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GONZALO SELLERS
Miércoles, 29 de junio 2011, 02:08
María José Sáenz de Buruaga (Suances, 1968) será la segunda al mando en el nuevo Gobierno cántabro. Su trabajo como directora de campaña en unas elecciones en las que el PP consiguió la mayoría absoluta han reforzado su papel como mano derecha de Ignacio Diego, quien a la hora de formar gobierno no ha olvidado la lealtad de Buruaga durante los ocho años de travesía en la oposición. La niña que quiso ser militar como su abuelo, la joven que soñó con convertirse en física nuclear -llegó a cursar el primer año en la universidad- y la mujer que estudió Derecho y ejerció como abogada será, a partir de hoy, la nueva vicepresidenta del Ejecutivo regional y consejera de Sanidad y Servicios Sociales.
Buruaga toca ahora la cima de una carrera política que empezó a forjarse en Suances. Fue allí donde con 19 años se afilia al PP y con 27 es elegida concejala en el Ayuntamiento, donde actuó como portavoz de su grupo durante dos legislaturas y como presidenta de la Junta Local durante quince años, hasta 2010. Su primer cargo político lo ejerció, así, en el pueblo en el que pasó todos los veranos de su infancia y en el que su familia se instaló cuando ella cumplió los 18 años. Un Ayuntamiento situado a muy poca distancia de la casa en la que, siendo niña, se emocionaba al abrazar a su padre, marino mercante, cuando regresaba tras varios meses en la mar.
Enamorada de la literatura de Isabel Allende -pocas noches perdona un rato de lectura antes de quedarse dormida-, Buruaga entró muy rápido en el engranaje del partido a nivel regional. Con 31 años ocupó su primer asiento como diputada en el hemiciclo del Parlamento. La misma legislatura, la que comenzó en 1999, en la que fue nombrada secretaria primera de la Mesa de la Cámara.
El 'perfeccionismo' es la palabra que más repiten los que han trabajado junto a ella desde sus inicios políticos. Una virtud para muchos pero que ella, en ocasiones, también considera un defecto. Por eso es normal verla en el Parlamento los domingos cuando tiene una intervención el lunes. Muchas veces intentando mejorar el trabajo que ya dejó hecho durante la semana. Sus compañeros de partido aseguran que nunca improvisa nada y que es incansable. Ella misma ha reconocido en varias ocasiones que no soporta la irresponsabilidad y la indolencia. Tampoco el egoismo.
Madre y playera
Fan del grupo U2 y de la canción 'Rayando el sol', de Maná, no ha dejado de asumir responsabilidades políticas cada año. Fue reelegida como diputada en las elecciones de 2003, 2007 y 2011 y desde hace siete años es secretaria autonómica del PP cántabro. Romántica confesa y amante de 'Lo que el viento se llevó', ha defendido los postulados de su partido en materia sanitaria durante los ocho años de legislatura, siendo protagonista de los debates más enconados con el exconsejero Luis Truán sobre la financiación de Valdecilla o los recortes de personal en hospitales y centros de salud. Para ayudarla a gestionar esta cartera, contará con el presidente del Colegio de Médicos de Cantabria, Carlos León, que ocupará el cargo de director general de Asistencia Sanitaria.
El tiempo libre que Buruaga no invierte en su trabajo lo dedica a sus casi dos únicas aficiones: su hija y el sol. Apasionada de las playas, sobre todo de la de Los Locos, en Suances, la dirigente 'popular' «carga las pilas tomando el sol cuando encuentra un minuto». Por eso sus viajes preferidos, cuando llega esa semana de agosto en la que descansa, son las playas. Ahora tiene dos destinos en mente: Jamaica y Canadá.
Pero es su hija de doce años a quien dedica su atención fuera de las paredes del hemiciclo y de la sede del partido. Todas las mañanas, antes de llegar a su despacho, la lleva a la parada del autobús del colegio. Y sólo se permite llegar un par de minutos tarde a una reunión para hacerle a su hija el moño antes de la clase de ballet.
Buruaga lleva dentro de su cartera de Sanidad una de las prioridades del Gobierno de Ignacio Diego: la financiación de Valdecilla. Es decir, conseguir que el Gobierno central abone el dinero para acabar las obras y que devuelva los más de 40 millones de euros que anticipó Cantabria. A buen seguro que Buruaga ya ha pensado en voz alta con su entorno más cercano los pasos que seguirá para cumplir este objetivo, una práctica bastante habitual en una vicepresidenta cuyo mayor temor es la soledad. Con mayoría absoluta en el Parlamento, ese miedo parece infundado.
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