicio. Desde ayer, se confirma que está sordo.

Diez minutos antes del mediodía, el Paseo Marítimo de Palma era mitad cielo y mitad mar. Azul en el techo y el suelo. Lucía. A esa hora había convocado la Challenge de Mallorca al público de la ciudad para asistir al inicio de la primera etapa. El debut del calendario competitivo español. Es el ritual de cada año: la gente, mitad curiosos y mitad aficionados, dejaba las terrazas y el café y se arrimaba a la cuneta. Pero se encontraron con un centenar largo de ciclistas inmóviles en la salida. Así estuvieron veinte minutos. Tiesos. En huelga. Protestaban, azuzados por sus directores, porque en 2011 está prohibida la utilización del pinganillo (emisora) en carreras de segundo nivel. Hubo amenaza de plante. Para el pelotón, la comunicación por radio previene accidentes. La Unión Ciclista Internacional (UCI) y carreras como el Tour, en cambio, creen que los ciclistas corren amordazados por el cable del pinganillo. La tecnología se carga el espectáculo. Eso dicen. Y mientras los comisarios de la UCI y los directores de equipo negociaban y gesticulaban, el público esperaba. ¿Hasta cuándo?

El dopaje ha cegado al ciclismo -cada vez se retransmiten menos carreras-. Ciego y, además, sordo. Las luchas de poder entre la UCI, los organizadores de carreras y los equipos arman demasiado bullicio para escuchar al aficionado. Ni ven, ni oyen, ni parecen darse cuenta de que caminan hacia el final, hacia el día en que el público se quede mudo. Sin gente que aplauda y anime no hay nada. Ayer, al borde del puerto de Palma, el ciclismo ratificaba ya desde la primera carrera que anda a la deriva. La etapa arrancó con 20 minutos de retraso: 110 kilómetros en el circuito urbano de la capital, a la sombra de palmeras y magnolios. La ganó al sprint Tyler Farrar, por delante del cántabro Fran Ventoso, que rozó la victoria. Aunque esto no figurará en su currículo. Los árbitros de la UCI decidieron anularla porque los ciclistas habían competido con pinganillos. Ni premios, ni puntos, ni control antidopaje, ni nada. Los aplausos a Farrar fueron huecos. No valen. Hoy sí valdrá la segunda etapa: los equipos, tras la protesta de ayer, correrán sin emisoras.

400.000 euros

Hace apenas un mes, la Challenge de Mallorca no tenía los 400.000 euros que cuesta la carrera. La vigésima edición pendía del apoyo del Gobierno balear, que se resistía a hurgar otra vez en el bolsillo público. Al final, incluido un recorte, hubo dinero para reunir 21 equipos en la parrilla: los Schleck, Freire, Antón, Kloden, Joaquín Rodríguez, Menchov, Gilbert... Buen escaparate. El sábado, día previo a la carrera, los equipos anunciaron la protesta. Ya la habían realizado el Liquigas y el Movistar en el reciente Tour de San Luis, en Argentina. La UCI no cedió: el nuevo reglamento sólo permite el pinganillo en las 27 pruebas del World Tour (las mejores). En 2012 estará ya totalmente prohibido. Manuel Hernández, organizador de la Challenge, rogó calma a los equipos. «Os entiendo, pero no es Mallorca el sitio para montar este lío», les dijo. Su carrera lucha por sobrevivir.

No le escucharon. El deporte ciego también está sordo. Ni ve ni escucha. Los ciclistas tienen argumentos de peso, como el del holandés Sebastien Langeveld: «Si el día que se cayó Horrillo por un barranco en el Giro no llevamos pinganillo, no se habría salvado. Vimos su bici tirada al borde y dimos el aviso». En el otro lado, la UCI y el Tour sostienen que las emisoras son una mordaza, que eliminan la inspiración de los ciclistas, que aburren las carreras. Unos y otros hacen tanto ruido que no dejan oír la voz, cada vez más tenue, de los aficionados. El primer día ciclista de 2011 no ha sido un buen augurio. La UCI no dio validez a la etapa, que desapareció del calendario. Una menos. Farrar ganó una carrera inexistente que se disputó sin jueces ni normas.

El ciclismo sigue con el piloto automático hacia el desastre. «Las normas están para cumplirlas. Se corre sin pinganillo y si no, la prueba no cuenta», zanjaba Pascal Eeckhout, presidente del jurado técnico, situado tras las vallas y de espaldas a la carrera. «Los equipos ponemos más de cinco millones en licencias y lucha antidopaje. Sólo pedimos tener voz, que las decisiones se tomen de forma más democrática», replicaba un portavoz de las escuadras.

Valverde, en la isla

Diálogo de sordos. El amparo del público no será infinito. Desde Induráin y salvo Sastre, todos los ganadores del Tour han sido cuestionados por el dopaje. Por ese efecto farmacológico, la temporada 2011 no verá a Alejandro Valverde, suspendido hasta el proximo año. El murciano comparte en Mallorca hotel y entrenamientos con sus exompañeros del Movistar. «Bien, bien, estoy bien, con ganas de volver», sonríe. Fino. Es de los que no engordan. «Ya les ha dado caña a los demás en algún entrenamiento», cuentan en el Movistar. Valverde es zumo de talento. Pero 2011 no le verá. Y, probablemente, tampoco disfrutará con los latigazos de Contador, positivo en el pasado Tour.

El comité de Competición de la Federación española dice que el clembuterol -un dopante- hallado durante el Tour en la orina del madrileño no sirve para aumentar el rendimiento. Y se muestra convencido de que apareció de forma accidental, involuntaria, en el cuerpo del ganador del Tour. Así y todo, ha propuesto una sanción de un año para contentar a la UCI y al AMA, que se agarran a la normativa antidopaje para castigar a Contador. El clembuterol, aunque sea detectada una cantidad mínica, es trampa. El escalador de Pinto pide un cambio en la norma y clama por su inocencia. «Soy un ejemplo», grita. Pero, claro, el ciclismo está sordo. Y no le verá correr el próximo Tour.

A este deporte lo salvan de momento la paciencia de la afición y su capacidad para inventar nuevas estrellas. La Vuelta 2010 catapultó, por ejemplo, a Nibali y Antón. La Vuelta 2011, la edición que volverá a Euskadi 33 años después, servirá para que los mitos que vienen restauren las gestas de los mitos que fueron: Loroño, Bahamontes, Ocaña, Fuente... Nombres de cuando el ciclismo no estaba ni tan ciego ni tan sordo.

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